Escrito por Luis Roca Jusmet
A principio de los años 70 una amiga me explicó que en el curso de sociología que impartía un profesor asociado de la Universidad Autónoma de Barcelona las lecturas que aconsejaba era "República" de Plátón, "Imágenes y símbolos" de Mircea Eíade y "El reino de la cantidad y los signos de los tiempos" de René Guenón. Al margen de lo curioso de la bibliografía me llamó la atención el último autor,que no me sonaba de nada. El título del libro era, de todas maneras, sugerente. Leí la obra y me pareció absolutamente inclasificable y de una radicalidad muy extraña. Una crítica absoluta de la modernidad y la defensa de algo enigmático a la que llamaba Tradición. Seguí leyendo libros de René Guenón e investigando sobre el personaje, la corriente en la que podía enmarcarlo y, sobre todo, adonde conducían sus planteamientos.
Continué por " El hombre y su devenir según el Vedanta" que me pareció una introducción extraordinaria a la metafísica del hinduismo. Luego "La crisis del mundo moderno", en la línea del "reino de la cantidad". Posteriormente "El rey del mundo", otro libro extraño. "El simbolismo de la cruz", muy centrado en el estudio del símbolo. "Los estados múltiples del ser" me parecieron un ensayo de metafísica muy sugerente. Y finalmente un libro relacionado con algo que me interesó en una época , que era la sabiduría china" : "La Gran Tríada".
Estos libros me permitieron una cierta inmersión en una obra que me pareció interesante pero me despertaba muchas reservas porque intuía que podía conducir a posiciones éticas, morales y políticas muy reaccionarias.
Respecto al personaje leí "La vida simple de René Guenón" de Paul Chacornac. Distanciándose de la idealización, fruto de la admiración del autor por el portagonista de su obra, el texto nos permite reconstruir la peculiar vida de René Guenón. Nacido en Blois, en 1886, hijo de un arquitecto, se interesó por la francmasonería y grupos similares. Se familiarizó con el hinduismo, el islamismo y el taoismo, en sus versiones más esotéricas, a través de diversos encuentros con personas y grupos. Guenón fue aprendiendo sánscrito, árabe y se convierte en un políglota. Se dedica durante unos años a la enseñanza pero luego se vuelca totalmente en la escritura. El año 1928 muere su esposa y dos años más tarde viaja a El Cairo, donde se queda a vivir hasta su muerte, en 1951. Allí se convierte al islamismo, adoptando el nombre de , en 1934 se casa con la hija del jeque Mohamed Ibrahim y en 1949 consigue la nacionalidad egipcia. Su nuevo nombre "Al wahid" ( El único). Criticó el teosofismo, el espiritismo y el sincretismo ( del que la "new age" es la peor expresión) sin concesiones.
René Guenón se sitúa a sí mismo en la línea de una Tradición primordial que transmite al hombre de una forma esotérica y de donde proceden todas las ortodoxias verdaderas. Se trata de un conocimiento secreto y dogmático, por lo tanto.Todo esto lleva a una concepción totalmente jerárquica del ser humano. Guenón seduce a los que experimentan el malestar de la sociedad contemporánea hablando del Kali-Yuga, o estado de la máxima confusión, para diagnosticarla. Pero ¿ cuál es el remedio que propone ?
Aquí está el problema, por lo menos para mí. Porque al final parece que son las formas de vida más comunitaristas, conservadoras, fundamentalistas y cerradas las que se acaban defendiendo.
René Guenón tuvo influencia sobre reconocidos fenomenólogos y hermeneutas de las religiones y estudiosos del simbolismo, como Mircea Elíade y Ananda Coomaraswamy. Pero ambos tuvieron un cierto reparo en reconocerlo abiertamente, por el carácter absolutamente radical y antiacadémico de Guenón.
Vale la pena reconocer el esfuerzo de pensadores como Agustín López Tobajas, traductor de Guenón, para situar su pensamiento en unas coordenadas diferentes del tradicionalismo conservador y reaccionario. López Tobajas que han hecho una lectura de Guenón desde una crítica de la modernidad ( "Manifiesto contra el progreso" ) desde una valores ecologistas y de un espiritualismo abierto.
Guenón interesó, paradójicamente, a sectores hetorodoxos y disidentes como André Bretón o Antonin Artaud. O en nuestro país a poetas innovadores y progresistas políticamente como José Corredor-Matheos.
Lo que he pretendido con este artículo es, simplemente, dar a conocer a un escritor, muy desconocido fuera de sus círculos de culto, que merece ser conocido. No como seguidores ( no es este mi planteamiento) sino porque por su radicalidad nos da que pensar. Justamente a lo largo de mi vida, desde hace más de cuarenta años, he ido conociendo a personas que, desde vidas y maneras de pensar muy diferentes, se interesaron por Guenón. Y de alguna manera, como a mí, nos marcó su lectura. Y de tanto en tanto, por una razón u otra, volvemos a pensar en él. Como me ha ocurrido a mí y sea este texto mi testimonio de su existencia.