O cómo la naturaleza siempre se reserva la última palabra.
¡Y parecía que se había acabado la historia! (o sea: que habíamos domesticado diplomáticamente a la naturaleza).
Pero sigue siendo cierto que hay países que se pueden permitir organizar su política exterior de acuerdo con sus interese políticos y países que sólo pueden aspirar a que los primeros les protejan sus intereses comerciales. A mi el arrebato de Putin me ha pillado leyendo a Maquiavelo, o sea, curado de espantos.
Y Europa, mientras tanto, esperando a los bárbaros.