En estos días terminaba una serie que nos ha querido mostrar la parte más destructiva del ser humano. Cuando queremos ser salvajes y retorcidos, somos auténticos maestros. Empezamos justificando nuestras acciones por la necesidad, y terminamos disfrutando con ellas. Quién sabe si, de haber podido decidir en ese punto de inflexión vital, seguiríamos el mismo camino. Juguemos a darle la vuelta a la historia. Por qué no pensar que también podemos “hacernos buenos”. Asumir que el robo o el asesinato no molan, y que pueden convertir en víctima incluso a nuestro cantante favorito. Que hay ciertos valores y normas inquebrantables: entre bomberos no nos vamos a pisar la manguera. Apuntar, sólo como posibilidad, que los manguis que quisieron atracar a Sabina, allá por nos 90, vieron la luz, y no volvieron a asaltar a ningún viandante. En definitiva, que este encuentro casual y accidentado con Sabina, les llevó a vivir en las antípodas de Walter White.