Hacia 1854 Schopenhauer pasó una temporada fascinado por un joven orangután expuesto en la feria de Frankfurt. Parece que se sintió tan profundamente afectado por la melancolía de la voluntad de este animal, en marcha hacia el conocimiento, que iba a visitarlo cada día. Al describirlo compara su mirada con la de Moisés ante la tierra prometida.