... el transhumanismo tal y como lo conocemos es una especie de matrimonio entre los compromisos fundamentales que comparte con la eugenesia en Estados Unidos y la noción, derivada de los desarrollos de informática y la teoría de la información durante y después de la Segunda Guerra Mundial, de que los seres vivos y las máquinas son básicamente iguales.
Aquí, la idea clave es que las entidades animadas y las máquinas son, en esencia, información y, por lo tanto, sus acciones son fundamentalmente las mismas. Desde esta perspectiva, los cerebros son dispositivos computacionales, la causalidad genética funciona a través de “programas” y los patrones informativos que nos constituyen son, en principio, trasladables al ámbito digital. Esta perspectiva informativa es el punto crucial del transhumanismo: sus convicciones científicas y su confianza en las perspectivas de autotrascendencia tecnológica de la humanidad hacia la posthumanidad.
Susan B. Levin, La filosofía favorita de Silicon Valley está esencialmente equivocada, Letras Libres 05/04/2022
Al contrario de lo que podríamos pensar, cuanto más compleja es una estructura de menos personas depende su reproducción y, por eso mismo, más cuenta la personalidad de los individuos decisivos. En el marco del capitalismo global —digamos— la “maldad” personal es más decisiva que la “bondad” colectiva. Millones de personas que trabajan, honran a sus padres, cuidan a sus hijos y son solidarias con sus vecinos no pueden nada contra la libertad de un lobby o de un autócrata; miles de periodistas honestos que buscan la verdad no pueden nada contra la libertad de mentir de un magnate o un conspirador. Hay estructuras concebidas para neutralizar las rutinas morales y liberar, en cambio, las irregularidades más discrecionales. Pero esto significa precisamente que, cualesquiera sean los antecedentes de un acontecimiento y la genealogía histórica de una acción, el paso de lo posible a lo inevitable es siempre una decisión. Como recordaba Hannah Arendt, una estructura no es responsable de nada, salvo que aceptemos justamente que, allí donde hay causas y constelaciones y contextos compartidos, todos somos responsables de todo por igual, lo que equivale a renunciar al concepto mismo de responsabilidad y, en consecuencia, a la distinción entre conflicto y guerra, entre invadido e invasor, entre pensamiento, obra y omisión. Que el desplazamiento de una estructura compleja esté en manos de pocas personas quiere decir que la responsabilidad en nuestro mundo es desigual, como la riqueza y el poder, pero quiere decir que es individualmente inalienable: que es la condición misma para que podamos intervenir en el espacio político a favor de la justicia, el derecho y la igualdad. Aceptar, por ejemplo, que la invasión de Ucrania era inevitable, colofón mecánico de una acumulación “histórica”, es aceptar como inevitable todo lo que suceda a partir de ahora, pero lo inevitable en una guerra es siempre más guerra y más destrucción. Putin es el responsable de una decisión criminal que interrumpe toda cadena mecanicista y que solo puede desactivarse con otras decisiones, a las que habrá que acercarse con una temblorosa botella de nitroglicerina entre las manos, en un mundo más multipolarizado, más militarizado y menos democrático que nunca.
Santiago Alba Rico, Contra la geopolítica, El País 08/04/2022
El mito de la meritocracia oculta estas tres realidades estructurales sobre nuestra economía, e individualiza la obtención de un trabajo. Es más, moraliza el fracaso (el individuo no se ha esforzado y es culpable) y el éxito (solo el individuo es responsable). La idea de que con esfuerzo se puede llegar alto oculta que no todos parten del mismo punto, que no a todos se les juzgará con equidad y que apenas quedan puestos decentes que ocupar.
Javier Carbonell,
¿Por qué seguimos creyendo en la meritocracia?, El País 07/04/2022
Las redes sociales no son un espacio de libertad; es uno que permite un control total. Ofrece a los usuarios una sensación de libertad más ligada al voyeurista que al actor. Contrariamente a lo que estábamos acostumbrados, el control se logra mediante la interconexión. Los reclusos confinados dejan paso a los usuarios que se creen libres.
Los amigos son los clientes de esta era, por lo que ganar nuevos es ampliar la cartera. El incremento de seguidores fortalece la sensación narcisista del yo. Internet es un espacio autoreferencial donde se trata de circular el ser uno mismo. Más de lo que ya busqué, más de lo que quiero leer, más gente que piensa como yo. No existe el desafío del otro. El espacio virtual es un infierno de monotonía.
La digitalización nos lleva a un nuevo concepto de Homo: el Homo udens, atrapado por el juego más que por el trabajo. Las redes sociales y los videojuegos vienen incorporando prácticas que se suponen lúdicas e inocentes, pero que refuerzan la adicción de los usuarios. Una condición que se exacerba en los niños. Ya nos rodean monedas sin respaldo, la datasexualidad, experiencias de comunidades totalmente en línea e internet de las cosas. Todo supone una alerta de vigilancia continua que reúne información permanente de nosotros, pero que ahora no se guarece solo en ello. También nos predice qué deseamos. La alarma del modelo es su pretendida libertad. Elegimos que el smartphone o el smartwatch nos indique cuán bien dormimos o cuántos pasos damos, pero en verdad nos somete al dictado de la cantidad correcta. La resistencia nace de la opresión. La digitalización esconde su esencia represora detrás de un rostro seductor. La dominación se transforma en exitosa al disfrazarse de libertad. Nos somete a mostrarnos tal cual somos, mientras nos homogeneiza. Estamos arribando al infierno de ser todos iguales.
Flavia Tomaello, entreviats a Byung-Chul Han: "Ya no necesitan doblegarte. Te convencieron para que te sometieras voluntariamente", lanacion.com.ar 07/04/2022
La narrativa del miedo es consoladoramente sencilla. Es un mal cuento infantil en el que todo está bien claro. La ansiedad, en cambio, es una novela muy larga en la que no acabamos de entender qué está pasando. Por eso, tal y como explica Jean Delumeau, en El miedo en Occidente, los individuos y la sociedades desgastadas por la ansiedad tienden a cuartearla en miedos concretos, simples y manejables que les proporcionen una engañosa sensación de control.
