McWhorter: Hay una idea que le gusta a mucha gente que dice que la lengua que hablas es como unas gafas que determinan tu pensamiento. Cada una de las siete mil lenguas es su propio viaje de ácido. Está muy extendida, sale en los medios: tu lengua marca cómo ves el mundo. Uno de los ejemplos que se utilizan para explicar esto es la lengua guugu yimithirr, en Australia. Es una lengua fascinante por muchas razones. Una de ellas es que no puedes decir “delante de” o “detrás de”. Para sus hablantes las cosas están o bien al norte o al sur de ti. No sé ahora mismo en qué ubicación estamos, pero supongamos que delante de mí está el norte y detrás el sur. Si me doy la vuelta, seguiría diciendo que el norte está en el mismo sitio. No puedes decir “detrás”. Hay gente brillante que dice que eso significa que el lenguaje está determinando cómo procesas el mundo: para ellos, este lenguaje, como es norte/sur y este/oeste, condiciona tu visión del mundo. Es al revés, son la cultura y la topografía las que determinan tu visión y construyen el lenguaje. El lenguaje no puede hacer eso que dicen. Hay lenguas que se hablan en regiones llanas, de modo que hay una razón por la que hablas de delante y detrás: no hay árboles, tienes que hablar de norte y sur. Cuando llevas a esta gente a la ciudad, dejan de hacer eso. Lo interesante es cómo la topografía puede influir una lengua, y no cómo tu lengua determina tu pensamiento. Pero en la universidad es muy común la otra postura, recuerdo aprenderla de un sujeto que parecía narcotizado, y pensar que era apasionante.Pinker: Uno de los fallos lógicos recurrentes tanto en la academia como en el lenguaje común es creer que el lenguaje determina cómo piensas. La comparación que se hace es siempre entre nuestra cultura y otra cultura. Hablamos inglés u otra lengua europea, que están muy relacionadas entre ellas, y ellos hablan otra lengua. Se cree que si hay diferencias en la manera en la que la gente se comporta, piensa, recuerda, percibe, estas se explican por las diferencias en la lengua. Pero lo que la gente no suele razonar es que hay que tener en cuenta una cultura particular, un ecosistema, una lengua y unas diferencias cognitivas. ¿Por qué piensas que es la lengua la que causa las diferencias cognitivas, en vez de las enormes diferencias en ecología y estilo de vida? Aunque vivas en un ambiente en el que hay direcciones cardinales prominentes, norte, sur, este y oeste. También hay este tipo de lenguajes en áreas donde hay valles o cordilleras, donde cada vez que sales fuera tienes ese sistema de coordenadas enfrente de ti. Por otra parte, hay lenguas que no dan mucha importancia a la izquierda y la derecha, como las nuestras, porque no son lengua con escritura, en las que tienes que estar atento constantemente a las distinciones entre izquierda y derecha, porque así es como leemos. En general, la mayoría de animales confundimos la izquierda y la derecha. Hay una razón profundamente ecológica para esto. La gravedad distingue entre arriba y abajo. No hace falta lenguaje, cultura; es física. Para cualquier organismo que se mueve, ir hacia delante es diferente a ir hacia atrás. Pero no hay nada que diferencie realmente la izquierda de la derecha, excepto en artefactos humanos como las letras del abecedario o los coches. Si cogemos una fotografía y la colocamos boca abajo, uno la ve y detecta que está boca abajo. Pero si la colocamos frente a un espejo y la invertimos, a no ser que tenga algo escrito, probablemente no nos daríamos cuenta. El mundo parece igual si lo invertimos frente a un espejo. Esto está integrado en nuestros cerebros: confundimos la izquierda y la derecha, nunca confundimos arriba y abajo. La mayoría de lenguajes no distingue entre izquierda y derecha, así que no es muy sorprendente que las culturas no escritas no tengan distinciones entre izquierda y derecha o atrás o adelante tan claras como las nuestras.Aunque hay una isla concreta en la que la gente también emplea los puntos cardinales de
uptown,
downtown y
crosstown. Esa isla es Manhattan.Pinker: La versión radical de la hipótesis del determinismo lingüístico, a veces denominada Sapir-Whorf por el nombre de los lingüistas que la hicieron famosa, no tiene sentido. La mente no puede operar con una lengua particular como medio interno. El sistema operativo de la mente no puede ser el inglés, por varias razones. Imagina tu conocimiento del mundo. Espero que al salir de esta charla pienses que has aprendido algunas cosas. Si te reto a que me digas una frase textual que hayamos dicho nosotros tres no podrías de ninguna manera hacerlo. Pero recuerdas lo esencial. Un fenómeno muy poderoso de la memoria humana es que la memoria de lo esencial, del contenido, del significado, es mucho mayor que la memoria de la forma. Por eso el “lenguaje del pensamiento” no puede ser el inglés, francés, saramaka o japonés.Aprendí esto porque estaba interesado en cómo los niños adquieren por primera vez el lenguaje. Llegas al mundo y no tienes ni idea de qué lengua hablará tu comunidad, si es japonés, inglés o yidis. Tienes que aprender sobre la marcha cómo funciona una lengua. Y no es como la criptografía, no consiste en escuchar largas corrientes de sonido y buscar patrones sobre cómo un sonido va detrás de otro, como los informáticos que escriben códigos. Sabemos que esto no es así porque los niños no pueden aprender una lengua simplemente a partir de la propia lengua. Si una pareja tiene un niño y lo colocan frente a la televisión, con la esperanza de que aprenderá inglés, descubren que no funciona así. Los niños no pueden aprender el idioma de la televisión, porque no están en ese mundo. Los niños descifran el código del lenguaje ajustando lo que oyen con su propia comprensión de la situación, con todo el resto de su mente. Entienden el mundo físico, lo que otra gente probablemente quiere decir. La adquisición del lenguaje es un ajuste entre la señal, el
blablabla, y una valoración cognitiva del mundo, lo que mamá y papá probablemente están intentando decirme, en un contexto. Sin una cierta habilidad de representar el mundo previa al lenguaje, no sería posible siquiera adquirir el lenguaje.El lenguaje no puede ser el sentido del pensamiento. Si fuera así los bebés serían incapaces de pensar y por lo tanto incapaces de adquirir el lenguaje.
John McWhorter,
Steven Pinker,
Jay Shapiro,
El lenguaje no determina el pensamiento, Letras Libres 01/02/2019
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