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FETICHISMO: con esta palabra nos referimos a la atribución de poderes sobrenaturales a un objeto que uno mismo ha confeccionado. (153) Un “fetiche” es un objeto que se ha confeccionado de forma que uno pueda engañarse y creer que no lo ha confeccionado. (154) La suposición de un conocimiento de la materia por parte de un sujeto, en última instancia anónimo, que mantiene el orden, es una forma de fetichismo que nunca podemos evitar pro completo. (155)
Weberseñala, con su tesis del “desencantamiento del mundo”, que hemos confiado a la ciencia la posición de garante de la racionalidad del orden social. (…) La fetichización de la ciencia solo contribuye a proyectar nuestras ideas y deseos de orden sobre un consejo de expertos que no puede existir, un consejo de expertos que nos libere a todos de la responsabilidad de decidir cómo debeos vivir. (155)… la religión, en el sentido fetichista, no es solo la suposición de que Hay un Dios o dioses que controlan todo, sino que hay algo que lo controla todo, ya sea el Dios de la Biblia, los dioses del hinduismo o la fórmula física del mundo de la que se pueden derivar todas las leyes de la naturaleza. (159)El fetichismo no consiste en que un objeto en particular sea venerado, sino en que un objeto sea venerado sin que quepa preguntarse por qué ese objeto es tan digno de veneración. El fetichismo señala un objeto como la fuente de todo y trata de desarrollar a partir de él el modelo de identidad que todas las personas deben seguir. En ello solo es superficialmente decisivo si se trata de adorar a Dios o al Big Bang. El verdadero problema es la adoración de un principio supuestamente universal, sea cuál sea este. (159-160) 15.0 Normal 0 Clean 21 false false false ES-TRAD X-NONE X-NONE
--> /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin-top:0cm; mso-para-margin-right:0cm; mso-para-margin-bottom:10.0pt; mso-para-margin-left:0cm; line-height:115%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:Calibri; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-fareast-language:EN-US;} Muchas doctrinas clásicas de la salvación sostienen que toda la realidad que se nos aparece, el colorido mundo que nos rodea, en el que vivimos y que interpretamos, no es más que una ilusión, por lo que habría que intentar conocer cuál es la verdadera realidad que se oculta bajo el velo de la ilusión. Esa misma idea es también característica de la concepción científica del mundo. Los colores, como todos los objetos visibles, palpables y audibles serían pues ilusiones, tras las que se oculta la verdadera naturaleza de las cosas. Solo el sacerdote o el experto científico tiene acceso a esas “verdades”. Anteriormente hablaba latín, hoy habla la lengua de las matemáticas. (160)
La introducción de un transmundo suele ir acompañada en general por una pretendida toma de conciencia de la estructura de ese transmundo, ya sea la idea de que el mundo o nuestra vida es solo un sueño creado por Dios o los dioses, o la que el mundo en el que supuestamente vivimos es solo una manifestación compleja de cuerpos infinitesimales pequeños u ondas que obedeciendo las leyes de la naturaleza han creado más o menos casualmente un ser que se pregunta si todavía le queda un paquete de su yogur favorito n el frigorífico. (161) 15.0 Normal 0 21 false false false ES-TRAD X-NONE X-NONE /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin-top:0cm; mso-para-margin-right:0cm; mso-para-margin-bottom:10.0pt; mso-para-margin-left:0cm; line-height:115%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:Calibri; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-fareast-language:EN-US;}
Ninguna religión está totalmente libre de fetichismo, ni siquiera el ateísmo. La veneración de un universo sin sentido, puramente material, también tiene un carácter religioso. (157)
Markus Gabriel,
Por qué el mundo no existe, Ediciones Pasado y Presente, Barcelona, cuarta edición julio 2016