Por eso debemos resistirnos a la tentación del miedo. Y debemos hacerlo al menos en dos frentes. En el de los factores objetivos, luchando contra la precariedad, la injusticia y la ignorancia, con el objetivo de reducir la ansiedad. Y en el de los factores subjetivos, esforzándonos por conocer mejor el mundo, en tanto que lugar complejo y ambiguo, con el objetivo de esquivar las explicaciones sencillas y las soluciones mágicas.
Debemos comprender que el miedo nos lleva a reducir nuestra zona de contacto con el mundo, hasta encerrarnos en una especie de habitación del pánico en la que la información y el aire escasean. Por eso, para vencer al miedo, es necesario abrirse al mundo y ampliar el contacto, buscando lo semejante en lo diferente y lo diferente en lo semejante. Como decía Emerson, cada día deberíamos obligarnos a hacer al menos una cosa que nos dé miedo. Y no hay nada que nos asuste más que ver el mundo en su endiablada complejidad.
También debemos tener en cuenta que el miedo es la Celestina de las pasiones tristes, que son tan seductoras y engañosas como él. William Hazlitt habló del placer de odiar. Victor Hugo decía que la melancolía era la alegría de estar triste. El resentimiento nos consuela haciéndonos creer que toda la justicia está de nuestra parte. Pero, a pesar de sus promesas, este tipo de pasiones disminuyen nuestra lucidez y nuestra potencia, lo cual aumenta, a su vez, nuestro miedo. Por eso es mejor fomentar las pasiones alegres contrarias, la curiosidad, la admiración, la confianza o la amistad.
Bernat Castany Prado, Cómo evitar la tentación del miedo, El País 07/04/2022
Todo se le hacía amable y a la vez extraño porque ese juego con el tiempo dolía pero a la vez originaba un sentimiento de haberlo vivido con intensidad y pasión. Era fácil creer que el fracaso de su matrimonio era aquella cobardía que nunca le había ayudado a enfrentarse con la vida y sus adversidades. Eran 13 años sintiendo los mecanismos para que no se viera atrapado por un astenia carente de entusiasmo creyendo que todo dependía de los otros . En el sueño lucido de un Abril se le presentó la necesidad de abandonar todo aquella vida insulsa, insípida, distante, emocionalmente fria y aséptica .
Ella ahora ya no estaba , había muerto hacía casi un año y si en un primer momento las idas y venidas, las llamadas, eran constantes; en los últimos años no llegaban a más de cuatro.
- Fixa't més en el que escrius,... no cometis aquesta errada .. potser si no ho fas doncs més valdria ...
- si , potser he de deixar d'escriure aquestes vexanades ..
- Si vols llegim , podem gaudir de la lectura conjunta com La Regenta de Clarin.
- Si cert però a vegades estic tan pendent de tantes coses ...se m'escapa tot absoltament...
- Crec que ja no vols estar més amb mi , no t'adones ...
Pasea por las mismas calles , ahora con sus muletas . No habrá Camino que recorrer. Hace tres años lo pudo hacer pero no fué . Puede que fuera un trazo marcado del destino. Siempre la Rambla de Cataluña huele a limpio. Marcos es un niño pijo de escuela de pago. Sin embargo en su mente se recorren los hogares humildes, los sin nombre, sin casa, sin papeles, sin tierras, ...Allí está el barrio del Cañaveral de Valencia ... entonces se sintió feliz por un día . Eso se le llama "caridad" o hipocresía ... Que mal se siente uno cuando se desnuda y frente al espejo , observa por un momento cada detalle de su cuerpo. Sus señales, sus pelos, sus arrugas, su panza gorda , sus manos llenas de venas prominentes, sus callos, ..incluso el cuerpo ha dejado de oler a limpio con a edad, la orina y el sudor parecen ser una propaganda de hacerse anciano. Marcos está ahora acompañado también abandono su piso lleno de libros, de enseres, de ropas, de recuerdos ... Alguien por accidente un día le tiró absolutamente todo al contenedor gris y se perdieron las palabras escritas y las fotografias de tantos años.
No se puede vivir de la memoria , más vale no dejarse atrapar por nada ni por nadie. Vender su cuerpo es aprender a darse cuenta de su decaimiento infinito , eso que le lleva a quedarse cada vez más quieto. Vender el cuerpo en una anorexia imaginada, real, social que le obliga a no quedarse largo rato sentado o de pie, o estirado ... la moda , las imágenes, las estéticas del yo que hoy venden los cuerpos propios, a los ajenos , con un figurar , con un mostrar, con un enseñar, manifestar, que el cuerpo se vende como mercancía , tatuajes, piercings, y si pudieran reconstrucciones, liftings, raftings, cleapings, ... se trata de vender objeto, y el cuerpo es ese objeto de deseo sea personal o colectivo. Nos vendemos el cuerpo hasta la juventud luego el cuerpo se invisibiliza, ya no existe, no está ... nadie ve cuerpos más allá de ese anuncio pornográfico de la cerveza Túria de jóvenes bañandose en el río mostrando sus cuerpos humedos deseados por todos y todas como si a través del cuerpo podamos entrar en los demás....
Vender las almas , a precio barato, de autoayuda, de new age, de espiritualidad, de religiones de usar y tirar, el cristianismo base de Occidente, campañas para la renta financiadas por las causas de salvación, el banco de los alimentos obliga a ir a buscar encuentros con quienes serán rivales en amor y humanidad. Ideología de usar y comprar .. las almas de venden , se gestionan en las emociones y sentimientos frente al miedo , a la incertidumbre, frente a todo y más ..
Prometeo le recordó a Hermes que un día Zeus seria derrocado de su trono olímpico porqué : "todo se enseña con el tiempo que hace envejecer a uno".
En el balconcito los helechos han dejado de vivir. Los bonitos desayunos de las mañanas de Sábado o Domingo ya forman parte de la alegría que el tiempo del desasosiego brindo. Pessoa ..Lisboa .. convierte a los cuerpos y almas en subterfugios de un presente que piensa lo que puede agradecer a la vida de haber vivido.
Me espera un mes, entero, sin salir de casa; de refugio en mis rutinas: mi sofá, mi cuarto, mis libros, mi café de la plaza de Ocata, mi playa, mi siestecita después de comer, mi paseo por la tarde, mis proyectos.
