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El Roto |
El proyecto político de
Hayek tiene dos etapas. La primera, de carácter destructivo, es “derrocar la política” y, la segunda, constructiva, corresponde a la instauración de un sistema político verdaderamente liberal. El “derrocamiento de la política”, según
Hayek, tiene tres etapas. Las dos primeras consisten en realizar una crítica radical de las ideas que orientan y justifican dicho Estado, y elaborar una estrategia política para su disolución. La tercera etapa es práctica, consiste en instaurar la verdadera democracia o “demarquía” que constituye su “utopía política”.
Uno de los ejes de la crítica hayekiana al Estado de Bienestar es cuestionar la forma habitual en que se concibe la relación entre Estado y sociedad.
Hayek muestra su desacuerdo con la tendencia de origen continental de identificar ambos términos y eso lo lleva a explicitar dichos conceptos. Su postura es crítica frente a toda forma de “estatismo” y podría ser considerada radicalmente “individualista” pues concibe al Estado, básicamente, como un medio para realizar la libertad y los objetivos de los individuos (
Hayek, 1980, p. 61).
El Estado es una importante organización de la sociedad libre que debe proporcionar el marco o “estructura externa” dentro del cual se desarrollan los órdenes autogenerados.
Hayek concibe la sociedad como “una red de relaciones entre individuos y grupos organizados. Es la multiplicidad de estructuras desarrolladas y autogeneradoras de hombres con alguna libertad” (
Hayek, 1980, p. 61).
Este derrocamiento simbólico de la política se basa en la crítica del discurso del Estado de bienestar sobre el derecho, la ley, el Estado de derecho, la economía, el mercado, la historia y otros aspectos. La propuesta hayekiana de disolución del Estado de bienestar requiere un conjunto de transformaciones legislativas y políticas. Debe eliminarse toda norma que no corresponda a los principios jurídicos de universalidad y generalidad. Es decir, hay que derogar la legislación laboral sobre sueldos mínimos, limitaciones a la libertad de contratar o ser contratado y todas las normas que favorecen a los grupos de menor ingreso o minoritarios.
Asimismo, es necesario minimizar el poder de los sindicatos modificando la legislación laboral. También hay que terminar con la expropiación a las personas de mayor ingreso mediante el sistema de impuestos proporcionales. Es preciso minimizar los impuestos a las empresas para estimular la inversión y ampliar los impuestos indirectos, los cuales corresponden al principio de la justicia conmutativa, pues son iguales para todos. Asimismo, se debe desregular los mercados eliminando controles de precios, limitaciones de importación y de exportación y las regulaciones a los mercados financieros y de monedas, entre otros aspectos.
Jorge Vergara Estevez,
Mercado y sociedad. La utopía política de Friedrich Hayek, Corporación Universitaria Minuto de Dios, Bogotá 2015, pp. 207-209
Bibliografia:1980, El ideal democrático y la contención del poder, Estudios Públicos