I
Escribe el profesor Rafael Jiménez Asensio
una amplia y muy interesante reseña de
La Imaginación conservadora. Me ha dejado un buen sabor de boca porque pone de manifiesto que el libro sigue vivo, pero también porque uno siempre aprende cosas relevantes de sus lectores inteligentes. Quizás convenga, sin embargo, recordar que el libro, muy conscientemente, se titula
La imaginación conservadora, y no
La razón conservadora o
La política conservadora. Sigo pensando que lo prioritario hoy, en el conservadurismo, es reflexionar sobre el maginario con el que nos referimos a nosotros mismos. Ojalá haya gente disuesta a tirar de este hilo. Recientemente en Valladolid me aseguraron que así era.
IIMe está pasando algo preocupante: cada vez escribo peor en el ordenador. Las letras se me sublevan y acaban apareciendo donde no debieran. No sé si es un síntoma de algo inquietante o simplemente que tengo la vista cada vez más cansada.
IIINunca sé qué repercusión tendrá lo que escribo. A veces me da la sensación de que escribo cosas de interés que tendrán cierto eco y, sin embargo, pasan completamente desapercibidas. Otras, el eco me pilla desprevenido y me hace pensar en lo mal que me conozco a mí mismo. Esto último es lo que ha ocurrido con la ponencia con la que abrí el Congreso de Periodismo Cultural celebrado en Santander el pasado mayo, que el sábado mi admirado Sergio Vila-Sanjuán recogió resumida en el
suplemento cultural de La Vanguardia. Creía estar diciendo cosas elementales y evidentes y, sin embargo, he recibido una enorme cantidad de mensajes agradeciendo mis palabras. En el fondo, tampoco está mal eso de ir dándote sorpresas a ti mismo.
IVUna referencia de Jaccard a Richard Brautigan que sólo me atrevo a recoger en francés: “Il attendait des femmes un amour inconditionnel et des pardons successifs.” Lo dejo aquí.
VAyer hizo 40 años. 40 años llevamos casados. En realidad creo que nos casamos siendo otros y hemos ido creciendo juntos hasta ser lo que somos.