He ido cayendo casi sin darme cuenta, en la fuerza gravitacional de la correspondencia entre Felipe IV y Sor María de Ágreda. Asombrosa. Lo que comenzó siendo mera curiosidad, ha ido creciendo y ahora se ha convertido en un sentimiento que, si no es piadoso, no sé qué nombre darle. El gran imperio español se ve sometido a todo tipo de presiones en todas sus costuras y el rey, que desconfía de su capacidad y de sus fuerzas, sin apenas recursos, confía en Dios: Dios no puede desamparar a una corona que lo ha dado todo por la fe y a un pueblo que con tanta vehemencia ha resistido al protestantismo. Dios solo puede estar con España. Pero el reinado de Felipe IV es una sucesión vertiginosa de triunfos precarios y desgracias definitivas, mientras su propia familia vive, como en un reflejo amplificado, la incertidumbre colectiva. Dios es la gran esperanza porque Él es, relamente, el soberano.
Pero el soberano no acude a su cita con la fe de España.
Tengo que escribir sobre esto. Sobre la piedad y la soberanía.
Per què el fet de fer servir la tecnologia hauria de fer-nos ser més o menys humans?
Si res, el que els humans tinguem la capacitat intel·lectual de fer servir aquesta ciència demostra que no som iguals a la resta d’animals, que som intel·ligents.
Però potser mirant-lo des d’un altre punt de vista, que la tecnologia formi part del nostre dia a dia causa que ens relacionem menys entre nosaltres. Clar, si s’assumeix que la majoria de persones depèn de dispositius electrònics per fer la tasca més insignificant, potser és correcte dir que la tecnologia ens fa ser menys humans.
Això no obstant, els mòbils, els televisors, els portàtils… són només algunes de les diverses aplicacions que se’n poden donar a la tecnologia. És més, hi ha aplicacions d’aquesta ciència que són molt més important, i encara i així són constantment obviades i ignorades.
És a dir, són tots aquells aparells, ara imprescindibles, per realitzar procediments quirúrgics enemics de la humanitat? O és dolenta la tecnologia emprada en els processos mecànics, químics, biològics, nàutics, propis de les enginyeries? Ens fan també aquestes aplicacions de la tecnologia ser menys humans?
Potser hauríem de deixar de veure la tecnologia com una ciència simple que només està associada a la producció i la creació d’aparells electrònics i començar a valorar-la més. Perquè la tecnologia en si mateixa no ens fa ser ni més ni menys humans.
L’origen i la creació dels cossos i forces de seguretat d’un Estat han estat sempre fonamentats en certs argumentaris estretament vinculats a les concepcions sociopolítiques d’un determinat territori, que evolucionen amb el pas del temps, i que atribueixen una funció idealitzada als cossos policials.
Aquest fonament arcaic de les forces de seguretat, també anomenades “forces d’ordre públic” per justificar certes actituds que sobrepassen els límits legals, esdevé un refugi per a certes posicions radicals, que sostenen la impossibilitat de desvincular les anomenades forces d’ordre públic de la societat i que, per tant, estableixen una premissa necessària i massa recurrent: ‘’sense forces d’ordre públic, la societat seria un caos’’.
Si bé és cert que la defensa d’aquesta posició pot ser producte de la ingenuïtat o de la manca de cultura històrica, aquests fonaments es poden explicar des d’una posició filosòfica contractualista.
John Locke va establir les bases del liberalisme polític, fonamentant-se en un plantejament contractualista, en tant que considera que l’ésser humà ha viscut en un estat de naturalesa previ a la fundació de la societat civil.
Pel que fa a aquest estat de naturalesa, i en relació amb els arguments més recurrents de les posicions sovint tradicionalistes, que defensen la necessitat de les forces de seguretat, l’autor planteja l’estat de naturalesa com una situació caracteritzada per la llibertat i la igualtat, i per l’absència d’una autoritat o instància de poder comuna.
Així que les paraules ‘’llibertat’’ i ‘’seguretat’’ apareguin de forma recurrent en el raonament d’algú, hem de començar a sospitar que la història que ens està explicant té una trampa prou enginyosa per a generar moviments i aixecaments xenòfobs, islamòfobs i masclistes en nom d’una d’aquestes condicions, sense que quasi quatre milions de persones hi notin res d’estrany.
Vull aclarir, però, que la meva intenció no és criticar el liberalisme i la defensa d’una certa llibertat. No obstant això, cal dir que em fa massa nosa reduir tot un plantejament liberal i tota una societat plena de desigualtats i tendències cada cop més malèvoles contra sectors minoritaris de la població a una paraula com la ‘’llibertat’’.
Retornant a Locke; els éssers humans, per voluntat pròpia i per interès comú, hem esdevingut membres d’una societat política, apel·lant a una millor defensa dels nostres drets naturals: la llibertat, la propietat i la vida. Així, defensa la legitimitat de defensar els nostres drets naturals en l’estat natural, perquè existeix una possibilitat que no tots els homes respectin aquests drets inherents.
D’aquesta manera, com que l’objectiu principal de la fundació de la societat és preservar de manera més eficaç els drets naturals, Locke justifica l’existència d’una instància superior, que pot utilitzar la violència per garantir la defensa d’aquests drets naturals.
Un cop explicada la història i un cop localitzada la trampa, cal identificar i demostrar els arguments pels quals hom pot raonar la possibilitat de prescindir dels cossos i forces de seguretat.
Primer de tot, cal desmuntar la premissa que la llibertat és un dret natural de què gaudim tots els éssers humans. Tal com planeja Hume, un autor que evoluciona cap a l’escepticisme i el dubte del coneixement de la substància, el fet de considerar la llibertat de forma abstracta, com si fos una substància, fa que aquesta no estigui relacionada estrictament amb la nostra experiència i, per tant, a la situació de la llibertat en la societat actual. Així que la llibertat i la seguretat siguin contemplades de manera abstracta, els conflictes actuals de desigualtat i falta de llibertat no es podrien explicar, ja que situacions com la desigualtat salarial entre homes i dones, la discriminació i els delictes d’odi envers les minories i l’aporofòbia serien quelcom que queda reduït a la falta d’implicació de les persones afectades o a la presa de decisions incorrectes.
