Emocionante, la lectura de La revolución y los intelectuales, de Ramiro de Maeztu, un intelectual que en 1910 mira a España con los ojos de quien quisiera ser inglés, pero no puede dejar de ser lo que es. Es un texto doloroso, ácido, despiadado, pesimista, pero que intuye lo que está por venir: la guerra civil. Maeztu no duda de que en España haya unos pocos reformistas, de lo que duda es de que puedan ir más rápido que el pueblo. Para él, lo característico de la aristocracia británica es su sagacidad para introducir las reformas necesarias que impidan las revoluciones anunciadas. Lo característico de España sería la ceguera de las clases dirigentes y la desesperación creciente del pueblo.
Aquí tienen algunas citas:
"El último porqué de la quema de conventos no consiste en haberse dedicado la Iglesia a perseguir liberales y herejes, sino en no haber construido una teología y en no habernos enseñado a vivir moralmente; el último porqué del odio a la plutocracia no consiste en haber acaparado las pobrezas en España, sino en no haber sabido explotar las riquezas de nuestro suelo y de nuestro subsuelo"
"La maldad específica de nuestra oligarquía es su esterilidad"
"Una revolución es un fenómeno de estancamiento: el pueblo marcha; las oligarquías se detienen, en vez de ponerse a la cabeza del movimiento popular; el pueblo entonces se echa encima de ellas. Y a esto llamamos una revolución."
"¡Lo característico, en una palabra, de las clases intelectuales españolas es que no son intelectuales!".
"Mientras creíamos, con Costa, hace diez años, que las clases intelectuales existían, pero que eran retraídas, es decir, inmorales, era lógico que diéramos gritos en la esperanza de despertarlas al deber, y que enronqueciéramos gritando, y que, al sentirnos enronquecidos, nos desalentáramos y echásemos al surco. Pero desde que nos hemos convencido de que nuestras clases intelectuales no existen, de que son retraídas o inmorales porque no son intelectuales, ya no hay para nosotros más caminos que el de estudiar, primero, y el de enseñar, después; el de enseñar hasta que una vida de trabajo sea más entretenida que una vida de ocio y de murmuración."
"Ahora, cuando hemos llegado a la convicción sólida de que el problema de España es el de cultura, y de que la solución al problema depende únicamente del esfuerzo de las clases intelectuales, nos encontraos con que el pueblo se nos ha escapado moralmente, y sólo espera una ocasión propicia: una guerra exterior, una guerra civil, una revolución política, para caer sobre todos nosotros".