Escrito por Luis Roca Jusmet
El paso de los antiguos ( Grecia y Roma) a los modernos ( europeos) no puede entenderse sin los largos siglos que separan a unos y otros y a los que damos el nombre de medievo. Tampoco sin el acontecimiento que marca la transición entre unos y otros que es el cristianismo. Digo cristianismo y no judeo- cristianismo ( como diría, por ejemplo Nierzsche ) porque hay aquí un debate sobre si la antropología y la moral cristiana se derivan del judaismo o, como han sostenido Pierre Hadot y Michel Foucault, son más bien una transformación de las escuelas alejandrino-romanas. En todo caso lo que sí aparece con el cristianismo, concretamente formulado por Agustín de Hipona, como el poder que tienen los humanos de elegir entre el bien y el mal. Elegimos una cosa y podríamos elegir otra, con lo cual somos totalmente responsables de nuestros actos. Será un concepto de libertad en el que cada cual se elige, en cierta forma, a sí mismo. En el tránsito entre el medievo y la modernidad, Pico della Mirandolla plantea una versión radical del libre albedrío . el hombre tiene la libertad de elegirse como un ángel o como una bestia.
En la modernidad aparece Shakespeare, que transformará la tragedia en drama. La tragedia es inevitable pero el drama es evitable porque son nuestras contingentes decisiones la que generan la tragedia. Es Macbeth con su decisión dee matar al rey el que generará el desastre. Es Hamlet el que debe decidir y sabe del peso de su decisión. Filosóficamente, hay en el barroco, en el siglo XVII, dos reflexiones muy interesantes. Una ala protagoniza Descartes y la otra Spinoza. En la cuarta de sus meditaciones metafísicas Descartes mplantea una cuestión interesante. Se pregunta porqué los humanos nos equivocamos y con esta pregunta hay implícita la cuestión de que el error es la otra cara de la libertad. Es decir que si entendemos por libertad la capacidad de elegir la persona que supiera el que es el bien y actuara según este bien no sería libre. ¿ O sí ? ¿ Es Dios, que no puede equivocarse, libre? ¿ O es la libertad resultado de la imperfección ? La imperfección es,para Descartes el desfase entre la razón y la voluntad. Actuamos sin poder razonar de manera completa y adecuada y por esto nos equivocamos. El que supiera lo que hacer y como hacerlo no se equivocaría nunca y por tanto no sería libre en cuanto que sus actos tendrían un carácter necesario. Spinoza plantea que la libertad depende del poder del entendimiento para entender lo que nos ocurre. Partiendo del planteamiento pero con la aportación moderna de que el bien y el mal no existen en términos absolutos sino que son ficciones humanas para referirse a lo que es bueno o malo para nosotros. Lo bueno sería entonces lo que aumenta nuestro poder y por tanto genera alegría y lo mal lo que la disminuye, lo que nos hace impotentes y genera tristeza. Ser libre es entender nuestras pasiones como causantes de nuestros actos. Si las entendemos, nos distanciamos de ellas y las desactivamos. Lo cual nos permite entender y seguir nuestro conatus, nuestro deseo esencial. Ser libre es entender el deseo y seguirlo, disolviendo el obstáculo de nuestras pasiones. Impotente es el que es incapaz de hacer este proceso. Lo imposible es, por supuesto, lo que no depende de nosotros, delante de lo cual hemos de tener una postura de aceptación que también surge del entendimiento.
Podemos hacer una última referencia a Kant, con quién concluye el Siglo de las luces y el movimiento de la ilustración, uno de los rasgos de nuestra modernidad. Kant contrapone la libertad al determinismo natural. Es decir, que todo lo natural forma parte de un proceso causal en el que una cosa lleva a la otra, pero el ser humano es una excepción porque puede ir en contra de lo natural, necesario y determinado. El ser humano es libre únicamente cuando actúa contra sus determinismos internos y actúa en función de una elección propia que surge de su razón práctica, a la que podemos llamar el deber o la ley moral. Kant acepta que la creencia en esta libertad es una opción metafísica por la que hemos de optar para dar dignidad al ser humano y para hacerle responsable éticamente de sus actos. Desde una supuesta influencia de Kant, Schopenhauer formulará una teoría determinista, influida por el vedanta indio, que intentará fallidamente conciliar con una libertad que existiría más allá del mundo como representación.
Llegamos a los llamados pensadores de la sospecha, que tanta influencia han tenido en el siglo XX : Marx, Nietzsche y Freud. Los tres cuestionan la idea del libre albedrío. Marx desde una concepción ligada a los condicionamientos sociales y de clase, en los que sitúa la libertad como una ficción ideológica. Nietzsche desde el determinismo interno de la voluntad de poder. Libre es el que es capaz de crear sus propios valores, siempre al servicio de una afirmación de la vida. La libertad es el poder del hombre noble. No es libre quien quiere sino quién puede. Quien no puede es el impotente, el servil, el enfermo que se somete al fuerte por debilidad. Para Freud estamos determinados por un inconsciente y nos creemos libres racionalizando nuestras acciones. Todo dicho rápido, por supuesto, y con necesidad de matizar.