Entre la ida y la vuelta a Vigo me he leído Les Ancres dans le ciel, de Rémi Brague. Insinúa este filosofo una idea que yo ya he defendido por aquí más de una vez: que la metafísica no es lo que está más allá de la física, sino aquello sobre lo que pisamos, lo que se encuentra bajo nuestros pies, sustentándonos. Esto se puede expresar simbólicamente de otra manera, acudiendo a aquella imagen de Platón según la cual los hombres somos como árboles con las raíces en el aire, apuntando hacia el cielo... que es la patria de las ideas. O de manera más simple y directa con Nietzsche: somos metafísicos puesto que hablamos.
Como a la realidad a veces le da por rimar con nuestra imaginación, en el hotel me correspondió una habitación con nombre propio, ésta:
Estaba en el sexto piso y a través de dos inmensas cristaleras podía disfrutar de la teoría de la Ría de Vigo, que me recibió de la manera que ustedes pueden intuir en esta foto:
Con el alma peripatética salí a recorrer la ciudad y para cuando me di cuenta estaba en su cima, en el Castro. "El hombre es el que examina lo que ha visto", dice también Platón. Y examinando lo visto me entró hambre y me fui a comer a Cangas, que ayer tenía para mí algo de lunes al sol. Se podría decir también que somos metafísicos puesto que tenemos ojos de hombre.