Los científicos sociales tienen bastante estudiado el fenómeno de la polarización de grupo, que consiste en la tendencia entre los miembros de un grupo relativamente homogéneo a adoptar versiones más extremas de sus posturas iniciales. Cuando quienes piensan del mismo modo debaten y deliberan solo entre ellos, acaban reforzando sus posiciones originarias, adoptando en muchos casos una versión mucho más fuerte de las mismas - por ejemplo, acusar a un rival político de "fascista" (o ya que estamos, de traidor o golpista. No piense el lector que los epítetos cariñosos solo los vamos a encontrar en un bando). Si esto es así, entonces se sigue que en contextos de elevada polarización, las apelaciones a la paradoja de la tolerancia deberían analizarse muy cuidadosamente. Precisamente porque la discusión acerca de la paradoja de la tolerancia y el principio de no tolerar a la intolerancia son potencialmente útiles, deberíamos aplicarlos crítica y rigurosamente, minimizando en la medida de lo posible el riesgo de falsos positivos. De lo contrario, la paradoja de la intolerancia se convertiría, irónicamente, en un peligro para la tolerancia.
Pablo Magaña,
La paradoja de la paradoja de la tolerancia, Libertalia 02/01/2019
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