La Lomce redueix dràsticament la presència a l'aula d'una matèria que ja estava en hores baixes
IU ANDRÉS LUARNA Barcelona diari ARA | Actualitzada el 18/01/2014
El pensament filosòfic s'allunya de l'educació secundària. Tot i els esforços del professorat de la matèria, els successius canvis legislatius han anat reduint la presència de la filosofia a les aules i l'han arraconat a favor d'altres assignatures com la història, la ciència i l'economia. Ara, amb la llei orgànica per a la millora de la qualitat educativa (Lomce), l'assignatura rep una estocada gairebé definitiva.
El tractament de la filosofia a l'ESO i el batxillerat, que amb la nova llei passa de tres assignatures obligatòries a només una, "s'emmarca en el descrèdit de les humanitats i en la tendència mercantilista de l'educació", apunta Daniel Gamper, professor de filosofia política de la UAB i columnista de l'ARA. Joaquim Valdivielso, vicedegà dels estudis de filosofia de la UIB, coincideix amb aquest plantejament: "Forma part del menyspreu de les assignatures que no encaixen en la visió empresarial de l'ensenyament que impulsa aquest govern". Per Valdivielso, però, la reforma del PP "no només és neoliberal, sinó clarament espanyolista i catòlica". Considera que darrere del currículum de la Lomce, que reforça la importància de la llengua castellana i la història d'Espanya, hi ha una clara voluntat d'uniformització dels alumnes de l'Estat. I pel que fa a la religió, que serà l'alternativa a l'assignatura optativa d'ètica a l'ESO, hi veu una intenció simbòlica "d'afirmar públicament la presència de la religió en l'ensenyament".
Luis Manuel Valdés Villanueva se considera un profesional de «la ingeniería conceptual». El catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia ha dedicado la última década a indagar cómo y por qué tenemos creencias de cualquier tipo y si éstas deben apuntar hacia la verdad o pueden existir al margen de ella. Además, dirige desde 1996 la revista «Teorema», con tres números al año y convertida en un referente internacional por la calidad y cantidad de autores que firman los artículos. «Las Humanidades han perdido la complicidad de la sociedad desde hace tres décadas porque se cambiaron las prioridades educativas con el objetivo de formar personas únicamente para producir», explica, convencido de que estas disciplinas necesitan «algún tipo de acción afirmativa que las proteja, como se hace a veces con los grupos minoritarios».
Rita Abundancia | Suplemento El PAÍS: 21 de septiembre de 2014
¿De dónde venimos?, ¿quiénes somos?, ¿cuál es el sentido de la vida? Durante mucho tiempo, la tarea de la filosofía fue dar respuesta a éstas y otras preguntas similares. Debates sesudos para intelectuales y material de libros que solo adquirían los más eruditos. Pero en los últimos tiempos la gente ha empezado a recurrir a estas teorías como tabla de salvación, como la única manera de explicar el torbellino en que vive la humanidad, de ayudar a pensar y de dar respuestas. Así, ya existen profesionales como Teresa Gaztelu que hacen lo que se llama praxis filosófica, consultas individuales en las que, como en una terapia psicológica, el filósofo trata junto con su consultante los temas y cuestiones que le preocupan. Según Gaztelu, quien cobra 30 euros por una hora de conversación, «Sócrates entendía la filosofía como algo vivido. Él creía que todo el mundo tiene un conocimiento innato, que se puede sacar a la luz haciendo las preguntas adecuadas». En su opinión, del mismo modo que todos contamos con una psicología, también tenemos una filosofía, que a veces hay que revisar. «A mi consulta vienen personas con problemas recurrentes, como discusiones de pareja o comportamientos repetitivos, o individuos que no tienen conflictos pero sí una sensación de insatisfacción, de vacío. Se preguntan: ¿es esto la vida? La filosofía enseña a alcanzar un pensamiento que no sea confuso ni contradictorio, a plantearse cosas que damos por obvias. Es transformadora y ayuda a sufrir menos. Puede incluso llegar a curar depresiones si éstas no son endógenas», asegura.