Escrito por Luis Roca Jusmet
Voy ha empezar una serie de escritos dedicados a cada una de las partes que conforman este interesante libro del filósofo y traductor Vicente Serrano. Empiezo por el primer capítulo, titulado "La herida de Spinoza".
El autor parte del libro del reconocido neurobiólogo Antonio Damasio
En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y el sentimiento. A partir de aquí marcará la afinidad entre la manera de entender la relación mente-cuerpo de Damasio y Spinoza, que lo abordarán como un unidad, en contra de la concepción dualista de Descartes ( criticada en un libro anterior de Damasio titulado
El error de Descartes ). Respecto a las emociones y los sentimientos Damasio considera que las emociones son corporales y los sentimientos las representaciones mentales de las emociones. A partir de aquí la hipótesis de Vicente Serrano es que Damasio considera exasperante a Spinoza por la herida que deja abierta, la del dolor y la finitud humana. A Damasio le exaspera el que Spinoza acepte esta realidad sin abrir ninguna esperanza a la inmortalidad. Vicente Serrano mantiene que es jsutamente esta la grandeza de Spinoza, la de defender esta serena alegría aún aceptando el dolor y la muerte. esto lo hace incluso diferente a Platón, para quién la filosofía era "aprender a morir", al estoicismo ( que se ocupa bastante de la muerte ) o a filósofos contemporáneos como Martin Heidegger, que define al hombre como "un ser-para-la-muerte". Spinoza decía que el hombre se ocupaba de la vida y no de la muerte y por tanto no entendía la finitud como una herida.
En este segundo punto estoy de acuerdo con Vicente Serrano. Hay en Spinoza una afirmación de la vida que es la aceptación de que somos modos finitos y por tanto sería una deriva de la imaginación querer ser lo que no somos.
Pero sobre lo que aquí querría polemizar es sobre la lectura que hace Antonio Damasio de la concepción de la mente y el cuerpo en Spinoza. Pienso que es muy difícil entender lo que dice Spinoza pero hay que intentarlo. Damasio defiende una concepción monista, fisicalista. Para él la mente esta causada por la estructura y las funciones cerebrales. Lo cual quiere decir que el cuerpo es la causa de la mente. Spinoza dice claramente que el cuerpo y la mente se corresponde pero son dos dimensiones diferentes y "ni lo que pasa al cuerpo lo causa la mente ni lo que pasa a la mente lo causa el cuerpo." Es una afirmación fuerte que hay que entender como una tercera vía entre el dualismo ( sea platónico o cartesiano) y el monismo fisicalista. A mi se me escapa lo que realmente significa pero no puedo aceptar atribuirle una respuesta como la de Damasio.
Por otra parte los afectos de Spinoza no se dividen en las emociones y sentimientos de Damasio ni puede considerarse como afecciones del cuerpo. Me parece que para Spinoza los afectos son siempre ideas de la mente. Tampoco veo claro que Spinoza puede entender su "idea" como "representación".
Continúo el análisis del libro por los capítulos 2 y 3 ( " La anomalía tranquila" y "El poder de los afectos" ) que he leído conjuntamente como una unidad.
Vicente Serrano transforma "La anomalía salvaje" de Toni Negri ( que como sabemos teoriza a partir del concepto político de "multitud" y considerándolo un precedente de Marx) en lo que él llama "La anomalía tranquila". Para él autor del ensayo la excepcionalidad de Spinoza viene de otra posición.
Para situar la cuestión Vicente Serrano hace un recorrido por la ontología antigua y la ética que de deriva de ella. Es un Cosmos ordenado donde cada cosa ocupa su lugar, perfectamente delimitado. La cuestión del límite es fundamental y la hybris o desmesura es lo insoportable. La aparición del Universo infinito de la ciencia moderna rompe este esquema y lo hace con una idea de saber asociado al poder. Se pierde la naturaleza, convertida en un espacio en el que proyectar un poder que parece que tampoco tiene límites. Rousseau desde la moral y los románticos desde la estética son maneras de intenta recuperar esta naturaleza perdida.
Descartes y Hobbes, fundadores de la modernidad y desde posiciones diferentes, fundamentan una metafísica del poder.
