Si alguna cosa no se me pasa por la cabeza cuando escribo es que el texto al que intento dar forma pueda acabar de examen de selectividad. Pero Carme Fenoll me ha comunicado esta mañana que eso es exactamente lo que ha pasado en el examen de catalán de septiembre de las pruebas de acceso a las universidades catalanas. Lo menos que puedo decir es que les pido humildemente perdón a los jóvenes que se han visto ante la tesitura de tener que interpretarme. Yo llevo intentándolo desde hace sesenta años y no hago más que suspender.
El día ya comenzó ayer de manera extraña. José Antonio Masoliver me envió un mail diciendo: "Felicidades! (hoy es San Gregorio, por si no lo sabías)Ya hablaremos de Nabokov!"
No lo sabía.
Pero lo de Nabokov resulta que era un aviso premonitorio del crítico literario más sagaz del país: hoy me veo a mí mismo como un extraño Humbert Humbert.
En fin, lo siento, examinandos. Pero lo peor es que no puedo decir "no lo haré más", porque los que eligen los textos de selectividad no te consultan.
El texto, AQUÍ