Más anécdotas de Don Alfredo (y acabamos):ISiendo Valeriano Weyler capitan general de Cataluña, se organizó una colecta en una iglesia de Barcelona presidida por las más empingorotadas damas de la ciudad condal.
El hijo del general depositó sobe la bandeja un billete de cincuenta pesetas. Al poco apareció don Valeriano.
Una señora le dijo:- Vamos a ver cómo se porta usted. Su hijo acaba de darnos diez duros.- ¡Bueno, bueno! -refunfuñó el general-. Mi hijo puede permitirse esos lujos porque tiene un padre rico...Y pasó dejando una moneda de dos pesetas sobre la bandeja.
II"No se sabe qué extraña rivalidad veía Ventura de la Vega en el autor de
La divina Comedia; pero lo cierto es que, en la hora de la muerte, Ventura de la Vega llamó a sus amigos y parientes y, con aire confidencial, casi sin poder ya hablar, les dijo:
- No quiero llevarme este secreto a la tumba... Sabedlo vosotros siquiera... ¡Me revienta el Dante!...Y expiró satisfecho".
III"Cuando don Francisco de Quevedo, en sus postrimeras horas, se disponía a extender en el último documento la expresión de su voluntad para después de la muerte, el vicario de Villanueva, que se había colocado junto al lecho del ilustre satírico, para encomendarle el alma, le instaba con singular empeño a que subsanara un olvido que se notaba en el testamento, a fin de que dejara una cantidad sobrada para que su entierro fuera lujoso y de toda pompa, con asistencia de músicos, como a persona tan principal y conocida cuadraba.
Accedió Quevedo a dejar para su enterramiento la suma indicada, pero en manera alguna pudo convencerle el vicario de que dejara algo para que la música asistiera a su entierro.
- La música, páguela quien la oyera -respondió Quevedo, volviéndose del otro lado y echándose a morir al punto".