Cuando Eva Brann se empeña en diferenciar entre respeto y tolerancia ilumina con precisión los límites de la que Nietzsche consideraba "nuestra última virtud", la tolerancia. Pero cuando se empeña en sustituir la tolerancia por el respeto, por muy bienintencionada que sea, resulta un poco cargante, porque confunde lo que ella misma ha iluminado. Hay muchos que se merecen exactamente nuestra última virtud, mientras que el respeto hay que administrarlo con cuidado. No se puede ser respetuoso con todo el mundo porque no todo el mundo se merece nuestro respeto. Y a los que no se lo merecen, esta bien que los castiguemos con nuestra tolerancia.