Antes de escribir el artículo que ahora estás leyendo, nos dimos un paseo virtual por este curioso blog llamado boulesis. No solo nos parecen interesantísimas las temáticas que trata, sino la forma en lo que lo hace, configurándose como un auténtico punto de encuentro virtual, un espacio de reflexión sobre una amplia variedad de temas que, aunque son importantes, se diluyen habitualmente en el ruido mediático. Así, nuestra agencia de traducción quiere aportar su granito de arena en este foro de discusión poniendo sobre la mesa un tema un tanto invisible: la ética y la falta de ella - en el sector de la traducción profesional. Esperamos que te resulte de interés.
¿Recuerdas el significado de la palabra prurito? Este término proviene del latín prurītus y según el DRAE se define como Deseo persistente y excesivo de hacer algo de la mejor manera posible. Prurito es una de esas bellas palabras del español que, poco a poco, han ido desapareciendo de nuestro vocabulario. Esta desaparición nos entristece, pero no solo porque se pierda en el tiempo una palabra de nuestro idioma, sino por lo que conlleva: que las personas que han olvidado esa palabra olviden también la obligación de hacer un trabajo bien hecho. Prurito y ética, dos palabras diferentes pero más importantes de lo que parecen.
La cara y la cruz de las TIC
A nadie se le escapa que vivimos una época convulsa. El avance vertiginoso de las tecnologías de la información y la comunicación ha puesto del revés nuestra forma de relacionarnos, de vivir y de trabajar. Estos cambios en las herramientas de trabajo tradicionales han afectado a una gran parte de los sectores laborales, pero al nuestro, al sector de la traducción, le han modificado esencialmente.
Piensa un poco: ¿cuándo fue la última vez que utilizaste una herramienta de traducción automática? ¿Hace una hora, un minuto? A diario miles de personas utilizan este tipo de herramientas para comprender rápidamente una frase, un texto o una palabra. Por supuesto, no vamos a negar la utilidad de este tipo de aplicaciones. Gracias a Google Translate y compañía las personas que no hablan idiomas diferentes al de su lengua materna son capaces de entender más o menos los textos escritos en otros países. Esta es la cara. ¿Cuál es la cruz para nuestro sector? La utilización de estas herramientas por parte de falsos traductores o de traductores sin la preparación adecuada para realizar por sí mismos una traducción de calidad.
¿Crees que exageramos? Te aseguramos que no. Echa un vistazo a esas cartas de menús de los restaurantes y cafeterías de tu ciudad. O a muchas páginas web de empresas pequeñas o profesionales autónomos. Si preguntas a los propietarios de esas empresas te contarán que pagaron su buen dinero para que un experto les tradujera sus textos.
Por supuesto que el intrusismo laboral no es nada nuevo bajo el sol, tampoco en el sector de la traducción. Antes de que las TIC popularizaran las herramientas de traducción automática ya existían esos falsos profesionales que creían saber traducir por haber pasado unos meses en Inglaterra, Francia o Alemania. Siempre ha existido ese voluntarioso alumno de Erasmus- por decir algo que ofrecía sus servicios de traducción al volver a casa y, así, sacarse un dinerillo.
Pero en los últimos años el porcentaje de falsos traductores ha crecido de una forma inimaginable. Una de las causas principales es, como te decimos, la facilidad de acceso a herramientas de ayuda a la traducción. La siguiente razón te la contamos en el siguiente párrafo.
Esta crisis que no cesa
Cuando dentro de unos años echemos un vistazo a los anales de la historia veremos más claramente que hay dos hitos que están marcando estas dos primeras décadas del siglo XXI. El primer hito es, como hemos mencionado, la velocidad con la que se han popularizado las tecnologías de la información y la comunicación. El segundo hito es menos amable: las consecuencias directas e indirectas que está provocando la crisis económica mundial en el entramado profesional.
Seguro que estás de acuerdo con nosotros en que la recesión económica se nos está haciendo más larga que un día sin pan. Casi todos los sectores laborales están sufriendo en mayor o menor medida las consecuencias de la falta de liquidez de sus clientes. El fuerte desequilibrio entre la oferta y la demanda provoca que las empresas utilicen todas sus armas para mantenerse en el mercado. Una de las bazas que están jugando las empresas y profesionales es ajustar fuertemente sus presupuestos o, en otras palabras, participar en la llamada guerra de los precios. 2×1, descuentos inmediatos, grandes ofertas Las grandes empresas han saturado el mercado con esas ofertas irresistibles con las que están intentando captar y fidelizar a sus clientes. Esta política de precios tiene muchas y variadas consecuencias, pero una de ellas nos afecta directamente a las pequeñas y medianas empresas y, también, a los profesionales autónomos: el mercado se ha acostumbrado a precios reducidos y demanda fuertes rebajas en sus presupuestos. Y nos dirás ¿qué pinta la ética en todo esto? Pues mucho.
Hay determinados productos que, por su idiosincrasia, son susceptibles de bajar su precio. No olvidemos tampoco que unos años atrás algunos productos y servicios se habían encarecido de forma injusta, habían alcanzado un precio desmesurado (alias burbuja) que ahora se ha podido ajustar. Pero hay ciertos bienes que no pueden bajar su precio sin reducir su calidad, entre ellos las traducciones. Y ahí entra la ética del traductor o, en este caso, la falta de ella. ¿Cuál es el truco para ofrecer presupuestos diez, quince, veinte veces más baratos que los de su competencia directa? Rebajando diez, quince y veinte veces la calidad final del producto, la calidad de la traducción.
P.D: este texto ha sido escrito a iniciativa de la agencia de traducción profesional Okodia, y sirve para inaugurar una nueva categoría en el blog, abierta a la participación de otros. Si deseas publicar tu texto en el blog, puedes comentármelo a través del formulario de contacto