Esta tarde de otoño parece primavera.
El aire es dulce y tibio
y hay un sordo rumor germinal en la tierra.
Dijérase que van a florecer las rosas
y a cantar en los nidos los pajarillos nuevos,
y a recobrar su antiguo color desvanecido
nuestros blancos cabellos…
Hay en el aire una promesa venturosa.
La sangre en nuestras venas palpita con ardor,
nos sentimos capaces de un gran amor inédito,
diríase que despierta de un sueño el corazón…
Mas de pronto, cruel, un viento frío se alza
y cual pájaros muertos caen al suelo las hojas,
y con ellas se entierra toda nuestra esperanza.
Rafael Cansinos Asens