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No me negarán que tiene su guasa. En estos tiempos de poshumanismo, de transhumanismo y de exaltación de lo anfibio, mientras en la Academia los nuevos filósofos no se ponen de acuerdo a la hora de definir qué es un humano (dejemos para otro día los problemas de la definición de "hombre" o de "mujer"), nuestras máquinas tienen la respuesta. Nos expenden el certificado de humanidad.
III
Preparando la sesión de mañana en la Tatiana pensaba que el hombre es capaz de lanzar hipótesis sobre el conjunto de su trayectoria vital desde el lugar límite de esa trayectoria, desde la muerte. Tanto es así que, como vio David Brooks, las virtudes que nos gusta lucir en un CV para quedar bien no son las que nos gustaría oír de nosotros en nuestro funeral.
I
Día productivo. He dado un largo paseo. He comido cosas requetesanas. He bebido mucha agua. He preparado los compromisos de esta semana y he hablado con una monja encantadora (aún sigo encantado).
II
He comenzado a leer las mil páginas de la biografía de Kierkegaard escrita por Joakim Garff. Voy por la 131. La información es demasiado prolija y acaba confundiéndome (lo de los árboles y el bosque, ya saben).
III
Preparando una intervención sobre Balmes que tengo el miércoles en Vic descubro lo esencial: en el fondo del alma de Balmes, por debajo de su apologética, de su filosofía, de su Criterio, de su periodismo, de su sociología, de su poesía... lo que hay es un botiguer espantado porque mira a su alrededor y no puede dejar de preguntarse: "¿Y això qui ho paga?"
La verborrea ultra sobre la Europa de las naciones ignora a sabiendas de que vivimos un momento hobbesiano: el miedo que provoca la percepción cada vez más real de que estamos en guerra nos reencuentra inevitablemente con la soberanía, con un nuevo estado en forma de Leviatán europeo. Mientras todo lo que representa Europa se debilita (nuestros valores, hegemonía e influencia), avanzamos hacia una mayor integración desde la necesidad de una política exterior y de defensa comunes. Y mientras los ciudadanos vivimos con horror la escalada bélica y retórica, la mayoría aplaudimos la acogida de refugiados ucranios y la ayuda humanitaria a Kiev. Sin apoyar la guerra, sí tomamos conciencia de que compartimos valores supranacionales —los derechos humanos, el Estado de derecho y la democracia— que solo pueden salvaguardarse desde esa misma escala: el miedo como origen de un Estado soberano es tan viejo como Hobbes.
Máriam Martínez-Bascuñán, ¿Un nuevo Leviatán europeo?, El País 07/04/2024
La propia sociedad, en cada momento hay una moral que sirve de límite sobre aquello que puede ser objeto de risa, esa moral pone limite a lo desagradable, al mal gusto, a lo feo, a lo discriminatorio. Decide qué es y no risible. Hoy en día tenemos a los programadores de contenidos de humor, ahí sí vemos que cada canal o cada humorista o guionista tiene su veta particular, y sancionan aquello de lo que nos podemos reír. Hasta la década de los 90, nadie se podía reír de la monarquía, hasta que, en la televisión catalana, salió un individuo imitando al rey. Se dice que la propia Casa Real envió sus quejas, pero ese tipo abrió la veda. A veces no nos reímos de determinadas cosas hasta que alguien es lo suficientemente atrevido para hacerlo y la cuestión pasa a ser objeto de risa.
Este asunto que planteas es muy interesante. Por una parte, hay un elemento desacralizador en la risa, los que ríen tienen la sensación de que basta esa risa para compartir el hecho de que el emperador está desnudo. Se comparte entre los que ríen la sensación o creencia de que con esa risa están cuestionando al poder, incluso contribuyendo a despotenciar ese poder con la risa. Pero la risa también consolida ese poder, en cierto modo. Lo vemos en los programas de televisión en los que se emplea la sátira política. Todo político quiere ser objeto de sátira porque es una manera de mostrar su importancia. Por eso todos quieren estar ahí, ser parodiados y, a través de la risa, convertirse en un político mainstrem. La risa tiene un efecto desacralizador y normalizador. No está claro que solo riendo se desacralice algo realmente, ni que se reste autoridad a quien la tiene; de hecho, si observamos el ejemplo del bufón, al que se le permite la risa magnánimamente por parte de quien manda, podemos deducir que el que ostenta el poder no ve un peligro en la risa. Si quien manda tolera la risa es porque puede que vaya en beneficio suyo.
Esther Peñas, entrevista a Daniel Gamper: "Si quien manda tolera la risa es porque puede que vaya en beneficio suyo", ethic.es 02/04/2024
La ensayista británica Karen Armstrong afirma que buena parte de la historia humana ha estado presidida por dos formas de pensar, hablar y lograr conocimiento del mundo: el mythos y el logos. La primera no es una mera fase primitiva de la segunda. Ambas son rutas complementarias y esenciales para buscar la verdad. Según Armstrong, el logos se ocupa de los logros prácticos; el mythos, del significado. Los seres humanos –escribe– somos criaturas en perpetua búsqueda de sentido. Si carecemos de él, caemos de bruces en la desesperación. Los mitos y la literatura permiten que la gente atisbe realidades más hondas, cobijos simbólicos para nuestro precario existir. Necesitamos encaminar hacia un horizonte revelador nuestras vidas y persuadirnos de que tienen un sentido y valor palpables, pese a los errores y extravíos, más allá de cada disparate reincidente, de cada trompicón y traspiés.