Spinoza es la alternativa, la excepción, en este proceso. Es el "perro muerto" que debe recuperarse para buscar una salida a este poder que no acepta límites. Lo hace a partir de su metafísica, en la que hay un Todo formado por modos finitos, es decir limitados. El conatus de cada uno de estos modos finitos está limitado por su propia naturaleza. En el caso del ser humano el poder consiste en reconocer justamente estos límites, lo que Antonio Damasio planteaba como una herida pero que no puede serlo si es lo que somos y lo que queremos ser. Se trata por tanto de asumir con serenidad y alegría esta "herida". Esto es lo que no entiende Antonio Damasio, como comenté en el post anterior.
De la metafísica de Spinoza se desprende entonces una ética similar a la de la antiguedad, basada en la aceptación de la finitud y del dolor. la sabiduría consistirá entonces en saber como administramos el temor y el dolor. La ética es así una segunda naturaleza ( como ya señaló Aristóteles) en la que con los materiales internos y externos que tenemos nos vamos construyendo un carácter. Spinoza acaba así con la Trascendencia del Ser Perfecto y Creador de Descartes y con la Voluntad de Poder del deseo de Hobbes. Porque es justamente el deseo el protagonista de la Modernidad. Deseo que en Spinoza se basa, como hemos dicho, en el reconocimiento de un conatus que lo que quiere es perseverar, no expandirse sin limites. Este es entonces el afecto ligado a una idea adecuada.
Me dejo alguna cosa, pero pienso que recojo la hipótesis fundamental de estos dos capítulos. Muy interesante, por cierto. Desde otra perspectiva veo una afinidad entre este planteamiento y el lacaniano de asumir la castración simbolica. Aunque la diferencia es que el deseo, tal como lo entiende Lacan, se basa en la falta estructural y en Spinoza parece que puede ser colmado. Hay también una comparación con Nietzsche que queda en el aire y valdría la pena profundizar y aclarar. Por una lado hay elementos comunes ( como señala Vicente Serrano en la carta de Nietzsche que cita) pero se abre también una profunda ambivalencia. Por una parte Nietzsche seria la culminación de esta metafísica de la voluntad de poder a la que Spinoza se contrapone, y por otra expresa esta afirmación trágica de la vida que los uniría.Pasamos al capítulo 4, "Interpretando Frankenstein". El tema es el paso del saber al hacer. Es decir, la ruptura que se da en la modernidad entre lo que es y lo que debe ser. Incluso en el caso de Aristóteles, que distinguía entre saberes teóricos y saberes prácticos, hay una continuidad entre ambos, aunque el primero hable de lo necesario y el segundo de lo posible.
Descartes abre el problema, pero no lo resuelve. No va más allá de una moral provisional en su intento de fundamentar una ética racional.El primero en formular con claridad la cuestión es David Hume, que nos muestra la trampa de la cópula es en los juicios morales, que en realidad quiere decir "debe ser". Para Hume será el sentimiento de simpatía la base naturales desde la que establecer un ética. La diferencia que establece Kant entre razón teórica y la razón práctica, entre el conocer y el decidir, consolida la diferencia.
Pero volvamos a Thomas Hobbes , que formula la voluntad de poder sin límites de la naturaleza y del ser humano, que solo un Estado fuerte puede frenar. Es la teoría del contrato social, que reformulará Rousseau, para quién la naturaleza nos une a los humanos y lo que debe regular el contrato social es precisamente el conflicto generado por este artificio que es la cultura y la sociedad. Antes que Rousseau también Spinoza asume críticamente la teoría del contrato social. Parte de la base de que en el estado natural no hay derecho a todo sino a todo lo que se puede. Lo que hace entonces el contrato social es transformar los límites de lo que se puede. El Estado debe hacerlo mediante la razón. Toda esta dinámica establecerá una ética de mínimos, no de máximos. Históricamente será "La declaración universal de derechos humanos" la que plasme de manera más clara y consensuada esta necesidad. Será la base de los estados democráticos de derecho.
Vicente Serrano considera que las únicas teorías éticas que plantean una alternativa ética que no es limitación sino que se formulan en positivo, que proponen una vida buena,es decir, un camino hacia la felicidad, son el utilitarismo y el pragmatismo. John Rawls intentará combinar el utilitarismo con una aproximación a Kant y a partir de aquí establecer una teoría ética de la justícia. Señala la importancia del pragmatista Hillary Putnam al señalar el paso del "ser y el debe ser" de Hume al "hecho y valor" moderno.
