Reseña
( Publicada en DORSAL. Revista de estudios foucaultianos ) número 5.
Escrita por Luis Roca Jusmet
El ORDEN BIOPOLÍTICO.VICENTE SERRANO MARÍN, BARCELONA, EL VIEJO TOPO, 2017
Vicente Serrano Marín es un filósofo y ensayista que el año 2011 ganó el Premio de Ensayo Anagrama con su libro
La herida de Spinoza. Felicidad y política en la vida posmoderna. Tanto el libro citado como el que nos ocupa podemos enmarcarlos en lo que Michel Foucault llamaba
la ontología del presente. Se trata de entender esta etapa tardía de la modernidad que hemos convenido en llamar postmodernidad construyendo, por utilizar la metáfora foucaultiana, una caja de herramientas que nos permitan abordarla de una manera novedosa. Para ello utilizamos una serie de conceptos clave, como el de
biopolíticao el de
gubernamentalidad, tremendamente fecundos para aproximarnos al complejo mundo en que vivimos. Lo que nos propone Serrano es algo ambicioso: actualizar el proyecto ético-político de la ilustración. Para ello plantea seguir a Foucault en su recuperación de Nietzsche y de Baudelaire, que nos permiten ampliar el horizonte de Marx, que en una línea argumental muy concreta se había olvidado una parte de lo natural : los afectos. Y en este abordaje del mundo de los afectos Vicente Serrano vuelve a su querido Spinoza. Un Spinoza que es el que inicia el camino que el autor quiere seguir, que es la crítica al sujeto metafísico. Esto le permitirá articular una propuesta de raíz foucaultiana, que es la creación de un sujeto ético desde la ascética y la estética,capaz de resistirse a los estados de dominación que se quieren imponer desde las redes del poder.
La biopolítica nos permite entender las formas de domino de un poder pastoral que ha trascendido su origen cristiano y se mantiene en una modernidad liberal constituida por el conjunto de técnicas y de prácticas que Foucault llama
gubernamentalidad . Pasamos del poder disciplinario sobre los cuerpos (que tan brillantemente Foucault había analizado en
Vigilar y castigar )
al control sobre el conjunto estadísitico de la
población ( concepto clave de la modernidad). Diversas variables son reguladas en este proceso: fecundidad, natalidad, epidemias, longevidad, mortandad... Es interesante que el germen de la gubernamentalidad lo localiza Foucault en tres fenómenos contingentes que acaban convergiendo en el siglo XVIII: la medicina legal inglesa, la urbanización parisina y la medicina estatal alemana. De esta forma argumentará que, en contra del tópico, no es la medicina privada sino la pública la que está en los albores del capitalismo moderno. Lo que se trata es de formar cuerpos sometidos y productivos. El poder biopolítico es un "hacer vivir y dejar morir", en contra del poder soberano que "dejaba vivir y hacía morir (al que no se sometía a este poder". Los mecanismos de sometimiento de la sociedad moderna son heterogéneos, desde los disciplinarios hasta los del control. El utilitarismo y el pragmatismo son los imperativos invisibles del liberalismo, basado en el individualismo metodológico y antropológico. Está también fundamentado en el modelo de la seguridad garantizado por el Estado. Hay una combinación de gestión de las poblaciones a nivel colectivo con el poder pastoral que se ejerce a nivel individual, sobre "el rebaño y la oveja" (" omnes et singulatium" expresa Foucault recogiendo la expresión latina). Hay un análisis final, muy sugerente, en el que Vicente Serrano analiza la combinación de este individualismo con la cultura de masas, que aparecen como las dos caras de la misma moneda. Hay referencias a Le Bon y a Freud en el estudio de la psicología de masas y Serrano analiza de manera sugerente el papel de los movimientos revolucionarios y reaccionarios en este siglo XX, cuyo gran acontecimiento es precisamente el de la aparición de las masas. Señala que la historia nos enseña que estos movimientos crean un estado de dominación similar al anterior porque no cambian las estructuras de poder.