Perquè si hom concep la llibertat com una facultat o una condició en què pot escollir entre diverses opcions i aquesta funciona realment d’aquesta manera, la pobresa i la falta de recursos en els països menys desenvolupats no seria una elecció que algú que coneix els seus drets escolliria.
Així, la inexistència dels drets naturals en la nostra societat implicaria la invalidesa d’aquells arguments i raonaments que posen la condició de llibertat i igualtat de tothom en les seves premisses.
En segon lloc, cal posar èmfasi en la premissa plantejada anteriorment: ‘’sense forces de seguretat, la societat seria un caos’’. Aquesta premissa ingènua és sovint defensada per aquelles persones pessimistes, que consideren necessari una mena de Leviatan que actuï com un monstre que ens obliga a complir el nostre pacte, a limitar els nostres drets en favor de la societat.
Si bé és cert que autors del segle XVII com Hobbes poden defensar aquesta posició, no em sembla gaire raonable que persones que han presenciat les irregularitats comeses pels cossos de seguretat al llarg dels anys i la pretensió cada cop més classista dels mateixos defensin aquesta història que només atemoriria un nen de 6 anys.
Sovint es poden escoltar argumentacions relacionades amb la necessitat de les forces d’ordre públic per garantir la seguretat de la ciutadania, fonamentades en l’afirmació que els éssers humans no som prou intel·ligents per complir les normes establertes per la convivència, que poden ser més o menys legítimes.
Però una cosa ha de quedar clara; les boques s’omplen de crítiques i d’afirmacions que pretenen una sublevació, però el temor a desobeir la llei és molt més gran que aquests impulsius desitjos insurreccionals.
Els cossos de seguretat vetllen per la defensa d’una seguretat que no ens és necessària, i que sovint esdevé un amagatall eufèmic pels polítics. Pregunteu-li a Abascal.
Tothom pot complir la llei sense la necessitat d’un conjunt de persones armades preteses a vetllar per la correcta aplicació de la llei, quan sovint aquesta mateixa llei no és legítima ni aporta res a la seguretat o la llibertat de les persones.
Cal tenir en compte també que les forces de seguretat semblen destacar pel caràcter instrumental que tenen, però que a la pràctica presenten una dependència amb la ideologia de l’Estat, de manera que el caràcter pretesament instrumental esdevé la base ideològica que inspira la política de l’Estat, i que deriva en fenòmens repressius, de violència estatal infundada.
Així, actes violents com els presenciats durant la guerra de Vietnam, la mort de George Floyd, les protestes obreres i l’acció sindical en el règim de la Restauració, l’empresonament de polítics innocents, la pràctica de la llei de fugues i la condemna a la jurisdicció militar per accions ‘’antipatriòtiques’’, conformen un conjunt de fets històrics suficients per al·legar la possibilitat de prescindir de les forces de seguretat.
No hay más que analizar, sin embargo, las tasas de éxito de las predicciones de los economistas para darse cuenta de que algo falla. En general, los modelos no se cumplen, los vaticinios no aciertan y pasan cosas que ninguno vio venir. Amartya Sen, premio Nobel de Economía en 1998, ya criticó esta idea en Los tontos racionales: Una crítica sobre los fundamentos conductistas de la teoría económica (Sen, 2000), donde describe que los principios de ese homo oeconomicus "son los de un imbécil social, un tonto sin sentimientos que es un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes ni compromisos". Porque la realidad es que, a menudo, tomamos decisiones que son todo menos racionales y estamos imbuidos de creencias absurdas que tienen que ver con todo, menos con la razón y con los datos. Es más: ni siquiera somos capaces de explicar en qué demonios andábamos pensando cuando decidimos hacer algo.
(...) los seres humanos no somos racionales; no tomamos decisiones con una medida y cuidadosa evaluación de la información disponibles, considerando todos los aspectos posibles de una manera equitativa, sino que vamos muchas veces a golpe de lo que llamamos intuición, a carajo sacado, guiándonos por información incompleta que con frecuencia está fuertemente filtrada por nuestros propios prejuicios y creencias previas. Prejuicios y creencias previas que, además, intentamos mantener casi a toda costa.
Y luego, además, está el hecho de que, una vez formada una opinión, no la movemos ni a tiros: da igual la evidencia que nos pongan por delante. Si nos creemos un bulo, nos lo creemos pase lo que pase y, cuanto más afecta a nuestra emoción, a nuestra identidad y a la imagen que tenemos de nosotros mismos, más nos lo creemos.
Sí, los seres humanos somos irracionales y tendemos a procesar y recordar la información de manera muy sesgada. Pero, por otro lado, hay muchos agentes ahí fuera (políticos, medios, empresas) que tienen su propia agenda y que juegan con esas tendencias para que nos fijemos en unas cosas y no en otras. (págs. 14-18)
Ramón Nogueras, Por qué creemos en mierdas. Cómo nos engañamos a nosotros mismos, Madrid, Kailas editorial 2020, 2021 (séptima edición)
Escritor prolífico de ensayo —lleva 25 libros en 10 años— y miembro del Colegio Internacional de Filosofía, De Sutter asegura que desde que se patentó la anestesia en 1848, el sistema y el mercado se han aliado para mantenernos ordenadamente narcotizados, ya sea como estrategia de supervivencia y biohackeo en una sociedad que demanda siempre más de nuestro rendimiento o como método de control de masas para mantener el statu quo. “La anestesia cambió el curso de las operaciones quirúrgicas, pero se ha infiltrado en todo tipo de contextos y usos que también han sostenido el control social”, explicaba el pensador el miércoles pasado en Girona, invitado a un seminario en el marco de la exposición Narcohumanismo: farmacias y estupefacientes en las prácticas artísticas actuales, que se puede visitar en el Bòlit, el centro de arte contemporáneo de la ciudad catalana. Una muestra que se podrá ver hasta el 22 de mayo y que está comisionada por la académica Núria Gómez Gabriel y el autor Eloy Fernández Porta, con los que el belga compartió mesa redonda.