A menudo pensamos que las leyendas pertenecen a tiempos tribales y que nos llegan —en nuestro mundo moderno, racional y evolucionado— como un rastro de humo procedente de hogueras encendidas en el amanecer de los tiempos. Pero la historia sigue entretejiéndose hoy con los mimbres de los símbolos más que de los hechos. El siglo XX creó mitos extremadamente destructivos, que gestaron terroríficas masacres y genocidios. No podemos oponer resistencia a esos mitos solo con argumentos lógicos, razones que no hablan el lenguaje de los temores, deseos y rencores profundamente enraizados. Se necesitan otros relatos poderosos, en son de paz. Gracias a las narraciones forjadas al calor del encuentro logramos —a veces, tal vez— afrontar juntos las ansiedades de las que está constelado este nervioso presente.
Irene Vallejo, El ombligo de los sueños, El País 07/04/2024
Además de las diferencias más notables que hacen a Nietzsche distanciarse de Platón y, a su vez, construir las bases de su propia filosofía no racionalista, pueden apreciarse semejanzas entre ambos pensadores. Aunque no lo parezca, existe todo un puente que conecta el idealismo platónico con la filosofía política de Nietzsche. Tanto él como Platón plantean un mismo ideal aristocrático, cuya realización dista mucho de ser aplicable en la realidad de una sociedad democrática.
Pese a que ambos pensadores reivindican dos líneas de pensamiento distintas, esto es, una racional, centrada en el bien común, y otra pulsional, más individualista, el objetivo al que aspiran es muy similar: una transformación política y social, que garantice la soberanía de los mejores, ya sean estos entendidos como transmutadores de valores (Nietzsche) o como conocedores de ideas (Platón).
Dentro de las principales características que pueden catalogarse como más cercanas, cabe destacar el rechazo a la democracia. Tanto para Platón como para Nietzsche, era necesario reestructurar la organización social de su época en forma de aristocracia, pues consideraban que ni el gobierno ni la forma en que este se estructuraba eran las adecuadas. Ambos filósofos son críticos con su presente, cuya decadencia, sea vista desde un punto de vista u otro, era debida a una misma causa: la incompetencia de quienes gobiernan.
Es clara la rabia y el recelo con el que ambos pensadores atacaron el orden social en el que les tocó vivir. En el caso de Platón, la democracia y su forma de proceder por sorteo no es considerada una buena medida para con el bienestar de una comunidad, pues si la persona elegida no sabe lo que tiene que saber, es decir, no ostenta una naturaleza o alma capaz de contemplar la Idea de Bien, no podrá guiar correctamente a la sociedad.
A su vez, según Nietzsche, la democracia hace que las personas menos capacitadas puedan instaurar un control y dominio sobre los más aptos, lo que es contra natura, es decir, insano, injusto y perjudicial no solo para estos individuos, sino también para la sociedad en su conjunto, pues impide su normal desarrollo.
Platón y Nietzsche subrayan la especial necesidad de seleccionar correctamente a las personas que por su naturaleza y preparación son más adecuadas para liderar un Estado. Por un lado, el Estado ideal de Platón funciona de una forma correcta si y solo si cada individuo ocupa una posición determinada conforme a la naturaleza de su alma y educación (trabajadores, guardianes o gobernantes), que entre todos encaminen a la sociedad hacia el bien común. Escribe Platón:
«A menos que los filósofos reinen en los Estados, o los que ahora son llamados reyes y gobernantes filosofen de modo genuino y adecuado […] no habrá, querido Glaucón, fin de los males para los Estados ni tampoco, creo, para el género humano»Platón. (2018). Libro V. En C. Eggers Lan (Trad.), República (473 d. Vol. 3, p. 181). Gredos.Por otro lado, en la república del genio de Nietzsche pasa algo muy similar, pero sin llegarse a establecer ese bien común, sino la superación del hombre mismo gracias a la figura del superhombre. Al igual que la república platónica, el ideario político de Nietzsche también defiende que cada persona ostenta un cargo o papel en la sociedad, solo que esta vez sería conforme a su mentalidad de amo o esclavo.
Así, son estos últimos aquellos que deben obedecer las directrices de los más fuertes, permitiéndoles ejercer su voluntad de poder para dar la bienvenida a ese nuevo tipo humano liberado que está por venir: «El esclavo es una figura necesaria en su política aristocrática. Sin esclavos no es posible la edificación de una gran cultura: este es el precio que ha de pagarse siempre para que el genio pueda crear y cumplir su cometido»1.
El ser humano, entendido como animal reprimido, solo podrá ser superado si logra volver a vivir una vida liberada de la tiranía de la razón cristiana, sin tantas coerciones y centrada exclusivamente en el sentido de la tierra: «Yo amo a quienes, para declinar y sacrificarse, no buscan una razón detrás de las estrellas, sino que se sacrifican en aras de la tierra para que un día pertenezca al superhombre»2.
