Les aseguro que intento mantenerme relajado y educado en las discusiones pedagógicas, pero a veces me rindo al pronto que me domina y acabo echando sapos y culebras por la boca. Este fue el caso cuando recientemente alguien hizo mención en un debate de la "pirámide del aprendizaje" con la intención de demostrar que la escuela tradicional no enseña nada porque se basa en el papel transmisor del maestro, mientras que la escuela constructivista, activa, que trabaja por proyectos, es la repera. A la gente que utiliza estos argumentos no les puedes preguntar por qué si es tan buena hay tantas que obtienen resultados mediocres, porque entonces te critican por resultadista y se quedan tan anchos. Así que hay que criticarlos por clasistas, que eso les escuece mucho.
Si ustedes quieren buscar por internet información sobre la "learning pyramid" se encontrarán con diferentes versiones de la misma (varían los porcentajes asignados a cada acción e incluso el orden de las acciones) y con abundantes artículos a favor y en contra.
Yo no tengo inconveniente en aceptar los argumentos a favor. Parece que tiene sentido defender que uno comprende bien las cosas cuando se ve en la situación de discutirlas ante un público crítico. El problema es que para demostrar, discutir, practicar y, sobre todo, enseñar algo a alguien, tienes que tener algo que demostrar, discutir, practicar o enseñar. Si no es así, te limitas a enseñar bobadas.
Es decir, la escuela progre, tan moderna ella, cae tan contenta en la trampa del famoso "Efecto Mateo". Recuerden el
Evangelio: "Al que tiene, se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene, se le quitará". Quiero decir que esta pirámide funciona de maravilla con los niños que llegan al cole sabiendo cosas. Y funciona tanto mejor cuantas más cosas traen aprendidas de casa. Si poseen un vocabulario amplio y una cultura general extensa, adelante con ella. ¿Pero qué ocurre con los niños de medios culturales desfavorecidos a los que ponemos en situación de explicar lo que no saben? ¡Pues que cometemos un tremendo fraude pedagógico, claro!
Si queremos que nuestros alumnos enseñen lo que saben, asegurémonos antes que les hemos dado conocimientos, cuantos más, mejor.