Como a la realidad a veces le da por rimar con nuestra imaginación, en el hotel me correspondió una habitación con nombre propio, ésta:
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Estaba en el sexto piso y a través de dos inmensas cristaleras podía disfrutar de la teoría de la Ría de Vigo, que me recibió de la manera que ustedes pueden intuir en esta foto:
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Con el alma peripatética salí a recorrer la ciudad y para cuando me di cuenta estaba en su cima, en el Castro. "El hombre es el que examina lo que ha visto", dice también Platón. Y examinando lo visto me entró hambre y me fui a comer a Cangas, que ayer tenía para mí algo de lunes al sol. Se podría decir también que somos metafísicos puesto que tenemos ojos de hombre.
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