Estaba comprando unos filetes de buey en una carnicería de Ocata que tiene una carne realmente excelente cuando una señora mayor, de unos ochenta años, se ha acercado y le ha dicho a la carnicera: "¡Fíjate qué cabeza la mía, se me ha olvidado pasar esta mañana temprano y ahora he tenido que dejarlo todo para venir! Ponme un par de filetes de ternera y media docena de costillas de cordero". He visto que la carnicera se echaba para atrás, sorprendida. Ha estado unos segundos mirando a la anciana con unos ojos enormes y, finalmente, se ha repuesto y le ha dicho: "Pero sí que ha venido usted esta mañana temprano, ¿no se acuerda? Le he puesto los filetes y las costillas en una bolsa." La anciana se ha quedado inmóvil. "¿De verdad?", ha preguntado. Yo miraba a la pobre mujer con una impotencia dolorosa y pensando al mismo tiempo que quizás estaba contemplando mi futuro.