En esencia, el superhombre es el fin o meta al que aspira toda la filosofía de Nietzsche, pues su política es una preparación del individuo y la sociedad para dar paso y cabida a esos nuevos filósofos que están por venir, cuyos valores transmutados no serán metafísicos, sino terrenales, es decir, por y para el ser humano.
Por eso para Nietzsche el hombre bueno y virtuoso es aquel que es consciente de su naturaleza instintiva; aquel que no está constreñido por la moral del rebaño y, por tanto, puede vivir una vida en plenitud, no ascética, desarrollando la totalidad de sus facultades: «El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre —una cuerda sobre un abismo […]. La grandeza del hombre consiste en ser un puente y no una meta: lo que se puede amar en el hombre es que es un tránsito y un ocaso»3.
Roberto Del Duca, Nietzsche y Platón, puntos de encuentro, filco.es 13/03/2024
Notas
1 Esteban Enguita, J. E. (2001). «El aristocratismo político de Nietzsche». En Nietzsche y la «gran política». Antídotos y venenos del pensamiento nietzscheano (vol. 5, p. 201). Cuaderno Gris.
2 Nietzsche, F. (2018). Primera parte: «Discurso preliminar de Zaratustra». En J. R. Hernández Arias (Trad.), Así habló Zaratustra (Vol. 2, p. 23). Gredos.
3 Nietzsche, F. Íbid (vol. 2, p. 23).
06/04/2024
I
Como quiero reducir el peso que soportan mis rodillas, ayer fui a la dietista. Primera visita. 60€.
II
Me pidió que me descalzara y me subiera a una especie de báscula que le envió al ordenador que tenía sobre la mesa un montón de gráficos.
III
Armada con los datos de la ciencia me lanzó una batería de consejos. La visita fue larga. 60€ dan para mucho.
IV
Fueron muchos consejos, insisto, pero solo hubo uno que me resultó nuevo. El resto coincidía con los que diariamente me da gratis mi mujer. Al levantarme he tomar una cápsula Omega3 con un vaso de agua.
V
He de añadir que, sin duda, mi mujer tiene una figura mucho más estilizada que la dietista.
He observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso.
[https:]] 05/04/2024Los derechos en la tradición liberal es el título de una conferencia pronunciada por la teórica liberal Judth Shklar en el año 1991, publicada luego en las revistas Colorado College Studies (en 1992) y Political Studies (en 2023); Página Indómita, editorial que está contribuyendo de forma meritoria a recuperar el pensamiento de esta destacada teórica política, traduce (Roberto Ramos Fontecoba) y publica. Su interés radica en la distinción que la pensadora de origen letón establece entre cuatro tipos de liberalismo según cuáles sean sus posiciones respectivas acerca del papel del derecho en una sociedad liberal. Nótese que la idea central que para Shklar define al liberalismo en su conjunto es que “la dignidad humana exige libertad de pensamiento y acción”. Salta a la vista que existen maneras distintas de interpretar el significado y evaluar las implicaciones de este principio; quien no se adhiera a él, empero, no podrá ser llamado liberal. Aunque bien es verdad que ni los colectivistas ni los paternalistas querrán ser llamados liberales: no creen que los individuos deban gozar de tales libertades.
¿Y cuáles son los cuatro liberalismos de Shklar? El liberalismo del desarrollo personal está influido por la tradición romántica y contempla la individualidad como el mayor bien humano; los derechos le interesan poco. Tampoco cuentan demasiado para el liberalismo de la seguridad jurídica, que persigue ante todo defender al individuo del Estado absolutista y arbitrario; su instrumento es el gobierno de la ley, llamada a proporcionar la seguridad necesaria para que las acciones libres de los individuos generen prosperidad y, con ella, un entorno favorable para el autodesarrollo personal. ¡No es poco! De manera parecida, el liberalismo del miedo –valiosa aportación conceptual de la propia Shklar– aspira a crear una sociedad donde las personas puedan vivir sin verse sometidas a la intimidación por parte de actores públicos o privados (lo que se aproxima, aunque los matices son relevantes, a la libertad como no dominación de los republicanos) y donde se intentan reducir las desigualdades para así evitar una excesiva concentración del poder. Shklar añade algo que muchos parecen haber olvidado: el liberalismo del miedo es también una “protesta contra las pasiones en la era de la ideología” que marcaron a sangre y fuego el siglo XX. De ahí que esta corriente entienda los derechos, sobre todo, como restricciones de aquello que el Estado y los demás –incluidos los grupos en cuyo interior nos socializamos o a los que pertenecemos– pueden obligarnos a hacer o impedir que hagamos.
Frente a esos liberalismos que conceden a los derechos –aunque no a la ley– un papel secundario, el liberalismo de los derechos sería aquel que los sitúa en el centro de la vida política. A su juicio, es característico de los Estados Unidos: “La filosofía pública de América siempre ha contemplado la realización de los derechos individuales como el objetivo de todas las instituciones legítimas”. Su origen estaría en la lucha religiosa, o sea en el intento por afirmar la libertad de credo frente a cualquier unitarinismo; una lucha que habría contribuido a la deslegitimación (primero) y desmantelamiento (después) de la esclavitud. Para Shklar, la Carta de Derechos –las primeras diez enmiendas a la Constitución estadounidense– debe contemplarse como “una educación política” del ciudadano. Claro que el liberalismo de los derechos presenta más de un problema; en particular, Shklar formula tres objeciones perdurables para las que no se ha encontrado una respuesta convincente. A saber: el liberalismo de los derechos conduce a la expansión de los poderes del gobierno, con el peligro correspondiente para la libertad personal; antepone la primacía de los derechos a la protección de esa libertad y carece de principios que hagan posible resolver los inevitables conflictos entre derechos.