Para De Sutter, la noción de “salud mental” que tenemos hoy en día no sería la misma sin el impacto de la experimentación con anestésicos de Emil Kraepelin, padre de la psiquiatría moderna, quien empezó a usarlos como tratamiento a lo que etiquetó como “locura-maníaco-depresiva” a principios del siglo XX. “Kraepelin practicó la eugenesia sin contemplaciones. Como estaba obsesionado con la idea de calmar la manía dentro de la depresión, entendió que el cuerpo se mantendría tranquilo administrando anestesia porque, en su cabeza, el buen maníaco-depresivo era el depresivo”, apuntó sobre la raíz de los cimientos de una cultura que nos mantiene sedados como solución a los problemas. “Se fomentó esa salida contra la exaltación personal, se asumió que es mejor estar colgado que ir errando por la vida”.
Junto a la psiquiatría farmacológica que instauró Kraepelin, De Sutter culpa a la cultura de la autoayuda de la deriva narcótica de la sociedad contemporánea. “El ideal de la felicidad que tantos libros vende, esa necesidad de retener al yo y de llevarlo por el buen camino, es lo que nos ha llevado hasta aquí”, denunció. Un ansia de perfeccionamiento que explosionaría en un siglo XX en el que se estandarizó la ingesta de antidepresivos, sedantes, drogas evasoras en la cultura de club y esa idea de control sobre la masa como mecanismo de autorregulación social. “Desde esos soldados alemanes drogados en sus tanques para fomentar su agresividad en la Segunda Guerra Mundial hasta los trabajadores de la Bolsa puestos hasta las cejas de cocaína para soportar las exigencias del mercado, hemos conseguido engañar a ese cuerpo que nos dice: ’Por favor, para’, y así seguir sosteniendo el sistema”, sentenció el belga.
Noelia Ramírez, Narcocapitalismo: por qué el sistema nos necesita colocados y anestesiados, El País 26/03/2022
by manel |
El 13 de diciembre de 2013, publiqué en este mismo diario una tribuna bajo el título Dignidad y deshonor. El motivo era el juicio días atrás en un tribunal de Paris a oficiales franceses de una misión naval internacional (de la que formaba parte la fragata española Méndez Nuñez), llamada a paliar las consecuencias del conflicto en Libia. Los jueces elucidaban si los oficiales habían infringido un artículo esencial de la Organización Marítima Internacional que insta a “acudir a toda máquina en ayuda, cuando se reciba información de naufragio de la fuente que sea”. El nombre Unified Protector de la misión hacía aun más ignominiosa la posibilidad de que se hubiera abandonado a su suerte una barca a la deriva. La insinuación por parte de los demandantes de que el origen étnico de los náufragos habría podido determinar la indiferencia de los encausados, constituía obviamente una puesta en tela de juicio de su honorabilidad. De ahí la satisfacción moral que debió suponer para ellos el archivo (no sin polémica) de la causa.
Sabido es que ante la pasividad de los guardacostas gubernamentales, a menudo son organizaciones privadas las que proceden a un rescate, pero su acción se ve dificultada por prohibición de desembarcar. Así ocurrió en Catania en marzo de 2018. Sin duda, dadas las dificultades de los países de acogida, no cabe usar guantes blancos a la hora de gestionar algo tan tremendo como es el flujo de embarcaciones con tripulantes que huyen de la indigencia, la guerra, la intolerancia o todo junto. Pero ello no obliga a tener las manos excesivamente sucias. Es simplemente escandaloso que las trabas por parte de ciertos Estados hagan que un simple pesquero que responde a la ley del mar, auxiliando a víctimas de naufragio, pueda verse acusado de complicidad con la inmigración ilegal.
Por desgracia para la causa de la dignidad intrínseca de todos los seres humanos, no se dan hoy las condiciones sociales que permiten atender a normas no escritas que son inherentes a la idea misma de civilización. Pues la ley escrita de la Organización Marítima Internacional no hace más que recoger un imperativo profundamente anclado en la conciencia de los hombres. Y los grandes de la literatura universal se han hecho eco de lo ignominioso de la violación de tal imperativo. En la trágica narración Moby Dick hay un momento tremendo. No dispuesto a perder un segundo en su obsesión por perseguir a Moby Dick, el protagonista, Ahab, desoye el ruego del capitán de otra nave para que le ayude en busca de náufragos, entre los que cuenta su propio hijo. La respuesta es casi insoportable para el lector, que hasta entonces ha seguido con empatía el desgarrado desvarío de Ahab: “Debo seguir mi camino Capitán Gardiner, Dios le bendiga, y a mi Dios me perdone”.
Víctor Gómez Pin, Sin ley del mar, El País 03/04/2022
“Sistema de software (y posiblemente también hardware) diseñados por humanos que, dado un objetivo complejo, actúan en una dimensión física o digital percibiendo el entorno mediante el análisis de datos, ya sean estructurados o no estructurados, razonando sobre el conocimiento, o procesando la información, derivada de estos datos y decidir la mejor o las mejores medidas a tomar para alcanzar el objetivo fijado. Los sistemas de IA pueden utilizar reglas simbólicas o aprender un modelo numérico, y también pueden adaptar su comportamiento analizando cómo el medio ambiente se ve afectado por sus acciones anteriores”.
La democracia es lenta, larga y tediosa, y la difusión viral de la información, la infodemia, perjudica en gran medida el proceso democrático. Los argumentos no tienen cabida en los tuits o en los memes que se propagan y proliferan a velocidad viral. La coherencia lógica que caracteriza el discurso es ajena a los medios virales. La información tiene su propia lógica, su propia temporalidad, su propia dignidad, más allá de la verdad y la mentira. También las noticias falsas son, ante todo, información. Antes de que un proceso de verificación se ponga en marcha, ya ha tenido todo su efecto. La información corre más que la verdad y no puede ser alcanzada por esta. El intento de combatir la infodemia con la verdad está, pues, condenado al fracaso. Es resistente a la verdad.
