Reseña
Historia de la sexualidad IV. Las confesiones de la carneMichel FoucaultEdición establecida por Fréderic GrosEdición y presentación Edgardo CastroTraducción de Horacio PonsMadrid: Editorial Fondo de Cultura Económica, 2018454 páginas
Después de 34 años de espera a principios del 2018 se publica el tomo IV de la “Historia de la sexualidad” de Michel Foucault. El año 1984 es además el de su muerte prematura, a los 56 años y a causa del SIDA. Con el tomo IV culmina el proyecto iniciado bastante años antes, que debía constar de cinco volúmenes y cuyo primer tomo aparece en 1976. Los tomos segundo y tercero se publicarán en 1984, poco antes de su muerte. Hablar de historia de la sexualidad es, en realidad, poco preciso, ya que es la historia que va de “la aphrodisia de los antiguos” (griegos y romanos) a “la sexualidad de los modernos”, pasando por la “carne” del cristianismo medieval. Si los nombres son distintos es porque se constituyen como tres “objetos” diferentes. En lo que ahora llamamos “sexualidad” no hay nada, considera Foucault, de natural. Es un fenómeno histórico constituido por campos de saber, por relaciones de poder y por formas de constituirnos como sujetos. Pero el recorrido que realiza Foucault en este trayecto es totalmente discontinuo, tanto conceptual como temporalmente. No es una historia cronológica y sistemática. El primer tomo se llamó “la voluntad de saber” y se refería al concepto moderno de sexualidad. Es, en cierta manera, una arqueología del psicoanálisis, sobre todo en la medida en que esta disciplina es la más paradigmática e influyente de nuestro tiempo. Este primer tomo, muy denso y poco extenso, tendrá un gran impacto en muchos campos. Pasarán los años y en este tiempo Foucault dará un giro importante en sus invesatigaciones. Señalemos sobre todo su preocupación, a principios de los ochenta, por la relación entre sujeto y verdad. ¿Cómo el hombre se constituye a la vez como sujeto y objeto de un saber y de sus propios actos ¿cuándo comienza a aparecer el imperativo de decir la verdad de lo que uno es? Toda esta problemática le lleva a interesarse por unas épocas bien diferentes de la que había tratado en sus investigaciones anteriores (la formación de la modernidad) : son la época antigua grecorromana y los inicios del cristianismo. El resultado es un vuelco de su historia de la sexualidad. Los volúmenes segundo y tercero (“El uso de los placeres” y “La inquietud de sí”) retroceden bruscamente en el tiempo. Es el momento en que Foucault trata el tema de la parrhesía en la Antigüedad. “El uso de los palceres” trata como el pensamiento griego clásico reflejó el comportamiento sexual (“aphrodisia”) inicialmente en función del placer y luego va introduciendo una ética ascética para limitarlo, todo ello expresado en cinco ejes: relación con el cuerpo, relación con la esposa, relación con los jóvenes y relación con la verdad. Esto último llevará a la problemática de “La inquietud de sí”, el de una ascética entendida como arte de vivir y el del cuidado de uno mismo, que coincidirá con lo tratado en su curso 1981-2 del Collège de France, “La hermenéutica del sujeto”. La elaboración del cuarto volumen, que es el que nos ocupa, es compleja. Lo hace en el momento de su estudio sobre “los actos de verdad” y el “poder pastoral” articulados con prácticas de obediencia en el marco de la gubernamentalidad de 1978. La redacción definitiva fue entre 1981 y 1982. Para el establecimiento de esta edición póstuma se ha contado con el manuscrito que en 1982 Foucault entregó a la editorial Gallimard. El libro, hay que plantearlo de entrada, es mucho más largo y más duro de lectura que los tres anteriores. Hay mucha documentación comentada, de Clemente de Alejandría a Agustín de Hipona pasando por otros Padres de la Iglesia. A veces resulta algo arduo, por lo preciso y rigurosos, pero su interés es fundamental. “La carne”, teorizada por los pensadores del cristianismo de los primeros siglos de nuestra era, es una conceptualización clave para entender el nexo que se establece en Occidente entre la sexualidad, el sujeto y la verdad. Es a través de esta relación como se va configurando una hermenéutica del sujeto centrada en el deseo sexual.
El libro está dividido en tres partes. La primera dedicada a lo que llama “la formación de una nueva experiencia” en el cristianismo, que aborda los temas de la creación/procreación; del bautismo, de la “segunda penitencia , donde el sujeto bautizado debe decir la verdad, confesarse como acto de conversión, en el que pasa a ser otro ; finalmente “del arte de las artes “ , es decir la dirección espiritual, el examen de uno mismo, el control atento de actos y pensamientos por parte del sujeto. La segunda parte está dedicada a la virginidad: “ser virgen”. No era solo el resultado de un código de prohibiciones sexuales que conducía a la abstinencia. Era mucho más. Es un estado de pureza singular, una especie de ejercicio del alma consigo misma, un trabajo interior que conduce a la inmortalización del cuerpo. Viene a ser una especie de separación del cuerpo, de su sexualidad, para recuperar la pureza de corazón. Es, en definitiva, un combate espiritual contra el vicio de la fornicación. Todo ello implica una subjetivización de la sexualidad, que implica una determinada relación con uno mismo y con el otro, la búsqueda de la verdad de uno mismo. Todo ello, señala, llevará a la sistematización y transformación realizadas por las tecnologías del yo de la vida monástica. La tercera parte está dedicada al matrimonio: “estar casado”. A partir del siglo IV se desplaza el interés hacia el matrimonio. No hay que olvidarse de los cristianos que están en el mundo, por supuesto, y no retirados en la vida monacal. Hay que promocionar espiritualmente el matrimonio, no solo la castidad. Hay toda una reglamentación del matrimonio, entendido en clave patriarcal. Aquí está el primer capítulo de esta parte: “los deberes de los esposos”. El segundo lo titula “el bien y los bienes del matrimonio”. El matrimonio también es un sacramento, hay que darle un valor. Ello implica una reglamentación de la vida sexual basada en una concepción del hombre como sujeto del deseo y de derecho que tendrá profundas implicaciones en Occidente. Esto último da lugar al último tema de esta tercera parte: “la libidinización del sexo”. La sexualidad aparece como una fuerza involuntaria que nos sacude, que está asociada a un mal, al pecado original, a la falta primigenia de la especie humana. Es interesante señalar la continuidad que ve Foucault entre la moral cristiana y moral alejandrina-romana, sobre todo la estoica. Continuidad relativa, por supuesta, porque los planteamientos y los fines son otros.En el estoicismo estaban al servicio de la economía de los placeres y las fuerzas, es decir del arte de vivir. En el cristianismo se ligan a la obediencia y a la promesa de otra vida. Pero no solo esto, ya que el cristianismo vinculó la sexualidad (“la carne”) con el sujeto, la verdad y el derecho de una manera que marcará totalmente la dinámica occidental. El libro se complementa con cuatro apéndices muy valiosos, que complementan bien el texto central. ¿Qué decir del libro? Que es indispensable para los que quieren conocer a Michel Foucault o la temática tratada, que no es solo la historia de la sexualidad sino de la moral occidental. El libro no es difícil, aunque sí de lectura algo ardua. Muy riguroso, muy sugerente. Una buena edición y una impecable traducción. Vale la pena el esfuerzo-