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La gran sed de Estado. Michel Foucault y las ciencias socialesArnault Skornicki( traducción de David J. Dominguez Gonzalez y entrevista y traducción de la entrevista : David J. Dominguez y Mario Dominguez Sánchez)Madrid : Ediciones Dado, 2017
Escrito por Luis Roca Jusmet
El libro que nos ocupa transita por un camino poco frecuentado en Michel Foucault : su teoria del Estado. Si seguimos la división convencional de los trabajos del filósofo francés no la encontramos en ninguna de ella : ni en el el Foucault de la arqueología del saber, ni el de la geneaología del poder ni el de las formas de subjetivización. Porque, como sabemos, lo que interesó y dió a conocer a Foucault fue su microfísica del poder : en la escuela, en el ejército, en la prisión, en el hospital... Incluso la etapa que va de 1975 a 1979 se conoce por el de la biopolítica. Pero lo cierto es que los tres cursos que dió durante este lapso de tiempo ( "Defender el Estado", "Seguridad, territorio y población, "Nacimiento de la biopolítica") Foucault se centra en el Macropoder, es decir en el Estado. De esto trata en este libro Arnault Skornicki, un investigador francés con formación multidisciplinar ( historia, filosofía y ciencias políticas), de Michel Foucault como "el improbable teórico del Estado", según sus palabras. El libro está dividido en cinco capítulos, todos ellos muy interesantes, una conclusión y una entrevista final al autor.El primer capítulo aborda la tensa relación entre el método genealógico y las ciencias sociales. Foucault plantea un método original, que es el de la historia de la racionalización de instituciones y conductas a través de la relación entre sus discursos y sus prácticas. Foucault evita centrarse en las normas y en universales sociológicos para centrarse en fenómenos singulares. Aunque ciertamente a partir de estos fenómenos concretos lo que haga sea construir conceptualizaciones para describir determinados dispositivos, como por ejemplo la disciplina, el panóptico... La genealogía es una ontología de la actualidad, ya que partimos del presente para ir hacia los elementos significativos del pasado que nois permiten enetenderlo. Todo ello para eliminar la relación causal poniendo de manifiesto el carácter contingente, azaroso, interdependiente y reversible de todo lo que ocurre. Es el principio del cruce de series causales heterogéneas lo que produce lo real ( el materialismo del encuentro aleatorio, qe diría Althusser). A partir de aquí Foucault entiende el poder como algo relacional, productivo y estratégico que implica un saber. Muy diferente del modelo jurídico y marxista, a los que critica. Aunque se basa inicialmente en Nietzsche, posteriormente del modelo bélico pasará al de la gubernamentabilidad, es decir al gobierno de las conductas. A destacar la comparación entre Max Webber y Michel Foucault, en el que se señalan tanto las influencias del primero sobre el segundo como las diferencias que éste establece sobre el anterior.El segundo capítulo ( "Foucault y la sociogénesis de los monopolios) reflexiona sobre la aportación del filósofo francés para entender las procedencias no-estatales del Estado ( el modelo institucional religioso, médico, burocrática). Así, la acumulación del poder centralizado se producirá no por una lógica necesaria sino por varios encuentros azarosos. También trata de la teoría de la gubernamentabilidad, aportación original de Foucault que no pretende ser una alternativa sino un complemento a una teoría del Estado, entendido de una manera estructural pero también relacional. El orden disciplinario que aparecerá ligado a esta acumulación de poder posibilitará otro tipo de acumulación, la de capital. Hay entre ellas una relación compleja que hay que estudiar de manera precisa. El tercer capítulo ("Misterios y reversos del orden jurídico) trata sobre la formación del Estado de derecho en la que el ordenamiento jurídico con su jerarquía de normas justifica su existencia. Hay aquí una interesante aportación de Foucault en la comprensión de la ley desde su triple procedencia : el de la soberanía que limita, el de las reglas disciplinarias que prescriben y el de las normas que controlan y que garantizan la seguridad. De esta forma se da un encuentro entre las artes del gobierno y la teoría de la soberanía. El cuarto capítulo ( "El Rey y el Pastor") me parece especialmente sugerente. Skornicki tiene la capacidad de señalar