Escrito por Luis Roca Jusmet
La personalidad es una construcción mental. Siguiendo a Spinoza diríamos que es una idea que agrupa un conjunto de ideas sobre el cuerpo. El cuerpo es nuestra realidad física y esta realidad física autónoma pero interactiva nace con un temperamento, es decir con unas pautas reactivas frente a las afecciones internas y externas del cuerpo. estas pautas están inscritas en el cuerpo. Experimentos con lactantes ponen de manifiesto que frente a estímulos inesperados algunos lloran y se mueven, otros lloran pero no se mueven, otros se mueven pero no lloran y otros La epigenética nos dice que incluso esta base del temperamento puede modificarse durante el embarazo o las primeras semanas. es algo que cristaliza. Incluso el temperamento es algo dinámico es algo dinámico, algo fijo.
Este temperamento se transforma con la experiencia en lo que llamamos la personalidad. Es erróneo plantear que la personalidad es la genética más el ambiente. Es una simplificación que confunde más que aclara porque lo fundamental es la interacción y lo que se va construyendo a partir de ella. El entorno importa en la medida en que interactuamos con él y siempre lo hacemos desde una personalidad que se va construyendo.
La personalidad, es decir la identidad personal es, en gran parte una identidad social. Esto lo señala muy bien Clément Rosset cuando dice que la identidad personal es, sobre todo, una identidad social. Porque es cierto que es el Otro, como diría Lacan, el que moldea nuestra personalidad. En el terreno de lo imaginario, en la medida en que nos identificamos con algún rasgo de este Otro, y en el registro de lo simbólica porque interiorizamos sus normas y su ideal. En este sentido dice Lacan que es deseo es el deseo del Otro, en la medida en que queremos ser reconocidos por él. Desde la psicología humanista ya marcaba Maslow la necesidad de ser aceptado y valorado.
Esta construcción, imaginaria y simbólica, se sustenta en gran medida en la memoria, que da continuidad a esta construcción mental con la que nos identificamos.
¿ Qué hay de propio en la personalidad si es lo que recibimos de la herencia y de la influencia del Otro y de los otros en la infancia ? Esta es la cuestión. Algo de singular hay. Pero más que entender que este elemento singular es algo que hay que descubrir, lo cual sería un planteamiento animista, de lo que se trata es de algo que hay que construir, como señala Michel Foucault en su propuesta de una estética de la existencia. Es decir, que sobre la base de esta personalidad formada desde el Otro ir tejiendo una personalidad que recoja no es deseo del Otro sino un deseo más propio. En esta línea no es tan diferente de lo que plantea Lacan.