Byung-Chul Han, Estamos aturdidos por el mareante frenesí informativo, El País 02/04/2022
Ocurrió en Alemania y el responsable es Kant. Se traicionó la alegría en favor de un falso heroísmo y de una inhumana idea del deber. Scheler atribuye esa traición “al severo y augusto deber del imperativo categórico”. En Leibniz el placer todavía era un signo de progreso hacia la perfección. Kant traiciona la alegría más profunda y espontánea. Su influencia en la formación del ethos alemán es incalculable. Proyecta su doctrina anti-eudemonista a la historia, enseña con Rousseau que la civilización no hace más feliz al hombre, pero en lugar de asumir el bucólico regreso a la naturaleza del ginebrino, exige “ir adelante a pesar de todo” (como hará Weber). Así lo exige la evolución histórica. Ir hacia el más elevado bien terrenal: el estado nacional. Schopenhauer y Hartmann heredan la concepción negativa de la felicidad de Kant. Una idea que tiene su origen en las comarcas orientales de Alemania, “colonizadas por la adusta y ascética orden de los caballeros teutones que impusieron su impronta, toda ella hecha de acción, de orden, de efectividad, de dominio absoluto de la voluntad”. No hubiera ocurrido lo mismo en la Alemania meridional (mucho menos en el Mediterráneo), “donde el hombre no tiene que arrancar penosamente a la tierra los medios para su subsistencia, en una naturaleza árida y rebelde, ni donde una casta dominante tiene que imponer artificiosamente orden a una población eslava, caótica y poco grata”. El paisaje se hace ethos y en Alemania se eligió el peor. En la primitiva Prusia hay que buscar la traición a la alegría. ¿Qué queda por hacer en un ambiente tan parco, tan mísero, en el que nada invita al amor y la alegría, sino solo al deber?” Scheler cita a Oscar Wilde: “El deber es la conducta que hay que adoptar frente a personas desagradables”. Scheler es alemán, pero su alma es meridional. Sabe que “sólo los hombres felices son buenos” y busca, en su vida amorosa, el antídoto contra esa tendencia unilateral del espíritu alemán.
Juan Arnau, Max Scheler, el filósofo erotizado, El País 25/03/2022
En 1972 el Bernard Williams publicó Morality. An introduction to ethics, un librito sobre la materia, introductorio pero extraordinariamente denso y sugerente. En él Williams se revolvía contra lo que denominaba la “herejía del antropólogo”, posiblemente la “más absurda concepción que se haya defendido en filosofía moral”, añadía. Esa forma de relativismo surge de la combinación de tres proposiciones:
1) Que “correcto/válido” desde el punto de vista moral solo pueden entenderse como “correcto/válido para una sociedad”.
2) Que “correcto/válido para una sociedad” solo puede entenderse “funcionalmente” y que por ello
3) Es incorrecto condenar/interferir, etc. con las prácticas de otras sociedades ajenas a la nuestra.
Se trata del “relativismo vulgar” que abrazan, implícita o explícitamente, la mayoría de mis estudiantes.La democracia tiene que aprenderse, entrenarse, reforzarse en lo micro de la sociedad. Si creces sin conciencia de que las cosas pueden cambiar y de que tu opinión es importante, ¿por qué ibas a interesarte por las cuestiones políticas? (Rahel Jaeggi)
Elena G. Sevillano, entrevista a Rahel Jaeggi: "Muchos sienten que no tienen voz. La alienación democrática va a más", El País 22/03/2022
Uno de los neurocientíficos más interesantes del momento, Stanislas Dehaene, del Collège de France, ha obtenido unos resultados con monos y humanos que dan mucho que pensar a quien se pueda permitir ese lujo anacrónico. Las personas tenemos un dominio intuitivo de los elementos de la geometría, por ejemplo al identificar entre seis objetos uno que no cuadra por ser un polígono convexo (imagina un pentágono regular, como las zonas negras de un balón de fútbol clásico) en lugar de cóncavo (con indentaciones). No hace falta ninguna educación formal para que los niños de una remota tribu amazónica ejecuten esa tarea. Pero los monos no pueden hacerlo. Tampoco puede la inteligencia artificial actual. Después de todo, tal vez sea la geometría la que nos hace humanos.
Javier Sampedro, La geometría en la mente, El País 24/03/2022
"Los datos ciertos no tienen el poder de cambiar nuestras mentes", explica uno de los mayores estudiosos del tema, Brendan Nyhan, en un artículo publicado esta semana en The Boston Globe. Más bien parece, confirma el periodista Joe Keohane, que las cosas funcionan al contrario: cuando personas desinformadas reciben los datos correctos, no solo no cambian de opinión o modifican su creencia, sino que se aferran todavía más a ella. Pasó durante la guerra del Golfo y la invasión de Irak en Estados Unidos, pero ocurre igualmente en todo el mundo.
La evidencia acumulada en los estudios realizados por Nyhan es abrumadora en el caso de militantes de partidos políticos. Peor aún, la gente más desinformada es la que tiene opiniones políticas más fuertes. Y cuanto más se preocupa esa persona por un asunto concreto, más duro es el efecto "tiro por la culata" del dato cierto que le debería llevar a corregir su posición.
Tampoco cabe confiar en la capacidad de reacción de la gente con pensamiento político más sofisticado, porque, como ya habían asegurado otros dos especialistas, Charles Taber y Milton Lodge, en 2006, son precisamente ellos los que están menos abiertos a nueva información. Seguramente, esas personas tienen opiniones correctas sobre más cosas, pero, en el tanto por ciento en el que están equivocados, parece que es imposible que acepten hechos que les obligarían a cambiar de opinión, se les proporcione la información que se les proporcione.
¿Qué remedio hay para esta realidad tan poco reconfortante? Está claro que no es posible pedir a los ciudadanos que se violenten a sí mismos y que vigilen su cerebro, como si fueran entrenados intelectuales, para sortear esa inclinación sesgada a no escuchar más que lo que se quiere oír. Reconozcamos que eso es una práctica intelectual agotadora y que se da muy poco, incluso en la universidad.
Soledad Gallego-Díaz, Juegos del cerebro, El País 18/06/2010
Descrivim qualsevol problema de present com un indici més que el món s'acaba, el que vol dir que descrivim la realitat en què vivim com impossible i invivible. És evident que no es pot viure així. Però no es pot viure així ha estat sempre un argument on comença la revolta, on comença el canvi i si no es pot viure així és perquè sabem desitjar viure d'una altra manera. Agafem-nos aquí, però no per fer utopisme barat, fantasies de mons bonics, sinó perquè precisament això és el que ens mostra els límits de la civilització i de les relacions socials amb què vivim. Agafem-ho com a límit i diguem "fins aquí" i aquí és comença la tasca de la imaginació política i del desig com a motor de transformació.
