Cuando, J.W.C. van Gorkum, coronel del ejército holandés, murió en 1880, fue enterrado, como correspondía a su fe, en un cementerio protestante. Su viuda, J.C.P.H. van Aefferden, comprendió entonces que, siendo ella católica, estaba destinada a ser enterrada en un cementerio colindante al de su marido. Tras mucho pensarlo, dio con la solución que los mantendría unidos: compró la parcela que estaba justo al lado de la de su difunto esposo y encargó unas lápidas que se dieran la mano por encima del muro de separación.
Vía
Futility Closet