Me parece que hay realidades que superan las fantasías más grandes. Nada tiene más realidad que lo vivido sin permiso de uno o una. Algo que se nos presenta sin más , sin darnos tiempo a respirarlo, a sentirlo, a pensarlo. Sin permiso de nosotr@s mism@s ,
No hay nada que nos ate tanto a la verdad que la sorpresa que nos presenta la existencia. No hay preparación que valga , ni pensamiento que se avance, ni reflexión que pacifique, ..Cuando llega un sin permiso es un sunami que se lleva todo y a tod@s .
¿Tienes permiso para ir al baño ?
¿Tienes permiso para viajar solo ?
¿Tienes permiso para mirar por el ojo de la cerradura ?
Caerte un sin permiso a un@s los revienta por dentro y los convierte en zombies paseando entre callejuelas oscuras y estrechas. Es como caerse de un columpio en uso y saltar a la sensación de vació mientras vuelas cuando estás cayendo.
El sin permiso es la expresión de la hiperrealidad misma , de la exageración por sentirlo todo como si de los tiempos la estancia nuestra fuera imprescindible de llenarla absolutamente con todo tipo de ir y venir , de ser y estar, de vencer y caminar, de sentir y percibir, de observar y ver. Una hiperrealidad que empieza por ese maltrato a nosotros mism@s con volvernos ajenos a los otros, a los cercanos , a los próximos, a los tocantes y bailantes con el día a día. Sin permiso nos toma la delantera para avanzarse a la vida misma y golpearnos con errores y traumas que de forma insoportable nos inciden en las heridas que las prohibiciones nos dejaron. El sin permiso se reviste de falta de censura para cocinarlo todo con esmero , con sus ingredientes del pasito a pasito , de la mezcla ideal de agridulce , de sabores camuflados improvisadamente para recordarnos que estamos simplemente sol@s todos y cada uno de nuestros días .
Así hay un cartel que impide pisar el césped , o un letrero que advierte sobre no tocar, o un aviso sonoro que relata que está prohibido bañarse por el estado de la mar... a esto el sin permiso le motiva , le genera un momento de excitación para perversamente pensar como andar más allá del mensaje.
Sin permiso se convierte así en la metáfora perfecta para justificarse absolutamente todo para dejar de sentirse culpable de lo que hicimos , de lo que decimos, de lo que pensamos. Sin impedidos no hay impedimentos, sin permisos no hay permisos .
Así el resultado de esto y aquello es la ocasión para retirarse de esta hiperrealidad distorsionada, alienada, ajena, extraña, distante y lejana.