Escrito por Luis Roca Jusmet
No voy a hacer un recorrido filológico ni filosófico de esta noción. Voy a referirme al hilo conductor Nietzsche/Cioran/Rosset para hacer mis reflexiones.
Nietzsche habla del nihilismo como algo paradójico, como una crisis de la sociedad europea que es a la vez un peligro y una oportunidad. Para Nietzsche el nihilismo es consecuencia de la propia lógica de la voluntad de verdad iniciada por el platonismo. La sociedad cristiana, continuadora del platonismo, acabará cuestionando sus creencias y valores y acabará negando la existencia de los valores absolutos ( Bien, Verdad, Belleza) orientados hacia la promesa de Otro Mundo. Es lo que llama la Muerte de Dios. Lo que ocurre es que una sociedad que ha dado sentido a este mundo en función de Otro, al dejar de creer en este otro se vueve nihilista. Es decir que considera que si no hay Otro mundo que de sentido a este, entonces no tiene valor. Delante de esta situación Nietzsche considera que si se consolida este nihilismo pasamos a la negación de la voluntad de vivir, al último hombre que se conforma con vivir a mínimos y evitar el valor, porque no valora la vida. Frente a esto Nietzsche se convierte en profeta del super-hombre, aquel que debe crear sus propios valores.
Cioran ven en esta profecía nietzscheana la ilusión ingenua del que no acepta el nihilismo. Nietzsche derrumba ídolos antiguos para construir nuevos, afirma. Para Cioran está claro que nuestra vida no tiene ni sentido ni valor. Somos animales enfermos de conciencia y esta conciencia nos instala en la falta de sentido y valor. No podemos vivir como los animales, que ni se preguntan por el sentido ni por el valor. Viven, mientras nosotros no podemos vivir como ellos porque hemos roto la cadena natural al ser pensantes, reflexivos y conscientes. Esta es nuestra perdición.
Clemént Rosset busca un encuentro imposible entre Nietzsche y Cioran. Sabe, como Cioran, que la realidad es idiota. Sabe también que los humanos somos productores de ilusiones que nos engañan. Pero frente a la tristeza de Cioran propone una alegría que no tiene justificación. Es decir, que es posible ser lúcido y alegre al mismo tiempo, aunque la lucidez no conduce a la alegría. Podemos sentir alegría de vivir, a pesar de saber que la vida ni tiene un sentido ni tiene un valor en sí mismo. Que todas las ilusiones, incluida la del superhombre nietzcheano, son insostenibles. Que es absurda la alegría cuando uno lo entiende. Seamos alegres aunque sea absurdo, propone Rosset.
Decir que el nihilismo radical lleva consecuentemente al suicidio es una falacia. El nihilismo radical es reconocer que la vida no tiene sentido ni valor intrínseco. Significa aceptar que la pregunta por el sentido y el valor de la vida es una impertinencia humana. Los animales se limitan a vivir. Los humanos, enfermamos por la conciencia reflexiva, vivimos sabiendo que la vida no tiene ni sentido ni valor. Somos seres patológicos que si nos engañamos nos inventamos creencias que justifiquen nuestra existencia y si no lo hacemos somos nihilistas que, como todos, vivimos lo mejor que podemos. Y si podemos vivir con alegría mejor que hacerlo con tristeza.