Manuel Arias Maldonado, Casa Rorty XVII: Los derechos en la sociedad (i)liberal, Letras Libres 04/04/2024
Yo detesto la ejemplaridad aristocrática. No creo en una minoría selecta a la manera de Ortega y Gasset. No confío en esa clase privilegiada que solo pide a la gente, la masa, su docilidad a los que consideran mejores. Me producen alergia. Presumo de un espíritu igualitario muy profundo, según el cual todos somos ejemplo para todos y vivimos en una red de influencias mutuas. Frente a la minoría selecta busco a la mayoría selecta. Reivindico la vulgaridad, la normalidad, la aparente insignificancia de quien tiene vidas ejemplares cuya muerte produce un escándalo, repito. Eso va trenzando memorias que, cuando se generalizan, desembocan en costumbres, en una evidencia colectiva, sentimental que pueden conducir a esa mayoría selecta.
La vulgaridad contemporánea es un progreso de la civilización. Algo positivo, sí. Es la expresión provisional de la realización histórica del principio de igualdad. Una espontaneidad no educada. ¿Qué había antes? Una cultura aristocrática codificada. Hoy día, la vulgaridad ha barrido esa cultura, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La vulgaridad es el estado cultural de nuestro tiempo.
La democracia liberal es nuestra estación termini. No hay más progreso, nada mejor. Quienes lo quieren cambiar buscan destruirlo, y eso tiene un coste enorme. Nos dirigimos ahí. En lo político. En lo cultural, aún no. La vulgaridad es un punto de partida, no de llegada.
La vulgaridad debe dirigirse hacia una ejemplaridad igualitaria que acabará en una mayoría, no minoría, selecta. Pero si se tuerce lo político se irá todo al garete. Por eso, en mi libro, reclamo y desarrollo una teoría de la visión culta y un corazón educado. La visión culta consiste en tener una visión histórica y nos avisa de que lo podemos perder. El corazón educado pretende desarrollar unos sentimientos en dirección correcta. Amar y odiar, incluso, en la forma adecuada. Pero, insisto, todo puede ocurrir. Lo humano es un castillo de naipes sobre arenas movedizas.
Jesús Ruiz Mantilla, entrevista a Javier Gomá: "La vulgaridad es el estado cultural de nuestro tiempo. Y eso es bueno.", El País 06/04/2024
Durante los seis meses de ofensiva contra Gaza, el Ejército de Israel ha estado usando una base de datos desconocida hasta el momento, que emplea la Inteligencia Artificial (IA) y que sugirió el nombre de 37.000 personas como posibles objetivos por sus vínculos aparentes con el grupo palestino Hamás, según fuentes de la inteligencia israelí vinculadas a la actual guerra sobre Gaza.
Esas fuentes de inteligencia, además de hablar sobre el sistema 'Lavender', sostienen que oficiales del Ejército israelí han permitido la muerte de un número importante de civiles palestinos, especialmente durante los primeros meses del conflicto.
Israel, con el empleo de potentes sistemas de Inteligencia Artificial en su enfrentamiento con Hamás, ha entrado en un terreno desconocido para la guerra moderna, generando nuevas cuestiones jurídicas y morales, y transformando al mismo tiempo la relación entre las máquinas y el personal militar.
“Esto no tiene parangón en mi memoria”, afirma un agente de inteligencia que usó Lavender. En su opinión, un “mecanismo estadístico” es más fiable que los soldados en duelo. “El 7 de octubre todo el mundo perdió a seres queridos, yo también; la máquina lo hacía fríamente y eso lo hacía más fácil”, explica.
Otro agente que usó Lavender cuestiona que los seres humanos fueran mejores en el proceso de selección de objetivos: “Yo le dedicaba veinte segundos a cada objetivo y hacía docenas de evaluaciones por día; como ser humano no aportaba ningún valor añadido, más allá del sello de aprobación; [Lavender] ha ahorrado mucho tiempo”.
Los agentes confirman el papel central que ha jugado Lavender durante la guerra analizando grandes cantidades de datos para identificar rápidamente posibles combatientes júnior de Hamás a los que atacar. Al inicio de la guerra, y según cuatro de las personas entrevistadas, el sistema de IA vinculó con Hamás o con la YIP el nombre de hasta 37.000 varones gazatíes.
Lavender fue desarrollado por la Unidad 8200, cuerpo de espionaje de elite de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), comparable a la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Según varias de las fuentes, para autorizar el ataque contra varias categorías de objetivos, las FDI autorizaban de antemano un número estimado de muertes civiles considerado permisible y proporcionado. Dos de las personas que dieron su testimonio señalan que, en las primeras semanas de la guerra tenían permitido matar a 15 o a 20 civiles durante ataques aéreos contra militantes de bajo rango. Por lo general, los ataques contra ese tipo de objetivos se ejecutaban con municiones no guiadas, denominadas bombas tontas, que destruían casas enteras y mataban a todos los que se encontraban en su interior.
