Escrito por Luis Roca Jusmet
Mis primeras inquietudes filosóficas aparecen, muy confusas, en la adolescencia. Lecturas que pudieran responder a mis preguntas sobre la identidad y el sentido de la existencia. Referencias para cubrir un vacío, brújulas para orientarme en la vida. Faltaba, en mi vida, la función paterna. Lecturas apresuradas que producen siempre una indigestión. A esta edad no sabía digerir ( o "rumiar" como decía Nietzsche. Recuerdo vagamente estas lecturas ( entre los quince y los diecisieta años). Un poco al azar pero siempre en conexión con esta demanda interna.
Recuerdo tres libros del escritor inglés Somerset Maughan. El primero fue "Servidumbre humana", el relato autobiográfico, doloroso y patético, de un hombre con complejo de inferioridad aquejado por una cojera. Yo no tenía ningún defecto físico pero estaba cargado de complejos. Y para mí, como para el protagonista, "el infierno eran los otros ". La expresión era de Sartre, del que cogí cuatro tópicos de su época existencialista y leí también, un poc más tarde, "La náusea". Marcó un primer itinerario que ha marcado mi existencia : mi interés por la psicología, por el psicoanálisis, por los trastornos, por las neurosis y las psicosis. La segunda lectura fue "Soberbia", una biografía de Paul Gaugin. Marcó un segundo itinerario . mi atracción hacia las personalidades singulares, por los estilos de vida alternativos, el rechazo de la vida burguesa. Quizás algo tuvo que ver con mi interés por Nietzsche y por "el último Foucault", cuando definía "una estética de la existencia", la vida "como obra de arte".
El tercero, y más significativo, fue "El filo de la navaja". La búsqueda de la Verdad, que pasaba por pruebas existenciales y el encuentro con Oriente. Mi viaje a la India; el interés por el hinduismo, el budismo y el taoismo;la práctica del yoga, el qigong y el taijiquan. El viaje inciático hacia el conocimiento que pasa por todas las experiencia, desde vitales hasta libresca.
El otro autor fue Dostoievski, espléndido retratista de las pasiones humanos. Un gran psicólogo, el mejor, diría Nietzsche. "Crimen y castigo", "Los hermanos Kamarazov"... lo humano desde la desmesura, la pasión que nos arrastra y nos esclaviza... Otra vez la psicología. Esta psicología no académica que el gran psiquiatra Carlos Castilla del Pino elogiaba en sus últimos escritos.
Me atraía mucho la poesía de Baudelaire y de Rimbaud. Más por lo que significaban que por el goce estético, que nunca he tenido mucho hacia la poesía.
El primer filósofo que leí directamente fue, si no me equivoco, Nietzsche. Su "Así habló Zaratustra" me impactó profundamente, por su estilo arrebatador, desmesurado. Por su apuesta por la vida, por una vida de profunda intensidad.
Hablo de primeras inquietudes filosóficas y me refiero a literatura. Y no a una inclinación racional sino a la angustia como motor y la búsqueda de una salida vital, no intelectual.
¿Cómo no iba a seducirme décadas más tarde la idea de Pierre Hadot de que la filosofía es una forma de vida?
En todo caso la literatura y la psicología siempre me han interesado desde un punto de vista filosófico, es decir desde la reflexión sobre el sentido de lo humano.
A todo ello hemos de sumar mis estudios escolares de filosofía. Estudié bachillerato en los Escolapios. Hablo del bachillerato de seis años, que se iniciaba a los diez años y se acababa a los dieciséis. en mi caso, por razones que no vienen al caso, lo acabé a los dieciocho años. Mi curso de filosofía de sexto de bachillerato me marcó profundamente. El profesor, el padre Buenaventura Pedemonte, supo transmitirme la pasión por la verdad filosófica.El año siguiente, en el COU Jaume Bofill, el padre escolapìo Maymó mantuvo y reforzó esta impresión.
Mi primer curso universitario, 1973-4. Me matriculé en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Me matriculé en Psicología y no en Filosofía. Mi fantasía era ser psicoanalista. Las lecturas de Freud, que ya inicié en esta época, me impactó radicalmente. Y también Carlos Castilla del Pino. Profunda decepción. El segundo año le dejé. Y empecé un año en la Facultad de Historia, que también dejé.
Mucha dispersión y poca filosofía en estos tres años universitarios. En este tiempo estudié el primer año de Sociología en el ICESB.
Un libro con el que tropecé y que me marcó fue "El sermón del ser y del no ser" de Agustín García Calvo.
Tiempo de mimetismo con la moda de la contracultura. Alan Watts y sus escritos sobre taoísmo y zen...Lecturas de Herman Hesse "Sidharta", "Demian". Y algo de los precursores de la generación "beat" : "En el camino" de Jck Kerouac, poemas de Allen Ginsberg. Aldous Huxley : "Las apuertas de las percepción", "La isla". El camiono apuntado en la adolescencia a partir de la lectura de "El filo de la navaja".
Tiempo de compromiso político, atracción por el marxismo duro de Althusser. Lecturas dispersas de textos de Marx. Militancia troskista. Formación de partido con textos del ideólogo del grupo, Juan Colomar.
El año 1976 abandono la Universidad. Vienen cuatro años muy desérticos vital y filosóficamente. Algunas lecturas literarias que podían considerarse vinculadas indirectamente a la filosofía. "El cuarteto de Alejandría" de Lawrence Durrell ligado al perspectivismo. Lectura de Ernesto Sábato, "Sobre héroes y tumbas". Y "Confesiones de una máscara" de Yukio Mishima. También los diarios de Pierre Drieu La Rochelle.
Y leo un libro, al que accedo por azar, "El reino de la cantidad y el signo de los tiempos" de un enigmático pensador que reivindicaba la tradición esotérica : René Guenón.
¿ Una depresión ? Quizás. La deriva intelectual me lleva a la astrología...Fue una época muy dispersa en la que no me centré en nada y en la que mi inquietud filosófica quedó absolutamente diluida en mil movidas diferentes que más bien tenían la dinámica de una veleta que de un barco con algún rumbo... Mucha confusión, poca claridad. Más sombras que luces en la búsqueda de la verdad...
En conjunto fue el instante de ver lo que era la filosofía, a través de algo que se iba forjando en el imaginario y que luego fui trabajando. La filosofía como trabajo conceptual, pero entendiendo por por ello la verdad transformadora capaz de dar un sentido a la existencia.