Leo en una sucinta biografía de Julián Sanz del Río (Santiago Valentí Camps, Ideólogos, teorizantes y videntes, Editorial Minerva, 1922): "El 12 de octubre de 1869, a la edad de 55 años, moría el egregio maestro en Madrid, minada su vida por un intenso trabajo intelectual y por la inclemencia del medio moral, que tantos sinsabores le había ocasionado."
Entre esos sin sabores el autor de la biografía incluye las críticas de Menéndez Pelayo al krausismo, por considerarlo una corriente anecdótica de la cultura europea de la época. A mi parecer, don Marcelino tenía razón. El krausismo español no es, evidentemente, una corriente anecdótica de nuestra cultura, pero la fijación obsesiva de los krausistas hispanos en el postkantismo de Karl Christian Friedrich Krause, me parece que les dificultó la visión clara de lo que estaba pasando filosóficamente en Alemania. Krause no se merecía ni tanto reclinatorio ni tanta fobia como despertó, especialmente entre la prensa carlista de la época.