En un campo de concentración alemán no era recomendable ser judío, como bien se sabe, pero aún era menos recomendable ser "rojo judío español" (Rohtspanierjuden). Pero esto es lo que era Eugen Herdfel.
Había nacido en Hungría, pero en el campo de Mauthausen se presentaba como español, sintiéndose orgulloso de la ciudadanía que le había concedido la República Española. Así que llevaba en el pecho una estrella de seis puntas formada por el triángulo rojo de los presos políticos y el amarillo de los judíos.
El día que lo fusilaron, junto a las alambradas del campo, gritó ante el pelotón un sonoro "¡Viva la República Española!" y entregando sus últimas fuerzas a ese grito, se sometió al olvido.