Lo de que la historia es maestra de la vida fue una broma de Cicerón. La verdad es que el presente es la trinchera con la que nos parapetamos contra las enseñanzas de la historia. Para vivir en el presente hay que aprender poco del pasado (Nietzsche, Segunda Intempestiva, ya saben).
En definitiva: que no aprenderemos nada del maestro Putín, porque como los malos alumnos, en vez de hacer caso al profe, tenemos el interés prendido del canto del jilguero posado en el alféizar de la ventana.
El maestro Putin va leyendo con voz clara y entonación contundente, a una clase distraída, la Vida y opiniones filosóficas de un gato, de Hippolyte Taine. En este momento acaba de empezar el segundo capítulo:
"Cuando mis patas se volvieron sólidas, salí y pronto hice amistad con una oca, bestia estimable, porque tenía el vientre tibio. Me acurrucaba debajo suyo y mientras tanto sus discursos filosóficos me formaban. Ella decía que el corral era una república de aliados, que el más industrioso, el hombre, había sido elegido como jefe, y que los perros, aunque turbulentos, eran nuestros guardianes. Yo lloraba de ternura bajo el vientre de mi buena amiga.
"Una mañana la cocinera se acercó con aire bonachón, mostrando en la mano un puñado de cebada. La oca tendió el cuello, que la cocinera agarró, sacando un gran cuchillo. Mi tío, filósofo ágil, acudió y comenzó a exhortar a la oca, que daba gritos inconvenientes: "Querida hermana -dijo- el granjero, habiendo comido vuestra carne, tendrá la inteligencia más limpia y velará mejor por tu bienestar; y los perros, habiéndose nutrido de tus huesos, serán más capaces de defenderte." En eso, la oca se calló, porque su cabeza había sido cortada, y una especie de tubo rojo salía fuera del cuello que sangraba. Mi tío corrió hacia la cabeza y se la llevó presto; por mi parte, un poco asustado, me acerqué a la charca de sangre y, sin pensarlo, mojé mi lengua en ella; esa sangre estaba bien buena y fui a la cocina para ver si podía obtener más"