Venía yo, trivial Sísifo moderno, arrastrando mi carro de la compra, como todos los sábados, cuando al subir por las escaleras del monumento a la sardana he tenido que sortear una pareja de adolescentes efusivamente -muy efusivamente- abrazados. Me parece que ni me han visto. Al dejarlos atrás he oído que el chico le decía a la chica: "Te voy a decir una poesía". Yo, por supuesto, he ralentizado el paso, expectante. "El cielo es azul / tus bragas lilas / y el bocata de pernil estaba cojonudo". Si no me he puesto a llorar de emoción ha sido porque no merezco emular al Junqueras.