Hem de distingir món comú de món únic. El món únic és la utopia perversa de la globalització, aquella idea que es va instal·lar als anys 90 de la fi de la història, que ja no hi havia dos blocs i entràvem en una mena de paradís final en què la comunicació i la mobilitat uniria a la humanitat en un planeta rodó, evidentment des del capitalisme. Això és el contrari d'un món comú, que la millor manera de definir-lo és precisament aquell món que no és mai només nostre, per això és comú, és d'altres persones, d'altres col·lectius, d'altres societats, d'altres en el passat, d'altres en el futur i també d'altres éssers no humans. Per tant, és un món de dissens, de disparitat, on allò que no és només nostre també forma part del món i, per tant, és una exigència també de comprensió, d'interlocució, de construir amb els altres.
Clar que hi ha unes condicions materials que posen límits als possibles a imaginar, però precisament percebre que ja estan tancats ha estat una de les victòries ideològiques d'aquesta contrarevolució del present. Per això la indústria cultural es dedica produir distòpies a paletades, estem consumint apocalipsi cada dia, precisament com una manera d'acceptar que ja està. I que ja està vol dir que aprofitis el temps que queda, és una lògica de mort. La primera condició per eixamplar o reactivar possibles és entrar a la guerra cultural i al combat ideològic contra aquest dogma apocalíptic que ens fa percebre el nostre present com el present d'un món acabat. En aquests moments, el pensament crític ha de servir per desmuntar això.
La vida humana, entesa com a tot allò que construïm entre nosaltres per dir-ne món, sempre és un lloc de tensions, d'antagonismes, de lluites de poder, però també de disputes entorn del desig de viure. Si oblidem això no sé en què ens podem convertir. Aquestes disputes entorn del desig de viure poden ser sagnants, com ho és la història de la humanitat, però també són creatives, mobilitzen tot un tipus de valors i de maneres d'entendre què vol dir viure junts que no sé com algú es pot creure que s'han acabat i perquè ens deixem convèncer d'això. A part, em sembla fins i tot d'una supèrbia extrema pensar que amb nosaltres s'acaba el món. Val la pena recuperar la humilitat i dir que res va començar amb nosaltres i res s'acabarà amb nosaltres, per tant situem-nos en aquest lloc i fem-ne la construcció d'un espai que deixi pas.
Marc Font, entrevista a Marina Garcés: "Estem en un moment contrarevolucionari de reacció del poder perquè estava passant alguna cosa", publico.es 28/03/2022
El miércoles pasado presentamos en amistad (mejor que "en sociedad") nuestra editorial, Rosamerón, en la Gran Bodega Saltó de Poble Sec que nos pareció el lugar más adecuado de Barcelona para escenificar nuestro proyecto.
En realidad no se trataba de una presentación, sino de una invitación a compartir juntos un viaje. Se trataba de decirles a nuestros amigos que nosotros -los tres socios fundadores- no queremos ser más que lo que aparentamos ser y que lo que aparentamos ser no es, en modo alguno, independiente de nuestras relaciones de amistad. Por eso pusimos mucho cuidado y mucho cariño en el diseño del acto y en la elección del lugar y por eso nos sentimos tan contentos viendo las caras de cordialidad, de simpatía, de complicidad y de alegría.
Somos una editorial de ensayo en español domiciliada en Barcelona que quiere mantenerse fiel a la buena escritura que se atreva a llevar la experiencia a la idea para ponerla a disposición de un público amplio. Nuestro lema podría resumirse así: En busca del tiempo en que vivimos.
Muchas gracias a todos los que nos acompañasteis. Estamos seguros de que el viaje será largo.
Pr cierto, el libro que acabamos de publicar me parece extraordinario:
El autoengaño tiene como misión fundamental preservar nuestra integridad emocional y coherencia social. Se nutre de la fantasía y de la compasión hacia uno mismo, nos ayuda a conservar la autoestima, facilita la conciencia, estimula la creatividad y favorece la adaptación y la supervivencia. También nos sirve de salvavidas a la hora de mantener el sentido de invulnerabilidad ante condiciones internas o externas adversas que nos amenazan o nos traumatizan: la ansiedad ante la muerte, el miedo al fracaso, la desilusión con uno mismo, la subyugación por un agresor o la humillación pública. No hay duda de que ciertas verdades despiadadas o situaciones extremas atentan contra nuestra seguridad psicológica, nuestra imagen pública, nuestra esperanza y nuestro entusiasmo vital. El autoengaño nos permite evadirlas, disfrazarlas, reprimirlas o negarlas.
Luis Rojas Marcos, Autoengaño: sí, gracias, El País 20/06/1995
... somos ciegos a nuestros propios sesgos, y muchas veces no sirve de nada que nos los expliquen, porque seguiremos pensando lo mismo.
A esta asimetría los psicólogos le llaman Bias Blind Spot. Explicamos a alguien, por ejemplo, la ilusión de superioridad, ese sesgo por el que la mayoría pensamos que somos mejores que la media conduciendo, o haciendo lo que sea, y la gente lo entiende. Luego les preguntamos hasta qué punto ellos están sesgados y la mayoría de la gente dice que eso a ellos no les pasa. Es muy curioso: una cosa que es de aplicación a todos los seres humanos sencillamente pensamos que a nosotros no nos afecta...¡ y nos quedamos tan panchos!
Por ello resulta tan peligroso fiar nuestra felicidad a las pócimas milagrosas de la autoayuda. Porque el malestar no está en nosotros mismos, sino en las condiciones que nos permiten desarrollarnos como seres humanos con autonomía e integridad. Resulta insultante que alguien se atreva a decir públicamente que la depresión depende de uno mismo y que solo deseándolo mucho una persona logrará cualquier objetivo. O regalar conferencias inspiracionales a los trabajadores que han visto reducidos sus salarios y condenada al paro a parte de la plantilla.
No caigamos en la trampa del pensamiento positivo, como diría Barbara Ehrenreich, y concretemos leyes, medidas y programas para que hombres y mujeres sean efectivamente iguales en derechos, con empleo y rentas que doten de autonomía económica, con oportunidades y proyección profesional en todas las empresas y administraciones públicas, con expectativas vitales y con una organización del tiempo regulada que permita disfrutar del trabajo, pero también del ocio, de la familia y de sí mismos. Lo que hemos hecho hasta hoy no basta. Se detecta un cansancio en las políticas de igualdad socioeconómicas, que están siendo sustituidas por otras reivindicaciones. Mientras tanto, mujeres y hombres consumen pastillas para resistir la cotidianeidad. Y buscan en la autoayuda el bienestar que su entorno no les proporciona. Contra esa peligrosa espiral del malestar, el mejor antídoto son las auténticas políticas de igualdad.
