Escrito por Luis Roca Jusmet
Cornelius Castoriadis dice irónicamente que Freud inventa el concepto de
imaginario pero al mismop tiempo lo reprime
porque está dominado por el paradigma positivista. Este paradigma es heredero de la metafísica realista tradicional aristotélica, que tiene como base la idea de identidad.
Lo que propone Castoriadis es radical: asumir las consecuencias y llevar hasta las últimas consecuencias el descubrimiento freudiano. De esta manera,
el imaginario, que él adjetiva como
radical, es ni más ni menos que
la matriz constituyente a partir de la cual percibimos, pensamos y actuamos, tanto a nivel individual como social.
Lo simbólico (vinculado por Lacan al lenguaje y a la ley) será una sola de una de sus manifestaciones (al igual que la fantasía) .La percepción será en cierta forma un efecto de este
imaginario radical, ya que aparece como el que permite dar un sentido a lo visible y por tanto estructurarlo como tal. Hay así una configuración de la realidad externa a partir de un flujo de representaciones, ligados a afectos y deseos, que es el que constituye justamente el imaginario.
Castoriadis critica como error básico de la metafísica identitaria el considerar la imagen y el concepto como representación. Re-presentar es hacer presente lo que estaba ausente y para Castoriadis este planteamiento se basa en lo que llama
el paradigma identitario. Este paradigma parte de la equivocada concepción que la percepción como recepción de una entidad independiente que es el mundo real. Esto es una especie de
fetichismo de la realidad, porque no entiende que la realidad es lo que nosotros configuramos como tal. Damos un significado a las cosas a partir de conceptos que de manera arbitraria reúnen y separan objetos. Y a estas clasificaciones convencionales les damos una existencia objetiva, como si fueran propiedades de lo real. Pero es desde los conceptos, creados por nosotros, como estructuramos los objetos percibidos a partir de unas determinadas ordenaciones lógicas. Es un proceso consustancial al lenguaje, que es un código de significaciones.
Pero la hipótesis de Castoriadis es nominalista. El
imaginario radical es la base de los nombres y los conceptos. Pero, al contrario de los empiristas, no considera que la base sea la percepción. Aquí critica a Jean-Paul Sartre cuando en su ensayo "L´imaginaire" señala la importancia de lo imaginario como horizonte de la libertad, de la acción posible que el ser humano imagina. Pero lo hace contraponiéndolo a la percepción, vía única del conocimiento,
La percpeción se constituye desde lo que nos llega del exterior a través de los sentidos, pero también desde una matriz, que es el flujo de imágenes vinculados a afectos e intenciones. Es una especie de magma que funciona como un haz indefinido de remisiones interminables que conectan de una a otra. Un red, en definitiva, irracional, a partir de la cual construimos el lenguaje y los conceptos y damos significado a la percepción.
De todas maneras, Castoriadis evita derivas idealistas-solipsistas. No se trata de afirmar que inventamos un mundo. La realidad existe independientemente de nuestra mente. La percepción es una imagen global que se forma en la mente que extrae sus materiales del exterior.
¿ Cómo se forma esta psique que constituye este imaginario radical ? La psique se forma cuando la criatura biológica se transforma en ser humano y el
imaginario radical es lo más arcaico del ser humano socializado. De este magma que es un flujo de imágenes-afectos-intenciones surgirán todas las formaciones mentales derivadas, como los conceptos. La criatura humana introyecta en sus inicios este
imaginario social pero al mismo tiempo se proyecta en él a partir de sus experiencias. Es una interacción. Se configura, por tanto, desde un aspecto histórico -cultural ( particular) y otro aspecto que es la experiencia individual ( singular). No hay, por lo tanto, una perspectiva humana universal, como en Kant.
El imaginario social es el conjunto de significaciones que recibimos de las instituciones. La institución es, para Castoriadis, cualquier producto social, sea la lengua, la familia, el parlamento, la escuela, la empresa o la iglesia. las significaciones establecen las creencias, las normas, los valores. Estas significaciones son de dos tipos. Unas son las imaginarias y otras son las lógicas. Las primeras, que es este fluido de imágenes conectadas entre sí, ligadas a afectos y a impulsos, es irracional. La segunda, son los conceptos, basados en la razón identitaria, en la lógica de unir y separar en conjuntos. Es una derivación de la anterior.
El imaginario social es el filtro perceptivo inicial que selecciona y condiciona las percepciones, dándoles un sentido. Funciona como un automatismo de manera no consciente. Genera lo que es posible ver,decir y hacer en cada colectivo humano. Es concreto y está históricamente determinado. Los humanos somos en parte su producto, aunque a partir del imaginario que recibimos también establecemos las peculiaridades nuestro imaginario singular, que aunque se enmarca en el social tienen capacidad de transformarlo. Habría que pensar las semejanzas y diferencias con el "enunciado" de Michel Foucault. También con "la ideología" de Althusser.
El debate más interesante es, de todas maneras, con Lacan. Castoriadis, que inicialmente fue discípulo de Lacan, rompe con él para establecer su propia teoría. Su crítica consiste básicamente en esta concepción del imaginario radical a partir de la cual deriva lo que Lacan llamaba lo simbólico. Lo simbólico, que engloba las estructura lingüísticas y normativas, es para Lacan más importante, más sólido, que lo imaginario. La lengua, para Lacan, es lo más radical, y dentro de él el significante pesa más que el significado, que tendría que ver con lo imaginario. Para Lacan, queda además lo que llama "lo real", que se escapa a lo imaginario y lo simbólico. Para Castoriadis lo simbólico, que es la lengua y las normas, se deriva del imaginario y nada escapa de él.
Es, en todo caso, un debate muy interesante el que plantea Castoriadis.