“No quieres gastar bombas caras en gente sin importancia; es muy caro para el país y hay escasez [de esas bombas]”, afirma uno de los agentes de la inteligencia israelí. Según otro de los agentes entrevistados, la cuestión clave era determinar los “daños colaterales” a civiles permitidos en un ataque. “Normalmente ejecutábamos los ataques con bombas tontas y eso significaba dejar que la casa entera se desplomara literalmente sobre sus ocupantes”, explica. “Pero incluso si un ataque es evitado, no te importa. Pasas inmediatamente al objetivo siguiente: con el sistema [de IA], los objetivos no se terminan nunca. Tienes a otros 36.000 esperando”.
Según expertos en conflictos, si Israel ha usado bombas tontas y destruido las casas de miles de palestinos de Gaza después de que la IA los vinculara con grupos armados, eso podría ayudar a explicar el número escandalosamente alto de muertos civiles en la guerra actual. Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, más de 33.000 palestinos han muerto desde octubre. Según datos de la ONU, 1.340 familias sufrieron múltiples pérdidas solo en el primer mes de guerra; de ellas, 312 perdieron a más de diez de sus miembros.
En respuesta a la publicación del reportaje en +972 Magazine y en Local Call, las FDI difundieron un comunicadoen el que defendían que habían respetado las normas de proporcionalidad del derecho internacional y que las bombas tontas eran un “armamento estándar” usado por los pilotos de las FDI de manera que tengan “un nivel alto de precisión”. El comunicado destacaba que Lavender era una base de datos “para cruzar fuentes de inteligencia, con el fin de producir varias capas de información actualizada relacionada con miembros militares de organizaciones terroristas”.
Bethan McKernan/Harry Davies, Israel emplea la IA en la masacre en Gaza y el combate con Hamás..., eldiario.es 04/04/2024
Llegiu més en [https:]]Les xarxes socials han anat transformant la nostra manera de percebre i interactuar amb el món que ens envolta. A través d’aquestes plataformes, ens trobem immersos en un univers virtual en què la comunicació, la interacció i la compartició d’experiències esdevé omnipresent. No obstant això, un fenomen que ha aparegut amb força és la influència que aquestes xarxes tenen en la manera com percebem i, fins i tot, vivim la vida.
A més a més, les xarxes socials també tenen un impacte en les nostres relacions interpersonals i en la manera com percebem els èxits i fracassos dels altres. L’exposició constant a les narratives construïdes per altres usuaris pot conduir a una idealització irrealista de les seves vides, generant sentiments de competició i inadequació. Així, les xarxes socials no només afecten la nostra percepció de nosaltres mateixos, sinó que també influeixen en les nostres relacions socials i en la manera com interactuem amb el món.
En una societat cada vegada més interconnectada, és innegable que les xarxes socials exerceixen un impacte significatiu en la forma en què construïm i projectem la nostra identitat. A través dels perfils en línia, seleccionem i publiquem els moments més destacats i elaboradament editats de les nostres vides, creant una imatge curosament que sovint es distingeix de la realitat. Aquesta tendència a mostrar una versió idealitzada de nosaltres mateixos pot conduir a una pressió constant per mantenir les aparences i a la comparació incessant amb altres persones, empitjorant la inseguretat i la insatisfacció personal.
També les xarxes socials actuen com a vehicles per a la difusió d’ideologies i valors específics. A través de la influència dels “influencers” i dels algoritmes que seleccionen i prioritzant el contingut, les xarxes socials poden moldre les nostres creences i prioritats, influint en les decisions que prenem en la nostra vida quotidiana. Així, les xarxes socials no només defineixen com percebem la vida, sinó que també influeixen en la manera com la vivim i per a la majoria negativament (per exemple, la romanització de conceptes tòxics).
Per a concloure, crec que les xarxes socials han esdevingut una part integral de les nostres vides, afectant la manera com percebem i interactuem amb el món que ens envolta. Tot i que poden generar pressions i expectatives irrealistes, també ofereixen oportunitats per a la connexió i el canvi social. És essencial, per tant, ser conscients del seu impacte i utilitzar-les de manera responsable per a fomentar un entorn saludable i positiu. Però, mai deixant-se influir al punt de fer canvis en el nostre dia a dia.
I
Es obvio que soy viejo. ¿Y qué pasa?
II
Suele ocurrir que en momento mismo en que me reconozco como tal, mi interlocutor derrama sobre mí un balde de retórica buenista, que detesto, del tipo "Pues yo lo veo a usted joven" o "Viejos son los trastos". Cuando les replico que me dejen ser viejo en paz me suelen mirar con una cara de perplejidad... como diciendo... "Si yo solo pretendía ser amable con usted".
III
Agradezco la amabilidad siempre que no sea condescendiente. La amabilidad condescendiente es una forma de humillación.
