Escrito por Luis Roca Jusmet
Este año fui, por primera vez a mis 62 años, al pregón de la Mercè. Siempre me había dado pereza ir, pero esta vez me apetecía. Era además una obligación político-moral porque mi amigo Javier Pérez Andújar se merecía todo el apoyo de la gente de Barcelona. Javier representa muchas cosas que el nacionalismo hegemónico no soporta. Representa la Barcelona de los barrios, con población básicamente inmigrante. Representa a estos barceloneses que tienen como lengua materna el castellano y lo hablan sin complejos, incluso cuando es invitado a los canales catalanes donde quieren imponer el monolingüismo. Representa una mentalidad urbana, mestiza y abierta,
contrapuesta al imaginario nacionalista excluyente.
Javier representa esta Barcelona, con personalidad propia, que no encaja en el concepto uniformizador de lo que los nacionalistas llaman cultura catalana.
El pregón me pareció genial, sencillamente. Disfruté y me
emocioné mucho al escucharle. Porque Javier hablaba, con este estilo tan singular, de la Barcelona que yo he vivido y que me gustaría seguir viviendo. He vivido la Barcelona
tardofranquista y postfranquista. La Barcelona franquista con su parte asfixiante,pero con sus márgenes interesantes. la Barcelona de la Transición, creativa y estimulante. La Barcelona preolímpico y postolímpica. Más aburrida, más turísitica, pero siempre viva. La Barcelona a la que ni siquiera cuando gobernaba CiU se le quitó su aire cosmopolita.
TV3, que como todos sabemos es el medio de propaganda de los nacionalistas, ninguneó totalmente el pregón. Ni siquiera apareció la Plaça Sant Jaume. totalmente abarrotada. Prefirió dar la imagen de los asistentes a la charlotada sectaria de Toni Albà. De las palabras de Javier, que no tenían desperdicio de la primera a la última, se quedó con un par de minutos.
A Ada Colau le votó esta Barcelona plural, la gente de los barrios sobre todo ( aunque también del Eixample). Su gesto de invitar a Javier de pregonero le honra. Le honra por la valentía y por el buen gusto. Pero Ada Colau se equivoca políticamente. Se equivoca porque parece no querer entender que esta Barcelona que representa debe resistirse frente a la ofensiva nacionalista. Que la Diada es hoy la prueba de fuerza de este movimiento que quiere imponer una idea cerrada de Cataluña. Que ya sabemos quién es el PP y que hay que movilizarse contra este partido por muchas cosas. Pero que la deriva del independentismo ha tenido en el PP su tonto útil. No es el PP su causa sino un proyecto que ha ido madurando desde el pujolismo y contra el que hemos de luchar los que queremos una Barcelona y una Cataluña justa pero plural.