Ir contracorriente , nadar contra la marea, dejar de hacer lo que todo el mundo hace, olvidarse de lo que nos dicen que debemos hacer, luchar contra eso que nos imponen como necesario, ...
Lejos de vivir en el anti-sistema como los del sistema dicen y afirman algunos pensamos que no se debería sorprender uno cuando ha dejado poco a poco de tener necesidades. Digo necesidades que nos vienen dadas y creadas por los medios, por los que moralizan la sociedad con sus recetas mágicas o sus conservas enlatadas para que seamos eternamente felices. Por eso conviene recordar que en ese paseo que es la vida recuperar a los clásicos a veces nos conviene. La mentira y el engaño hoy por hoy nos advierten que ya hace tiempo que nos venden gato por liebre. Sin embargo ya Cátulo y Séneca nos hablaban de la vida feliz como aquella que queda ausente de sentir la aprensión por celebrar alguna cosa, por participar de un hecho público, vivir de la fiesta y el jolgorio.
"Si quieres hacer feliz a un hombre en lugar de añadir bienes a su vida , resta todos los deseos posibles" Séneca
En ese empeño de vivir sin deseos de ir más allá de lo necesario-excedente para encontrarse con lo necesario-presente se juega una forma de existencia clásica como los estoicos proponían. El Estado patrón y amo de los súbditos y ciudadanos configura en su discurso un doble rasero moralino : hemos de vivir con austeridad renunciando a los bienes de lujo y aquello que parece más superficial y por otro lado para reincentivar la economía hay que empezar a producir y consumir eso producido. De ahí la ley laboral convertida en decreto excepcional que se puede aplicar siempre para despidos, deshaucios, quiebras, suspensión de pagos, etc...
¿Cómo hacer frente a unos gastos públicos que parecen que retienen salarios, pensiones, suben tarifas de transportes públicos, de energías, etc etc y a la vez impulsar obras majestuosas como el AVE, el tren de la linea del Mediterráneo , etc ?
Si el "pan y circo" servia antes para tener al pueblo sometido a las distracciones habidas y por haber , hoy el deporte y la telebasura someten a la mayoría a ese "soma" huxleniano que nos conduce a no ver, no oir, no hablar ... Por eso la necesidad de los ritos promovidos por los entes públicos y estatales ha de cumplir con el objetivo de entretener y olvidarnos de la violencia del propio sistema con el aumento de la pobreza , la exclusión social , los centros de reclusión de inmigrantes, el paro, los subsidios , etc etc...
Quizás sea por eso por lo que la cultura se encuentra más sometida al poder mediàtico de los llamados comunicadores digitales .... Ir contra corriente no es el resultado de renunciar a lo que te dicen que hay que renunciar, ni dejarte someter por los patronos de tu empresa que utilizan las prácticas para dejar de contratar puestos de trabajo,.... Pero no querer participar de ritos sociales sean religiosos, laicos, mercantiles, ideológicos, soberanistas, federalistas, nacionalistas, etc no quiere decir que seas antisistema ... El sistema como máquina que fagocita a todo bicho viviente habla de adaptación social para engullir dentro suyo todo lo que le pueda hacer sombra. La necesidad no debería ser la formalización de los vínculos sociales que te dictaminan lo bueno y lo malo , lo conveniente y lo no conveniente ... Los ritos en su origen tenían un papel antropológico vinculado a la tierra y la relación que establecemos con ella.. más tarde fueron lo que el imperio quiso hacer de ellos.
Hoy los mitos mundanos han convertido nuestros ritos en elementos de autoayuda personal y social para creernos sentir diferentes..En eso esta el problema en la construcción de una no-vida, de una no-relación con nosotros mismos, en una forma de creernos que necesitamos de esos rituales que nos conducen a participar de los juegos del futbol, del automovilismo , del yate, del ciclismo, de la fiesta de navidad, del "bon cap d'any" , etc...
Explicar eso resulta difícil hoy para quienes no pueden imaginarse un mundo sin esos ritos febriles y apolíneos que rompen con la heterodoxia dionisiaca del rito como la fiesta de locos de la Edad Media. La militancia de hoy debería entender que sólo quien no convierte los ritos en una forma de dignificar los mitos políticos y sociales quizás sepa que no hay nada más necesario que desprendernos del poder del ritual y de la fuerza de la mitificación de las ideas.