Hubo un tiempo -por lo que cuenta
esta foto- en que los trabajadores manuales de ciertos talleres pagaban a escote a un lector, para que los mantuviera entretenidos e informados mientras cumplían con su oficio. Encuentro una cierta grandeza en esta imagen, ¡qué quieren que les diga! Yo tuve un profesor que era un gran lector y nos leía novelistas de Martín Vigil y recuerdo con agradecimiento la magia de su voz.