En realidad la esfinge no invitaba a resolver intrincados misterios, sino lo que tenemos delante de los ojos, la superficie de las cosas, si se quiere. Pero para ver con claridad hizo falta un Edipo, al que Sófocles describe como un ignorante. Hay un detalle de suma importancia en su ignorancia: era cojo y posiblemente caminaba apoyado en un bastón. No tenía más que bajar la mirada para ver la deformidad de sus propias piernas y responder acertadamente al enigma. La respuesta era "el hombre"
Al nombrar al hombre, Edipo nombra su deformidad y la desgracia que lo acompaña. “Tu suerte –le dice el adivino Tiresias- ha sido descifrar el enigma que te ha perdido”. En este sentido Edipo nos muestra la frágil experiencia del triunfo de una razón inconsciente de sus propios límites. Con el desarrollo del mito, no acabamos de saber de quién ha sido exactamente la victoria, si se trataba de un enfrentamiento justo o de un mero juego. Pero sospechamos que lo que recoge la respuesta de Edipo, es la tragedia que contiene su propia biografía.