Escrito por Luis Roca Jusmet
Étienne Balibar (1942) es uno de los grandes filósofos que proceden de la cantera althusseriana ( con Jacques Rancière, Alain Badiou o Pierre Macherey). Con este último, por cierto, comparte también su spinozismo.
La revista Enrahonar número 48 aparece un interesante artículo con el título de "los dilemas históricos de la democracia y su relevancia contemporánea para la ciudadanía".
[https:]] El artículo en cuestión es la transcripción escrita de una ponencia que dio en el congreso celebrado los días 17 y 18 de marzo de 2008 en la Universidad de Pittsbuy sobre "La ciudadanía en el siglo XXI".
El texto se inicia con una pregunta sobre la relación entre la idea de origen romano de ciudadanía ( civites) y la griega de ciudadanía ( politeia, demos ). Parece que para los romanos la sociedad se constituye a partir de los ciudadanos y para los griegos los ciudadanos se constituyen a partir de la comunidad política. Lo que se plantea, en el fondo, es la relación entre el individuo y la comunidad y con el territorio, el espacio donde existe. Lo cual nos conduce a la problemática de los derechos y los deberes de las personas y los colectivos y a la de la relación entre los gobernantes y los gobernados.Y si es compatible con relaciones imperialistas ( Atenas, Francia, EEUU) y con profundas desigualdades sociales. Después de esta sugerente introducción Balibar entra en una triple reflexión muy interesante.
La primera reflexión es sobre la relación entre libertad e igualdad. Balibar no coincide con los que priorizan la libertad ( como el liberal John Rawls), que considera la libertad un valor absoluto y la igualdad un valor relativo. Pero tampoco con lo que, como Jacques Rancière, que sitúa la igualdad por encima de la libertad. Balibar formuló el concepto de "equaliberty" para expresar su posición en este tema y para delimitar el principio básico de todo su discurso político. Para él la democracia no hay que considerarla únicamente como una forma de estado o régimen político. Hay que pensarla como un proceso, como una cultura para perservar y ampliar derechos. Es justamente lo que planteaba Spinoza en su "Tratado político", contrapuesta al totalitarismo ( tal como nos enseñó Claude Lefort). Balibar recurre al concepto de "insurgencia" o "insurrección" ( separándole, de entrada, de su sentido violento) para señalar su naturaleza ( lo cual lleva a ver su afinidad con Miguel Abensour ). Un movimiento, en definitiva, contra las estructuras oligárquicas que construye la ciudadanía universal y democratiza las instituciones.
La segunda reflexión es sobre los tres ámbitos desde los cuales hay que trabajar por este principio de la "equaliberty". es decir la igualdad-libertad. El primero es el que llama discriminación negativa. Aquí se refiere a los sectores marginales de las democracias liberales. No utilizan la palabra exclusión porque no lo están. Es una democracia liberal todos los ciudadanos gozan de derechos formales, por lo que no están excluidos ( exceptuando los "inmigrantes ilegales" pero no son de los que habla aquí. Esto nos lleva al "derecho a tener derechos"·, como decía Hanna Arendt. Es decir, al problema de los que tienen acceso formal a los derechos pero no los instrumentos reales para conseguirlos. El segundo ámbito es el que se refiere a los refugiados, a la ciudadanía diaspórica, que serían los excluidos que no son acogidos por ningún Estado. Esto va en contra de varios de los derechos humanos estipulados : libertad de circulación, derecho de residencia, a cambiar de nacionalidad... Balibar acepta, por supuesto, la complejidad del problema y que esta libertad implica una regulación para no perjudicar a los propios sujetos y para no crear contradicciones con otros derechos. Pero el control fronterizo no puede llevar a esta exclusión total de la ciudadanía. Volvemos a la relación entre ciudadanía y nacionalidad. ¿ Coinciden o no coinciden ? Balibar señala la ambigüedad de la cuestión, que hacen que en algunos lugares se entienda que sí ( EEUU) y en otros que no ( Francia). Es, en definitiva, la contradicción de una idea de ciudadanía basada en derechos universales con la de un reconocimiento práctico que se da en estados particulares. Es interesante la postura del filósofo francés, que se muestra en contra de la eliminación de fronteras. Las fronteras deben existir bajo control democrático y respeto de los derechos. Una ciudadanía universal considera que implicaría un control permanente de los ciudadanos a través de, por ejemplo, pulseras electrónicas de identificación. Se trata de una ciudadanía en el mundo, no del mundo. El último ámbito que aborda es el del reconocimiento de los derechos sociales. Esto es un viejo debate entre socialismo y liberalismo. Para estos últimos los derechos como libertades son los únicos que tienen valor absoluto e incondicional. En todo caso a partir de 1948 se entra en una nueva etapa de implantación de la ciudadanía en la que los derechos sociales se considerar que han de estar vinculados a bases normativas. esta es, como sabemos, la lucha actual contra el neoliberalismo. Contra una concepción asistencial del tratamiento de la pobreza una idea de que el estado debe garantizar estos deechos a todos los ciudadanos.