Pero el autor quiere insistir sobre todo en la normalización de la cultura de masas, no únicamente en los movimientos excepcionales. La que está basada en la implantación del deseo como ontología del capitalismo. Es el motor que lleva a la creación de esta gran sociedad de consumidores que quedan atrapados en la nueva servidumbre del endeudamiento. Es el desplazamiento que señala Foucault del sujeto de derecho al sujeto del interés (en última instancia del deseo, dirá Vicente Serrano). La sexualidad como elemento clave en esta implantación perversa del deseo tiene un lugar importante en el recorrido de Foucault, como sabemos.Vicente Serrano sigue de manera muy sintética y certera, con algunas aportaciones originales, el recorrido de la biopolítica de Foucault como análisis de la postmodernidad. Pero hay además un esfuerzo por establecer un vínculo teórico y analítico entre Foucault y Spinoza, que son dos filósofos muy potentes que el autor conoce muy bien. Hay apuestas arriesgadas y sugerentes. En la comparación entre la propuesta ascética de Foucault y el tercer grado de conocimiento de Spinoza veo, de todas maneras, una gran diferencia. Me baso en el análisis que he realizado en mi libro
Ejercicios espirituales para materialistas. El diálogo (im)posible entre Pierre Hadot y Michel Foucault.Me parece que Hadot estaría en la línea de Spinoza y plantea una transformación por la verdad que sería diferente de la transformación por la práctica ascética que plantea Foucault. Muy interesante me resulta el "excursus" que hace Serrano para entrar en la comparación entre Spinoza y Hegel. Sobre todo, porque lo hace por una vía diferente a la estructuralista-alhusseriana de Pierre Macherey. Elige la vía histórica del idealismo ademán de Schelling-Holderlin, que con el mismo Hegel tuvieron una recepción a partir de Fichte por la vía de la negación y de la negación de la negación, es decir del devenir. Hegel critica la filosofía edificante de los estoicos en una línea que podía llegar a Foucault pasando por Spinoza. El punto clave es la contraposición entre la idea de libertad de Spinoza (y también Foucault) y Hegel. La primera entendida como autodeterminación y la segunda en términos metafísicos. Hegel critica a Spinoza una visión subjetiva de la libertad, ya que para Spinoza la libertad lo es de modos finitos. La libertad de Hegel es la del Espíritu Absoluto, pero ¿no es esta una vía para el totalitarismo?, se pregunta muy certeramente el autor.El libro plantea muchísimas cuestiones interesantes y abre muchas preguntas. Planteo algunos de los debates que me ha sugerido.Tema de los afectos y el deseo. Cuestión fundamental que tiene que ver con la relación mente-cuerpo. ¿Son los afectos afecciones del cuerpo o es lo que aparece en la mente a partir de las interacciones de los cuerpos? ¿Dónde situamos aquí las aportaciones del psicoanálisis, especialmente el lacaniano ?Cuestión de las ideologías. Serrano plantea que el concepto ideología es superado por la biopolítica. ¿Lo es realmente en concepciones profundas como las de Althusser, Terry Eagleton o el mismo Zizek, que el autor cita?¿Es el deseo la ontología del capitalismo o lo es la mercancía ? Hay que profundizar y matizar algunas de las críticas que el autor hace a Marx.Hay todo un trabajo crítico a desarrollar sobre el cual Vicente Serrano Marín abre vías fecundas. Quizás la pregunta fundamental es cómo podemos transformar el legado de Michel Foucault en un instrumento para la emancipación y no en un complemento del neoliberalismo. Cómo hacer que su ascetismo no sea la autodisciplina que sustituya a la sociedad disciplinaria de los cuerpos o no pueda ser rentabilizada en una concepción de la vida como una empresa. Como fortalecer una tradición que articule a Foucault con Spinoza y con Marx en una propuesta republicana al neoliberalismo. Cómo entender las tecnologías digitales como innovaciones que nos abran caminos de libertad en lugar de servidumbre.El libro de Vicente Serrano Marín es un libro arriesgado, pero también consistente. Da que pensar y nos permite, de una manera más específica, encontrar vinculaciones entre dos pensadores tan potentes e imprescindibles como Spinoza y Foucault. El tema de la biopolítica es, por supuesto, una vía para avanzar. Yo sugeriría que aparte de las aportaciones de filósofos como Agamben o Expósito también se recogieran las aportaciones, más empíricas, de los llamados anglofoucaultianos como Nikolas Rose.