Vicente Serrano complementa este análisis con otra reflexión, que es la de constatar el principio de soberanía humano sobre la naturaleza. Lo comparten Bacon, Descartes, Hobbes y Marx. la concepción de la naturaleza que hay detrás es la de Fichte, la de no-yo, la de la oposición ( casi irreal ) al sujeto. La contraria es la de Spinoza y Schelling. Incluso la concepción vital, no mecánica, que aparece en la crítica del juicio de Kant ( que se vuelve así ambivalente ).
La naturaleza mecánica se transforma en el horror del hombre moderno. las metáforas más significativas son las de Frankenstein y Matrix. La naturaleza ha muerto como la representación simbólica a partir de la cual los humanos se piensan a sí mismos y en su relación con los otros.El capítulo me parece muy sugerente pero algo disperso, aunque tenga un hilo conductor claro.
Vienen luego los capítulos 5 ( "Bipoder sin ideologías") y 6 ( "Afectos posmodernos). En el capítulo 5 aparecerá Michel Foucault y su concepto innovador de biopolítica ( continuado por Agamben y Expósito). La biopolítica es el poder sobre la vida, es decir sobre lo natural. Vicente Serrano hace un recorrido por el curso de Michel Foucault llamado "El nacimiento de la biopolítica", curso que, como sabemos, dedicó más al liberalismo que a la biopolítica. El autor entra en el tema del utilitarismo como razón instrumental al servicios de un único fin, que es la satisfacción o interés. Todo está al servicio de un deseo que es siempre, deseo de felicidad. Es un deseo omnipotente. La soberanía real es esta, la de un conjunto de sujetos con deseos omnipotentes. El utilitarismo es el fundamento de una gubernamentalidad que por un lado es un límite al propio poder y una defensa de los derechos individuales y, por otro, es un Superpoder. Esta es la cara democrática del biopoder, mientras que la totalitaria es la que define Carl Schmitt. Aparece entonces el tema de las ideologías. De entrada es la superstición de Spinoza, los idola de Bacon y todo el pensamiento de la ilustración. Pero es sobre todo el cruce entre saber y poder el que es más interesante, dejando de lado el de ideología como falso conocimiento. En Bacon, Hegel y Comte, es la expresión y el apuntalamiento del poder su finalidad. En Spinoza y Marx es más bien la limitación de este poder. La diferencia es que para Spinoza la sabiduría está ligada a los afectos y Marx elabora un proyecto en la que se prescinde de los afectos. Todo se subordina a la política y al único afecto permitido: el poder ( lenin sería un caso paradigmático). Solo la Escuela de Frankfurt y Foucault avanzaron en el terreno de centrar el poder y la ideología con el deseo. El capítulo 6 ( "Los afectos posmodernos") comienza hablando del análisis de Foucault de la locura, que presenta como un problema relacionado con los afectos. Después de abordar varios temas vuelve sobre la cuestión de los afectos en Spinoza. Vicente Serrano encuentra planteamientos complementarios en Spinoza, Damasio y Foucault. Para gobernar los afectos hace falta creencias. Spinoza propone la creencia de no creer en nada. Para Spinoza los afectos provienen de las afecciones de los otros cuerpos, que nos acaba produciendo alegría o tristeza, es decir aumentando o disminuyendo nuestra potencia. La otra fuente es la imaginación y la memoria, que crean afecciones a la mente que producen los mismos efectos. La felicidad sería para Spinoza el reconocimiento de los límites, de la finitud. Lo contrario de la lógica del deseo en la sociedad moderna. Esta es, para Vicente Serrano, la cuestión política fundamental. Las ideologías no sustituyeron a las religiones. La noción de la biopolítica nos permite entender el poder más allá de las ideologías, a partir de estructuras profundas invisibles. ¿ Es el capitalismo la nueva religión, esta estructura profunda común en la que estamos inmersos ? Es la voluntad de poder y el terror que comporta. Muchas son las cuestiones que apunta Vicente Serrano en este denso capítulo. Echo a faltar a Nietzsche, que pienso que puede dar mucho de sí en estos dos capítulos que no cita y, sobre todo, al psicoanálisis, que me parece una pieza fundamental para entender este mundo del deseo y de los afectos sobre el que nos habla el autor.