Van ya unos cuantos años de crisis económica y parece ser que los nuevos tiempos que se avecinan ponen la solución de la misma en la empresa y la economía. Y más de uno se preguntará: ¿De dónde si no, habría de llegar la solución? Pues no seré tan osado como para decir que de la filosofía, que tan sometida a la duda se encuentra. Pero sí creo que desde diferentes corrientes filosóficas se pueden adoptar actitudes bien distintas. Veamos algunas de ellas.
- La reivindicación y la lucha social: desde el marxismo, la crisis se interpretaría como una maniobra, más o menos manifiesta, de empobrecimiento de las clases más desfavorecidas. La respuesta no podría ser otra que la crítica y la revolución social, aspirando incluso a la aspiración del capitalismo como un sistema injusto por definición.
- La revisión de las necesidades: parece que la austeridad se la haya inventado cierta casta política que la aplica por doquier y sin distinción, a todas las gentes menos a sí mismas. Pues bien: este valor tiene un largo recorrido y encontramos sus raíces en el estoicismo. No es ya sólo un intento de solucionar la crisis: desear sólo lo que necesitamos es para los estoicos una condición para la felicidad.
- La profesionalidad como valor moral: posiblemente el rigorismo kantiano nos invitaría a profundizar en la ética del trabajo como una de las vías principales para superar la crisis, que tendría un origen más moral que económico. Expresado de una forma idealista: si todos cumpliéramos con nuestro deber, es más que posible que la crisis no se hubiera producido.
- La esperanza en un mundo mejor: si miramos la crisis desde la óptica hegeliana, entenderemos que este tipo de procesos históricos han ocurrido, ocurren y ocurrirán como una parte más del desarrollo del sistema. Por ello, aun soportando circunstancias extremadamente difíciles, hemos de contar con la seguridad de que va a terminar, quedando así garantizado un nuevo orden social, económico y cultural, que en algunos aspectos será mejor que el anterior.
- El desarrollo del propio yo: después de que Nietzsche anunciara la muerte de Dios, es posible pensar que la economía ha ocupado parte del espacio de la religión. Es otra forma de seguir anulando conciencias, creando una serie de valores (como la ética del trabajo que apuntábamos antes) que son totalmente decadentes, negadores de la vida. La crisis es el mejor ejemplo de que el sistema está muerto. La respuesta genuinamente filosófica sería la de acercarse a un nuevo tipo de ser humano, capaz de liberarse de una vez por todas de todas las cadenas que lo atan. Tenemos que crearnos a nosotros mismos por encima de la economía, el trabajo o el dinero.