Hay en La tarjeta postal de Derrida un pasaje que me retuvo un buen rato entre sus líneas al acabar de leerlo. Imagínense ustedes que le escriben una postal a su novia o a su mujer y que, como se sienten inspirados, firman un hermoso texto. Pues bien, Derrida nos dice que con nuestro orgullo literario hemos creado una distancia con la amada que es tanto mayor cuanto más hermoso es el texto:
"Desde el momento en que lo que te escribo se convierte en literatura, ya no me dirijo a ti y, por consiguiente, falto a ese deber que me ordena que me dirija a ti de forma singular".Derrida, La tarjeta postal
¿Sería entonces la caricia -la caricia tosca- el único lenguaje que sólo la tiene a ella como destinataria?