Una iglesia convertida en librería. A mi parecer conviene tomarse estas metamorfosis en serio para entender alguna cosa de la relación entre el hombre y lo sagrado. Antes había dos grandes libros sagrados, la Biblia y el Corán. Ahora hemos beatificado el libro, convirtiendo a las bibliotecas en expendedurías de gracia santificante, poniendo así, de nuevo, de manifiesto que el ateísmo es sólo el plural de Dios. Hay mucha gente que cree, con una fe tan sencilla como la que nuestros abuelos depositaban en las imágenes de los santos, que leer nos hace mejores, nos proporciona un valor moral añadido... o que, al menos, como el agua bendita, nos protege de no sé qué males.