El espectáculo de los que se apresuran a ver quién vomita más lejos contra el PP en las llamadas redes sociales es bastante interesante por lo que tiene de radiografía de una izquierda heterogénea que sólo parece ser capaz de ponerse de acuerdo en sus críticas, pero no en sus propuestas y, desde luego, no en el mantenimiento de la fidelidad a sus propuestas. Me da la sensación de que las redes sociales se han convertido en el escaparate de una moral de perdedores.