En todos los países en los que he vivido he expuesto mis opiniones personales con cautela porque suelen ocasionar enemistades, odios e inquinas. El extranjero no tiene derecho a opinar sobre los modos de los aborígenes porque se ve enseguida expuesto a la animadversión y al desprecio. Lo recomendable, para evitar problemas, es decir sonriendo …
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