Reseña de
Ser padres, ser hijos. Los desafíos de la adolescencia
Mario Izcovich ( prologo de José Ramón Ubieto )
- Barcelona : Gedisa, 2017
Luis Roca Jusmet
El azar hizo que coincidiera con Mario Izcovich hace ya bastantes años, y precisamente porque nuestros hijos compartían clase y escuela de primaria. Unos años más tarde tuve un fructífero encuentro con él por nuestra pasión común por el psicoanálisis lacaniano ( aunque yo sea una aficionado y él un profesional). La tercera coincidencia fue a través de un libro suyo: Tiempo de transformación (12-15 años). He de decir que este libro, igual que el nos ocupa, es todo lo contrario de lo que podíamos llamar un manual de autoayuda. No se trata de un libro de consejos, de una guía para tratar a los adolescentes, no es eso. Mario Izcovich representa todo lo contrario de lo que Michel Foucault llamaba el poder pastoral de los psicólogos, que sustituyen así a los sacerdotes como conductores de las mentes. Esto es, precisamente, lo que me gusta tanto de los dos libros. No hay paternalismo, no es un libro edificante, ni tan siquiera hay un Ideal que tengamos que seguir. Lo que hay es un intento de inventar algo nuevo y no caer en la nostalgia de la familia jerarquica para evitar la deriva de la confusión entre generaciones. Porque esto es algo que el autor tiene claro : hay que separar a los padres de los hijos, en el sentido de no considerar su relación como una relación de iguales. Hay que buscar la distancia adecuada. Pero la desigualdad no conduce necesariamente al autoritarismo del "yo mando/tú obedeces". La autoridad es algo que debe ganarse, que debe buscar el reconocimiento del otro. Esto, como dice Mario, ocurre tanto en las familias como en la escuela secundaria ( que es la que se corresponde a la edad de la que estamos hablando). La autoridad no viene automáticamente por el lugar que se ocupa ( padre, madre, profesor) sino de la capacidad para construir este lugar. Algo muy dificil, pero también más interesante, más rico.La adolescencia, ya lo dijo Freud, es cómo un túnel que el adolescente atraviesa para salir transformado. Entra como un niño y sale con una identidad, tanto sexual como social. Y al hablar de identidad social no se trata de una identidad imaginaria ( una imagen de uno mismo) sino del lugar que se ocupa en la sociedad.Empezar a encontrar un lugar. Este pasaje, que en nuestra sociedad moderna está tan poco delimitada porque no hay ritos iniciáticos, supone una crisis para todos los implicados : padres y adolescentes. Pero en el siglo XXI, ejemplo de lo que Zygmund Baumann llamaba "una sociedad líquida", se vuelve todavía mucho más complicado. Mario Izcovich trata el tema de manera serena, sin frivolidad, aunque sin dramatismos. Ser trata de una crisis, que como sabemos, es a la vez una oportunidad y un peligro. Peligro cuando se impone la violencia, cuando dominan lo que Spinoza llamaba "las pasiones tristes". Oportunidad de responsabilizarse, de hacerse cargo de sí mismo, por parte del adolescente, y hacerlo en este proceso tan delicado de identificación/desidentificación con los padres. Porque los padres son, por supuesto, necesarios. Trata las preguntas fundamentales referido al tópico de "poner límites", diferenciando entre sanción y castigo. Considerando que no solo es a los hijos a quienes hay que poner límites ( y la cuestión no está entre poner o no poner, si no entre porqué , cuándo y cómo se ponen ). En todo caso hay que tener claro que los hijos necesitan un referente que es el adulto. Cuando los padres son como hermanos mayores, entonces vamos por muy mal camino. Parece como si, como decía hace décadas André Malraux, ya no quedaran "personas mayores". Si no hay padres suele ocurrir lo que vemos en una película actual ( que ha ganado el Oscar a la mejor película) que es Moonligth : se sale del túnel ciego respecto a la propia identidad sexual y personal.
Pero lo que es importante es que el autor no solamente recoge en esta ocasión sus sugerentes análisis, sino que, en esta ocasión, hay un plus. Porque transmite lo que han sido sus experiencias en los talleres o, todavía mejor expresado, las conversaciones con padres que Izcovich lleva experimentando desde hace varios años de una manera muy fecunda. Porque, como ya he apuntado al principio, no se trata de dar lecciones sino de ofrecer "una caja de herramientas" para poder reflexionar mejor sobre la experiencia de la paternidad. Con todas las dudas y fallos que comporta. Conociendo la imposibilidad del Ideal y desconfiando de los que ofrecen tecnologías cognitivo-conductistas estandarizadas en el mercado "psi". Desconfiando de los modelos de gestión que quieren endender la vida humana como si fuera una empresa. Mario Izcovich sabe perfectamente donde nos movemos. En una sociedad hiperconsumista donde los objetos tecnológicos permiten cubrir el vacío necesario para que aparezca el deseo. Objetos que muchas veces los padres ofrecen a los hijos como prueba de amor frente a la incapacidad de expresarlo de otra forma, o por los sentimientos de culpa por no poder dedicarles el tiempo que necesitan. En todo caso un libro que me parece muy útil tanto para los padres como para todos aquellos que tratan con adolescentes.
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