El mal político fundamental de los españoles es que creemos que podemos vivir sin mitos colectivos. Más aún: que nuestro deber político es desmontar inmediatamente todo mito en formación. España es el paraíso del higienismo político. Ese es precisamente nuestro mito: que creemos que la salud consiste en arrojar lejos las prótesis que nos permiten caminar.
En España hay muchos más salvadores de la verdad que de la patria.