la que quizás es la aportación más novedosa de Michel Foucault en su gnealogía del Estado moderno. Se trata de cuestionar el mito de la secularización y poner de manifiesto matriz teológico-política en la genealogía del Estado moderno. En este sentido el dispositivo religioso de la Iglesia desborda a la propia institución religiosa para entrar en la racionalidad política moderna, conjuntamente con las artes de gobierno que se inventan en la Edad Media. Así el poder pastoral influirá en la gestión de poblaciones y la biopolítica estableciendo un orden disciplinario tan paternalista como asfixiante sobre almas y cuerpos, que tendrá como modelo las órdenes monásticas y las sectas protestantes ( la anatomopolítica). Obedecer, no querer nada y no ocultar nada. Es una forma de subjetivización basada en la confesión. En un proceso que pasará de la dirección de conciencias al gobierno de las conductas. Establece una analogía entre la monarquía absoluta y el patriarcado, en la que el Padre aparece como soberano, enlazando el papel del Rey y del Pastor. Al mismo tiempo Foucault da un giro inesperado a la cuestión al plantear la genealogía del poder pastoral como una genealogía sobre el comunismo a través del partido único. Hay igualmente un análisis sobre los movimientos antipatriarcales, que van desde el contractualismo de Locke hasta la revolución francesa. El Padre queda sustituido por el hermano, por la fraternidad.
El capítulo quinto trata sobre "El liberalismo entendido como una burocracia.". Así, en los cursos "Seguridad, territorio y población" y "El nacimiento de la biopolítica", Foucault realiza toda una reflexión sobre la constitución de este nuevo espacio político en la que aparece un deseo ( sed) de Estado. El liberalismo aparece como un conjunto de tecnologías políticas que desplazan las artes del gobierno hacia el saber técnico : la administración se vuelve burocrática e impersonal y queda sometido al derecho. De esta forma se constituye en el siglo XVIII en contra del Estado paternalista-policial y del despotismo. Aquí Arnauld Skornicki plantea también la necesidad de continuar trabajando el análisis comenzado por Foucault sobre el neoliberalismo, cada vez más orientado hacia un gobierno de las cifras, la definición de objetivos y la evaluación de los resultados. Todo cuantificable.He de reconocer que la trayectoria de estos capítulos es apasionante. También lo es la conclusión y la entrevista con Arnault Skornicki que, de una manera muy clarificadora, cierra el libro. El título de la conclusión es ciertamente ambicioso : "El horizonte antipastoral y la política de la emancipación". Por una parte señala que el camino que elige finalmente Foucault para su propuesta emancipatoria es la de Kant y no el de Nietzche. El de una emancipación republicana y no aristocrática. Aquí hay múltiples referencias, todas muy sugerentes : de la idea de democracia de Jacques Rancière al republicanismo de Philip Pettit, en el que la libertada es entendida como no-dominación. También hay un análisis de la propuesta de Foucault de defensa de los derechos de los gobernados entendida como potencia de obrara en el sentido spinoziano más que como el derecho a la insurrección desde el punto de vista de la soberanía. Foucault se mantiene firma en su posición de no ceder a reducir los derechos a la visión humanista de los liberales.La conclusión puede ser que es buscar la cuadratura del círculo el aspirar a un Estado que pueda garantizar esta potencia y estos derechos. Quizás hay que volver a Maquiavelo para afirmar que siempre hay un conflicto, originario e insalvable, entre la voluntad de los gobernantes – por muy justos que sean- y el derecho a la libertad de los dominados. También me parece que vale la pena aprovechar los últimos cursos de Foucault, tanto en su propuesta ética como en su defensa de la parrhêsia, que me parece que Skornicki.Se trata de un libro, en definitiva, muy recomendable para los interesados en la obra de Foucault, en la comprensión de la dinámica del Estado moderno o en los movimientos emanciparios del siglo XXI. Me parece, por cierto, muy pertinente la propuesta política de Aenauld Skornicki de situar a Foucault en la tradición del socialismo democrático, pero buscando recuperar la creatividad del siglo XIX. Esto implica también construir una teoria propia del gobierno, diferente de la disciplinaria ( comunista) o liberal ( socialdemocracia ) que ha existido hasta ahora.
Luis Roca Jusmet