Una de Despentes:
"A los hombres les gusta hablar de las mujeres. Así no tienen que hablar sobre sí mismos. ¿Cómo se explica que en los últimos treinta años ningún hombre haya producido un texto innovador sobre la masculinidad? Ellos que son tan locuaces y tan competentes cuando se trata de disertar sobre las mujeres, cómo se explica ese silencio sobre sí mismos? Porque sabemos que cuanto más hablan, menos dicen. Sobre lo esencial, sobre lo que tienen en la cabeza. ¿Quizás quieren que seamos ahora nosotras las que hablemos de ellos? ¿Querrán, por ejemplo, que digamos qué es lo que pensamos nosotras, desde fuera, de sus violaciones colectivas? Diremos que ellos quieren verse follando entre ellos, mirarse las pollas los unos a los otros, empalmarse juntos, diremos que tienen ganas de metérsela entre ellos por el culo. Diremos que de lo que tienen ganas, realmente, es de follar entre ellos. A los hombres les gustan los hombres. Nos explican todo el rato cuánto les gustan las mujeres, pero todas sabemos que no son más que palabras. Se quieren entre hombres. Se follan unos a otros a través de las mujeres. [...] Se miran a sí mismos en el cine, se dan los mejores papeles, se sienten potentes, fanfarronean, alucinan de ser tan fuertes, tan guapos y de tener tanto valor, se apoyan. [...] Pero entre las cosas que les han inculcado bien está el miedo de ser marica, la obligación de que les gusten las mujeres. Así que se sujetan. Refunfuñan, pero obedecen. Y de paso, furiosos por tener que someterse, le dan un par de hostias a una o dos chicas.
Hubo una revolución feminista. Se articularon discursos, a pesar del decoro y frente a la hostilidad. Y eso sigue en marcha. Pero, de momento, nada con respecto a la masculinidad. Un silencio aterrorizado de chavales frágiles. Ya basta."Virginie Despentes: Teoría King Kong, p. 118