I
Los plátanos de la plaza de Ocata están comenzando a lucir sus hojas nuevas, pero el anciano que está convencido de que están secos, sentado a mi lado, no deja de lamentarse: "Esos árboles no tendrán hojas nunca. Han estropeado la plaza para siempre, para toda la vida. No tienen una hoja. Han hecho una fechoría. Está mal. Jamás se podrán ver hojas en esta plaza. Ya no tiene remedio. No hay ningún árbol que tenga hojas. ¡Madre mía! ¿Cómo puede ser? Me voy, por no verlos. Asesinados." Y se va a expandir su desconsuelo por las mesas de la terraza, que están bajo los plátanos coronados por sus hojas emergentes.
II
¿Cómo serán los ángeles de la guarda de los viejos desmemoriados? Sin duda son profetas que nos anuncian nuestro propio futuro para que tengamos caridad con ellos.
I
Me expulsa de lo que estoy haciendo una voz femenina escandalizada: "¡Que ya tiene diecinueve, la niña, que ya sabe lo que se hace!" Me giro automáticamente. Dos mesas más allá dos parejas comentan escandalizadas la conducta de una joven. Y lo hacen con entusiasmo, con voracidad de depredadores morales, con hambre atrasada.
II
Decido seguir con lo mío, pero no puedo dejar de pensar en la satisfacción moral que les produce a muchos su capacidad para el escándalo. ¿Por qué? ¡A qué se debe esto?
III
Cuando me enfrento a estas cuestiones suelo preguntarme a qué necesidad da respuesta la conducta que me llama la atención.
IV
¿A qué necesidad responde este aspaviento moral? Quizás a la necesidad de sentirse bueno, que es una necesidad tan imperiosa y perentoria que, en cuanto puede, coge el camino más corto para mostrarse en público
V
Al ir a correos me he encontrado con una anciana casi ciega que hoy se ha escapado del asilo para comer pescado en un restaurante. La conozco desde hace mucho tiempo y siempre que nos vemos nos paramos a saludarnos y decirnos cualquier cosa. Hoy la he visto muy envejecida, con dificultades para expresarse y para comprender lo que yo le decía. Pero su determinación estaba clara. ¡Quería comer pescado! Y se ha escapado del asilo.
Según Anil Seth en su obra La creación del yo, el yo es también una alucinación controlada. Lo equipara a la idea de lo rojo, ya que supone que la sensación de ser una identidad única no significa que exista un yo real. Cree que hay varios egos: el de la sensación de estar vivos, el yo en perspectiva, el yo volitivo, el yo narrativo y el yo social. El problema que no percibe es que si dividimos la identidad dejamos de entender el problema del yo y de la conciencia. El problema que es necesario resolver es el de la unidad del yo. Seth cree que el cerebro es una máquina predictiva de tipo bayesiano (que hace inferencias estadísticas) que genera las mejores conjeturas posibles sobre, por ejemplo, los estados mentales de los otros. Así se construyen, según él, las relaciones sociales. Me parece que Seth hace una reducción escalofriante de lo social a una máquina biológica predictiva de los estados mentales de los otros humanos que nos rodean. Como todo esto ocurre por medio y a causa de nuestros cuerpos, es decir, de nuestra constitución animal, concluye que la conciencia humana es un “animal-máquina”. Pareciera que es una máquina que no está sintiendo sino calculando, y que genera una alucinación controlada. Pero no se sabe quién o qué la controla. Por supuesto, considera que el libre albedrío es también una percepción, una ilusión controlada o controladora.
Roger Bartra, La conciencia ahogada en la biología, Letras Libres 01/04/2024
L’art és una activitat que realitzen els humans per poder-se expressar. Aquesta paraula és molt complexa perquè d’ençà que la humanitat li va posar nom a totes aquelles obres que transmetien idees i sentiments als altres, és a dir, des que es va prendre consciència i es van començar a anomenar com a tals les obres que abans ningú hauria pensat que tinguessin un valor especial i diferent de qualsevol altra activitat, el concepte d’art ha evolucionat fins a com el coneixem avui en dia.
Aquesta manifestació que ha estat present des dels inicis, no és només fruit de la inspiració d’algú, és la suma del context en el qual s’ha portat a terme i la cultura amb la qual han crescut els espectadors i l’artista, la tècnica usada i apresa i altres factors.
La valoració i la percepció de l’art es basa majoritàriament en el coneixement. Per poder valorar una obra d’art s’ha de tenir coneixement dels mètodes usats, de la tècnica, s’ha de saber un mínim d’història de l’art per conèixer el context i les possibles influències o referències… Òbviament, tenir un coneixement més profund i extens afavoreix la comprensió de les obres. Els crítics d’art ho són perquè tenen un domini de l’àmbit. Que el coneixement faci més fàcil la comprensió no vol dir que sense aquest no puguem percebre l’obra i gaudir-la o que ens desagradi, només l’enriqueix.
