Un día le reconvinieron por uno de sus discursos. “No íbamos a dar conferencias se argüía; además, no era conveniente manifestar un mayor conocimiento que los presentes”, escribe. Nada de citas ni referencias históricas; nada de erudición. “En política hay una idea nefasta que defiende que es antipopular intentar elevar el nivel de vida cultural del país. Mientras fue presidente, Azaña no dejó de escribir ni de formarse (estudiaba alemán) y creía que debía subir el nivel de sus ciudadanos. Ahora parece que da vergüenza hacer una cita porque parece que hablamos por encima de la media. Yo creo que la ejemplaridad también hay que practicarla en cultura y educación”, reflexiona.
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¿La socialdemocracia se ha convertido en esto?