Sara Berbel Sánchez, La espiral del malestar, El País 23/03/2022
En 2013 se publicó en español en las ediciones Nueva república, de filiación neofascista, uno de los últimos libros de Alexander Dugin. De su autor no sólo se dice que está cercano a Putin sino que sus teorías, incluido este libro, formarían parte de su cosmovisión.
El libro resulta bastante confuso, una mezcla de crítica del liberalismo, del post-modernismo, del marxismo y, sólo en parte, del fascismo clásico. Lo que él ofrece es, en su opinión, una “cuarta teoría política” que va más allá de las tres anteriores criticadas y propias del s. XX: el liberalismo, el marxismo y el fascismo.
Su punto de partida no deja de resultar curioso: éste no es otro que el concepto heideggeriano de Dasein.¿Heidegger otra vez? Lo haya leído o no con detalle, Dugin capta muy bien el significado colectivo y para nada individual de la existencia humana —el famoso Dasein. Textos recientes, entre otros el fabuloso libro de E.Faye, La Introducción del nazismo en filosofía(Akal, 2005) nos habían mostrado con todo detalle que cuando Heidegger habla de “existir” (Dasein) nunca se refiere al ser humano individualizado y aislado, sino al “ser colectivo”. El da (ahí) muestra que existir, ser-ahí, es siempre un modo de estar en el mundo con otros. Hasta ahí la cosa no sería muy preocupante. Lo duro empieza cuando estos otros con los que existimos y compartimos el mundo se conceptualizan como un “pueblo”, “nuestro pueblo”, amenazado por poderes superiores cuya salvación estaría en nuestras manos y cuya llamada de socorro deberíamos atender, si es necesario con las armas en la mano.
Ese “pueblo”, tanto en Heidegger como en Dugin, tiene una misión: oponerse al liberalismo global y universalista que está destruyendo el mundo ofreciendo una alternativa populista y restaurativa de pasados nacionales gloriosos, enraizados en las propias tradiciones, tradiciones que en tanto casos son imperiales. Ese sería el caso de Rusia cuyas tradiciones imperiales Dugin identifica con el Imperio zarista, con la posición de gran potencia de la Unión soviética y con el sueño imperial de Putin. ¿Demasiado cercano al modelo del Tercer Reich? Realmente si mantenemos en nuestra memoria que Heidegger fue un pensador nazi y Schmitt lo mismo, —su doctrina política juega un importante papel en el libro— esa mezcla extraña de antiliberalismo y anticomunismo, junto a reminiscencias patrioteras, constituye el meollo poco digerible de ese panfleto.
Dugin reformula con Heidegger la vieja pregunta kantiana: “¿Qué es el hombre?”, transformada ahora en “¿Quiénes somos nosotros?”. Heidegger respondía: somos “alemanes” atrapados entre el auge del liberalismo en el oeste y el del bolchevismo en el este y necesitados por eso mismo de luchar por nuestro “propio espacio vital”. Dugin responde: somos rusos que, frente al auge del liberalismo global, estamos perdiendo nuestra identidad y necesitamos reforzar el espacio de nuestra civilización, una pretendida esfera euroasiática.
Su reflexión parte de una reconstrucción del colapso de la Unión soviética en los años 90. Ya en las primeras páginas nos advierte que “la integración en la comunidad mundial es experimentada por la mayoría de los rusos como un drama, como una pérdida de su identidad” (p. 25). Ese sentimiento, según él, no ha sido superado pues el liberalismo político carece de raíces en Rusia y su inclusión en el mundo contemporáneo no pasa más allá de un consumo, más o menos compulsivo, de las mercancías proporcionadas por éste sin una interiorización profunda del modo americano de vida. Tampoco habría un suelo para el pensamiento de la nueva izquierda ni para el postmodernismo.
Montserrat Galcerán, Los intelectuales de Putin: Alexander Dugin, lector de Heidegger, El Salto 17/03/2022
[https:]]En las matemáticas elementales, las actividades manipulativas están fuertemente integradas en la enseñanza para facilitar la visualización y comprensión de los conceptos. Sin embargo, su presencia se reduce en la explicación de las matemáticas avanzadas.
En este libro redescubriremos cinco teorías matemáticas clave, cuyas definiciones y resultados se complementan con aplicaciones a situaciones cotidianas, propuestas didácticas que nos permitirán ver y tocar el mundo matemático. Como dijo el matemático Stanley Gudder, “La esencia de las matemáticas no es hacer las cosas simples complicadas, sino hacer las cosas complicadas simples”. Con ese mismo espíritu, esta obra desea convertir complejas abstracciones en conocimientos accesibles.
Sobre el autor
Javier Falcó Benavent es profesor del departamento de análisis matemático de la Universidad de Valencia desde el año 2017. También imparte cursos de divulgación científica, a través del servicio de extensión universitaria de dicha Universidad. Su investigación se centra en el análisis funcional y la geometría de los espacios de Banach, campos en los que ha realizado diversas aportaciones.
La entrada Matemáticas experimentales se publicó primero en Aprender a pensar.
La gran aportación de los pedagogos de la LOMLOE a la historia de la educación es la ignorancia preventiva: como no sabemos qué será útil en el futuro, que nuestros alumnos lleguen a él ligeros de equipaje.
Ayer, por segunda vez en mi vida, fui invitado a comer al Palacio Real de Madrid. Y, por supuesto, fui. Viniendo de quien venía, recibir la invitación es un honor y responderla afirmativamente, un deber. Cogí un AVE temprano para husmear un poco en una de mis librerías de viejo preferidas de Madrid y salí de allí con una joya a muy buen precio, "L'angoisse de Pascal", de Maurice Barrès (1923), y una estatuilla del Quijote. El día fue largo y memorable. A Madrid ha llegado la primavera.
Hoy publico en The Objective La esperanza del Mesías.