A part de transmetre unes idees o un missatge, l’art té la capacitat d’impactar
emocionalment i de connectar amb el públic de manera intuïtiva. Independentment del seu nivell de coneixement, els elements estètics i els temes tractats d’una obra poden provocar una opinió o reacció. L’art pot ser valorat i apreciat sense la necessitat d’un coneixement extens, però sense aquest és més difícil entendre-la, i per tant valorar-la i apreciar-la. Algú que valori l’art sense cap coneixement sobre aquest no tindrà la mateixa opinió que aquell que sí que el té. Tot i això, l’art és molt subjectiu i això fa que la seva valoració sigui tan difícil. Dues persones amb el mateix coneixement també poden tenir diferents opinions, ja que en una valoració també intervé la part més intuïtiva. Poden tenir el mateix nivell de saber, però la impressió serà diferent. No tothom ha tingut les mateixes vivències i, per tant, cadascú rep els elements de l’obra de diferent manera. La subjectivitat fa el procés de valoració delicat.
Quan la valoració és per gust propi i no perjudica a ningú no hi ha cap problema, però en una societat capitalista on l’art és recompensat amb diners és important tenir unes pautes valoratives universalitzades per a poder fer un judici just. Per exemple, valorar quines obres haurien d’anar a un museu i quines no. També s’ha de tenir en compte que l’art és un concepte molt extens que engloba moltes pràctiques diferents. En l’exemple de l’art exposat en una galeria o museu, s’ha de tenir en compte tota una sèrie d’elements racionals que analitzen persones especialitzades i formades en tot el coneixement necessari per poder-lo jutjar. Tot i així, segueix estant present la part intuïtiva que és molt subjectiva i és una part que no podem evitar percebre i que, per tant, influeixi en la nostra valoració.
En conclusió, el coneixement és una de les parts més importants a l’hora de valorar l’art. De fet, la majoria d’art avui en dia està valorat per gent amb un bagatge cultural i acadèmic extens. El coneixement pot fer que arribis a gaudir més una obra gràcies a la comprensió d’aquesta. No obstant això, es pot percebre una obra com a molt valuosa sense coneixement, ja que la part intuïtiva pot fer que ens agradi o no, independentment del nostre saber.
Si me pidieran que diseñara una prueba definitiva para certificar la competencia de un profesor o profesora, creo que sería esta: le pondría delante de un grupo de alumnos de la ESO, todos con el móvil en la mano, y le pediría que les contara una historia. Nada más que eso: una historia cualquiera relacionada con su área de conocimientos. Si lograra que los alumnos se olvidaran del móvil y se metieran en la narración, escuchando y participando de ella, estaría contratado. No haría falta más. La competencia científica se le supondría (nadie puede contar una buena historia sin saber de lo que habla), y todo lo demás, si hiciera falta, se aprendería después
¿Les parece una prueba imposible? Pues no lo es en absoluto. No hay público más dispuesto a dejarse seducir por una buena historia que un niño o adolescente. Es lo que buscan también en las demonizadas pantallas: historias; historias cortas como las de Tik-Tok y largas, como en los juegos de rol, o como las de esos videos en los que un youtuber cuenta su vida o narra durante horas lo que sucede en un juego tal como si un poeta épico narrara una batalla. Como todo el mundo, los chicos saben casi sin saberlo que el más insignificante concepto vale más que mil imágenes, y solo acuden a estas (¡y bien mezcladas con palabras!) cuando no otean nada digno de narrar o de ser oído en el horizonte...
Viene todo esto a cuento de algún estudio reciente que confirma que contar cuentos, historias o teorías de manera ordenada y bajo una lógica o estructura narrativa es una forma de enseñar y aprender tan eficaz o más que las metodologías más manipulativas o «prácticas» (iba a decir más «activas», pero dudo que haya nada más activo que recrear o interpretar mundos e ideas en la mente). Sé que esto es como descubrir América y la pólvora juntas, pero no está mal insistir: los cuentos e historias despiertan la atención y el interés, ayudan a comprender asuntos complejos, fijan contenidos en la memoria (los trucos nemotécnicos suelen ser de naturaleza narrativa) e integran la comprensión de ideas o prácticas con el aprendizaje de actitudes, valores y aptitudes estéticas.
Al fin, el ser humano es el animal que cuenta cuentos. En eso consiste toda nuestra cultura, y también nuestra manera específica de ser. Tenemos un yo narrativo: somos la historia que nos contamos acerca de quienes somos; la primera persona del relato con que damos cuenta de nuestra vida, hilvanando memoria y proyectos de la forma más coherente posible. Por ello, la falta de dominio del lenguaje, el no saber expresarse ordena y coherentemente, o la dificultad para comprender y narrar historias, no solo son incapacitantes para un aspirante a maestro, sino para cualquier ser humano. Sin ese dominio del lenguaje, de la narración y el diálogo interno, no hay dominio de sí, ni vida interior que valga para certificar que somos seres humanos, y no loros o aplicaciones de IA.
Otro asunto bien conocido es el del poder motivador de los cuentos e historias. Y no me refiero única ni fundamentalmente al ámbito educativo. Los cuentos han servido siempre para cohesionar sociedades y existencias. La gente hace lo que hace, vive, muere o vota en función de la suma de «cuentos» (míticos, religiosos, políticos, científicos, filosóficos…) que pululan y combaten en su cabeza; por eso hay que cuidarse de promover el espíritu crítico en relación con ellos (cosa muy distinta de censurarlos, como hacen esa suerte de antimaestros que son el inquisidor o el comisario político). Y para promover ese espíritu está el complemento perfecto de la historia narrada: el diálogo vivo con el que exprimimos, deconstruimos y nos apropiamos críticamente de su contenido ideológico…
Por cierto, las requetemal entendidas «situaciones de aprendizaje», una herramienta didáctica especialmente destacada por la nueva ley educativa, tratan justamente de esto: de generar estructuras narrativas y dramatúrgicas (con sus retos, escenarios, roles, actividades enlazadas, desenlaces y ejercicios de reflexión) en las que introducir al alumnado para que aprenda de un modo más natural, pleno, profundo y crítico lo que se le quiere enseñar. Tampoco esto es nuevo, claro. Todo buen docente ha sabido siempre que la mejor manera de enseñar algo es echándole cuento y teatro, planteando problemas, inventando situaciones hipotéticas, envolviendo a los alumnos en la metáfora, juego, historia y diálogo que mejor y más conscientemente los comprometa con lo que han de aprender. Es probable que solo así, entramándolo como un capítulo más de la historia y la obra dramática que somos, pueda ser el aprendizaje un verdadero acontecimiento con sentido y una aventura realmente transformadora.
I
Llegué a Madrid cuando ya eran casi las 15:00, pero los dioses protectores quisieron poner en mi camino un restaurante popular que anunciaba en su pizarra de la entrada alubias rojas de Tolosa con oreja de cerdo. Y gozosamente me entregué a la gula.
II
A las 16:00 tenía una entrevista con los directivos de una empresa que está elaborando material didáctico para trabajar en pantalla muy, muy interesante. Aprendí mucho, creo que ellos algo aprendieron de mí y volví a constatar que, al menos en mi caso, es imposible venir a Madrid y que no te asalten nuevos proyectos.
III
A las 19:00, lo de la Tatiana, esta vez con mi dilecto Armando Pego, de profesión átopos. Y, después, cena, con lo cual reconciliar el sueño en la habitación del hotel era una utopía. Hoy a las 5:00 ya estaba en pie.
IV
El ciclo "Después de la orgía" está resultando espectacular, por el nivel académico, por la cordialidad, la intensidad de cada sesión, el nivel de las preguntas, los comentarios posteriores, etc. Unos días antes de la sesión pido a los ponentes algún material que pueda orientarnos sobre el contenido de su sesión, para entrar en calor. Después de cada sesión les hago llegar a los asistentes lo que he dado en llamar "Apostillas a la ... sesión", que quieren ser alguna puntualización entre lo anecdótico y lo conceptual, de algunos aspectos tratados por el ponente y que sirvan para dar continuidad narrativa al seminario. Hay algo no previsto y que está resultando de gran ayuda para crear el clima adecuado: la importancia que ha ido adquiriendo la música. En cada sesión escuchamos algo que entone con nuestras expectativas. Para la próxima semana he animado a los asistentes a interpretar el Epitafio de Seikilos, que es la canción más antigua que hemos conservado de Grecia.
I
Acabo de ver un vídeo que es un tratado neorralista de antropología para mentes fuertes. En las primeras imágenes se ve una mujer aparentemente joven que sale por la ventana de un cuarto piso dispuesta a tirarse al vacío. Está muy alterada. En un balcón próximo un hombre intenta disuadirla de que no lo haga. La mujer salta. El hombre estira los brazos y está a punto de sujetarla por una mano, pero el peso arrastra a la mujer hasta el asfalto. Se estrella contra el suelo. Es evidente que está muy grave, pero con sus últimas fuerzas mueve el brazo izquierdo para ponerse pudorosamente la falda. Por los comentarios parece que la mujer había llegado a su casa a deshora y se encontró a su marido con otra. Ese marido es el que intenta atraparla y no puede.
II
Me quedo con el gesto pudoroso. El deseo de no sentir vergüenza, como si la vergüenza fuese el único sentimiento que nos pudiera acompañar a la ultratumba.
I
Hace unos días en una librería de viejo de Vic vi una maleta vieja repleta de cartas, postales, guías de viaje antiguas y libros de geografía. Le hice un comentario al librero sobre ella. Algo así como que aquella maleta tenía pintas de haber recorrido todos los mares y todos los continentes. El librero me la dio. No me hacía falta, pero ante su insistencia, no tuve más remedio que aceparla.
- ¿Pero le gusta o no? -me acorralaba,
- Sí, pero...
- ¡Ni pero ni nada, si le gusta es suya! ¡Se la doy!
Y me la dio.
Aquella tarde participaba en una mesa redonda en la Universidad de Vic y aparecí con mi nueva maleta vieja, que mereció elogios unánimes. Después la metí en el maletero del coche.
II
Hoy he decidido presentarla en familia. Estaban presentes mi mujer, mis hijos y mis nietos. Se la he enseñado como si fuera la maleta de Howard Carter. Pues bien, la reacción ha sido unánime: "¡Horrorosa!" A nadie le ha gustado. Hasta mis nietos, que suelen ser siempre mis cómplices, me han abandonado.
III
Con gran dolor de corazón he sacado la maleta de casa para echarla al contenedor de la basura.
IV
Me dirán que esto no es nada, pero con nadas así uno acaba tocado por el ala del ángel de la melancolía.
[https:]] , Pablo Malo, 25/03/2024